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Alertas democráticas

María Amparo Casar

María Amparo Casar

A juicio de Amparo

La introducción del Informe Latinobarómetro 2021 que hace 25 años mide las actitudes, valores y comportamientos en América Latina es más que elocuente: “la gobernabilidad se aleja, augurando tiempos complejos para la región… los latinoamericanos ya no toleran los gobiernos que defienden los intereses de unos pocos, la concentración de la riqueza, la escasez de justicia, la debilidad de las garantías civiles y políticas, así como la tardanza en la construcción de garantías sociales. El abuso de poder, los privilegios, la restricción de la pluralidad están en el corazón de la demanda de igualdad ante la ley, de respeto, de dignidad”. Gobiernos de todos los colores van y vienen, se ensaya con populismos de izquierda y de derecha, con democracias, autocracias y dictaduras y las demandas siguen siendo las mismas porque los problemas siguen ahí. Latinobarómetro 2021 lo dice sin ambages: las democracias en América Latina funcionan mal y México no es la excepción.

Las encuestas en las que se basa el Informe fueron levantadas entre octubre y diciembre de 2020 así que abarcan los primeros dos años de la administración actual y las cosas no pintan bien. En el único indicador en el que México ocupa un lugar destacado es, como en los estudios demoscópicos nacionales, en la popularidad del presidente.

La aprobación del presidente López Obrador (58%) es, junto con la del presidente de Uruguay, la cuarta más alta de la región. Lo superan El Salvador, República Dominicana y Perú. De la misma forma, es el cuarto presidente en quien más se confía (44%), superado por El Salvador, República Dominicana y Uruguay.

Ahí termina el éxito del gobierno. En la mayoría del resto de los indicadores no andamos bien: de media tabla para abajo, a pesar de ser la segunda economía más grande de América Latina.

El apoyo a la democracia es medido a través de tres preguntas: “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”; “en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático” y, “a la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático”. En este indicador, México tuvo su mejor momento en el segundo año de gobierno de Fox al alcanzar un 63 por ciento. Luego entró en un declive que hasta hoy lo hizo perder 20 puntos porcentuales desde su máximo histórico. En la última medición alcanzamos 43% de apoyo, 6 puntos por debajo del promedio de América Latina (49%) y muy lejos de Uruguay, el país que registra el mayor apoyo ciudadano al sistema democrático (74 por ciento). De la misma manera, ante la pregunta de “en algunas circunstancias un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático”, México ocupa el segundo lugar con respuesta afirmativa sólo por debajo de Paraguay con 24 por ciento.

Si nos movemos al indicador de desempeño de la democracia que captura las opiniones de las personas sobre si la democracia marcha bien, si el gobierno funciona para la gente y si se está de acuerdo con la forma como se usa el poder, las cosas no son muy distintas. Sólo uno de cada 3 mexicanos se dice satisfecho aunque hay que reconocer que el promedio para América Latina es aún menor. En paralelo, también sólo uno de cada 3 piensa que “se gobierna para el bien de todo el pueblo” contra 2 de cada 3 que dice que el “país está gobernado por unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio”. Más alarmante es que México junto con Colombia figure como uno de los países con mayor porcentaje de ciudadanos “no demócratas”: 57 por ciento.

Tampoco avanzamos en cuanto a los indicadores de legalidad. Como siempre, apenas uno de cada cuatro mexicanos piensa que somos iguales ante la ley y sólo el 17% está de acuerdo con que las leyes en nuestro país se cumplen. Peor todavía: el 82% de los mexicanos sigue pensando que el acceso a la justicia es, valga la redundancia, injusto.

¿Y la corrupción? A pesar del discurso abrumador sobre este mal endémico y las repetidas afirmaciones en el sentido de que “la corrupción se terminó”, la mitad (49%) de la población expresa que ha aumentado mucho o algo. De nuevo, Latinobarómetro viene a confirmar lo que otras encuestas nacionales han mostrado respecto a la corrupción: a ese gallo no le han quitado ni una pluma.

A pesar de los malos resultados respecto a la democracia en México y en América Latina, Latinobarómetro termina con un toque de optimismo. Dice el reporte: la crítica de los ciudadanos a la democracia es una demanda de más democracia; “en el trasfondo de los resultados hay un mensaje claro de demanda por democracias efectivas y de rechazo a las democracias aparentes.” No estoy segura de concordar con este mensaje. Más bien coincido con otra de sus conclusiones: “Los autócratas han aumentado en el mundo desde que pueden ser electos”.

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