Esta forma de vida
De tanto utilizarlo, el concepto de sustentabilidad ha perdido significado y en lugar de ser base de un conjunto de comportamientos sociales que nos permitan aprovechar y cuidar mejor los recursos naturales, la infraestructura y las condiciones de desarrollo de las ...
De tanto utilizarlo, el concepto de sustentabilidad ha perdido significado y en lugar de ser base de un conjunto de comportamientos sociales que nos permitan aprovechar y cuidar mejor los recursos naturales, la infraestructura y las condiciones de desarrollo de las personas, para que el modo de vida que conocemos prevalezca, se pierde en el discurso acotado del medio ambiente, cuando de lo que se trata es de la viabilidad de la sociedad presente y futura para crecer en todos los sentidos.
Algunas teorías apuntan a que la forma occidental de vivir se agota y que, desde un inicio, estaba enfocada en el abuso del entorno al grado de que será imposible revertir las consecuencias de poco más de tres siglos. No lo creo.
La industrialización empezó en Reino Unido y se extendió rápido a otras naciones europeas. Los medios de producción dieron paso a una explosión de consumo y a un estilo de vida en el que podía alcanzarse la prosperidad a través de los negocios, la educación y el trabajo especializado, no importaba la ubicación del segmento social en el que uno se encontrara. Si hay un rasgo atractivo del capitalismo es la libertad, y con ella, la posibilidad de crear un futuro propio a base de esfuerzo.
Ningún país ha cristalizado mejor esa idea que EU. Ellos han compartido con el planeta lo que significa “el sueño americano” y, con algunas variantes, se ha copiado en otras sociedades a partir de valores que hoy son comunes si hablamos de civilización, modelo de gobierno, desarrollo tecnológico, incluso, de lo que se ha denominado como “Estado de bienestar”. Una poderosa industria del entretenimiento ha consolidado a occidente, en particular EU, como el ejemplo de sociedad a seguir. México es una muestra ahora y, antes, en algunos de los “momentos” en los que parecía que dábamos el salto hacia el pleno desarrollo.
Este proceso no es tan sencillo, claro, ni lo será. Aunque los principios del mercado y la competencia se sustentan en la apertura, el ingreso mínimo para obtener los factores indispensables para constituir comunidades (familias, vecindarios), la desigualdad ha sido el talón de Aquiles que tarde o temprano termina por causar dudas acerca de todo el modelo.
En El malestar de la globalización, el premio Nobel Joseph Stiglitz, advirtió que la apertura comercial en el mundo se había administrado mal en el siglo XX y había ocasionado una concentración de la riqueza que ya afectaba a sociedades enojadas por la ilusión rota de que el libre mercado daría beneficios a las mayorías.
Thomas Piketty, el célebre autor y economista francés, provocó aún más revuelo que Stiglitz al comprobar, en El capitalismo del siglo XXI, que podríamos regresar a los tiempos anteriores a la máquina de vapor ante la excesiva acumulación de recursos en unas cuantas manos.
Hoy, surgen ejemplos que ganan terreno planteando el cierre no sólo de fronteras, sino también el rechazo al comercio, a la migración y hasta proponen una etapa de industrialización nacional que regrese a preocuparse por lo interno, abandonando los acuerdos comerciales y de paz internacionales. Se ve difícil, porque el mundo está interconectado a un nivel en el que la comunicación no sólo es de masas, sino también masiva e instantánea. Sin embargo, estos llamados al nacionalismo más obtuso parecen hacerle sentido a grupos amplios que han pasado varias generaciones sin lograr que su destino cambie.
El desafío primordial en este cambio de época es armonizar el modelo de occidente con esos ideales que lo formaron en el arranque. La economía es muy importante, pero si ésta no se refleja en la mejora general, deja de ser valiosa para una sociedad. La equidad es la única vía para que un sistema como el que conocemos funcione para extender la prosperidad y ésta tiene que estar relacionada directamente con las condiciones sociales, para que la vida que conocemos pueda continuar mejor. Eso es la sustentabilidad realmente; el conjunto de acciones sociales que debemos acordar y definir para que la vida que hemos construido continúe como el referente más rápido y directo para contar con oportunidades, justicia, bienes materiales básicos, educación y salud. Tal y como se pensó en los momentos estelares de esta manera de habitar en el planeta.
