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Por la extinción de la vaquita marina, México a la lista negra

Lorena Rivera

Lorena Rivera

México falló en la protección de la vaquita marina, especie endémica del Alto Golfo de California y catalogada como uno de los animales marinos más amenazados del mundo. La pesca ilegal de la totoaba es la culpable de poner a la pequeña marsopa a un paso de la extinción, pues, de acuerdo con organizaciones ambientalistas, podrían quedar menos de 10 especímenes. Y aun para la ciencia es difícil saber el número exacto de ejemplares vivos.

El fracaso ya tiene consecuencias a nivel internacional en medio de disputas comerciales, laborales y en materia energética bajo las reglas del T-MEC —con la amenaza de imponer aranceles a nuestro país—, que se suman a la tensa relación con Estados Unidos en materia de seguridad.

Después de un puñado de observaciones que datan desde tiempo atrás y la solicitud de un plan de acción para proteger de manera efectiva a la vaquita marina, acordado en la COP19 sobre la Vida Silvestre, realizada en 2022 en Panamá, la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) ayer anunció de manera oficial la entrada en vigor del embargo comercial contra México, al considerar como “no adecuada” la estrategia presentada a principios de febrero de este año.

Resolución de la que la Semarnat tuvo conocimiento a mediados de la semana pasada a través de un oficio de la SRE, del que Excélsior informó en exclusiva el sábado.

La CITES solicitó a los 184 países (o partes) que suspendan “todo intercambio comercial con México de especímenes de especies incluidas en los Apéndices” (I, II y II) de la convención, esto es, productos vinculados con especies en peligro de extinción, controladas y reguladas como palmas, orquídeas, cactus, esturiones, águila real y pieles de cocodrilos y serpientes, entre otras.

Así, se cancela el comercio de tres mil 148 especies (dos mil 513 de flora y 635 de fauna) registradas por la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio) ante la CITES, lo cual podría traer afectaciones socioeconómicas para las comunidades que dependen de actividades relacionadas.

México, después de 32 años, cuando se adhirió a la CITES, por primera vez está en la lista negra de países que incumplen los compromisos para proteger especies en peligro de extinción, al lado de naciones con regímenes autoritarios como Costa de Marfil, Haití, Libia, Mozambique y República Democrática del Congo, entre otras. Así de bajo cayó.

El domingo, la Semarnat respondió que el gobierno mexicano enviaría inmediatamente una delegación a Ginebra, Suiza (sede de la CITES), para frenar las sanciones comerciales argumentando “trato inequitativo hacia nuestro país, no tomar en cuenta el esfuerzo exhaustivo y las múltiples acciones que se han realizado, está en la disposición de discutir las observaciones y solventarlas de manera satisfactoria”.

Sarah Uhlemann, directora del programa internacional del Centro para la Diversidad Biológica, ayer le dijo a National Geographic que, aunque es una sanción “bastante grave” para México, “está justificada”, porque se trata de la extinción de una especie.

Si bien la Semar asestó golpes contra el llamado Cártel de la Totoaba, como el de enero pasado, las redes de enmalle siguen usándose, como informó ayer Ernesto Méndez, reportero de Grupo Imagen, quien lleva años documentando el caso, pues fuentes le aseguraron que desde hace una semana, aproximadamente 200 embarcaciones menores, sin matrícula ni permisos, “se encuentran lanzando redes en el Alto Golfo de California” para pescar totoabas, cuya vejiga natatoria se considera en China un producto gourmet de lujo, además de conferirle propiedades curativas y afrodisíacas, lo cual no ha sido comprobado por la ciencia.

Y eso que la misma titular de la Profepa, Blanca Alicia Mendoza Vera, hace unas semanas, en entrevista, aseguró a Méndez que el nuevo plan de acción para la conservación de la vaquita marina contemplaba “‘operativos reales’, con valor, estrategia e inteligencia, así como el uso de la fuerza pública para obtener resultados positivos”.

Pero pareciera que el sello mexicano en la protección de la vaquita es el de las estrategias fallidas, como El Nido, santuario al cual se le invirtieron tres millones de dólares, cuyo objetivo era preservar, a partir del confinamiento, a la especie, pero a finales de 2017 se hundió el programa.

México tiene oportunidad de presentar el plan con las observaciones y recomendaciones de la CITES, que incluyen “plazos claros para la aplicación y consecución de las diferentes etapas del plan, con los correspondientes hitos”.

El gobierno no puede postergar la aplicación de una política de restricción a pescadores y embarcaciones que entren en la Zona de Tolerancia Cero (donde nada la vaquita), mejorar la supervisión y tomar medidas estrictas contra quien participe en la captura y el comercio ilegales de la totoaba.

Sólo así la vaquita marina podría salvarse de la extinción, pero su hábitat deberá ser protegido por la ley y contar con el presupuesto adecuado.

 

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