El cambio climático es el mismísimo infierno

En los últimos años, México ha enfrentado una serie de fenómenos climáticos extremos que están transformando radicalmente su paisaje y afectando gravemente la vida de millones de personas. Intensas olas de calor, hasta lluvias y granizadas e inundaciones devastadoras ...

En los últimos años, México ha enfrentado una serie de fenómenos climáticos extremos que están transformando radicalmente su paisaje y afectando gravemente la vida de millones de personas. Intensas olas de calor, hasta lluvias y granizadas e inundaciones devastadoras son eventos indicadores de que el cambio climático no es una amenaza distante, sino una realidad presente.

Nuestro país también está sufriendo sequía en 85% del territorio, dominando extrema, severa y excepcional.

Las olas de calor en México han alcanzado niveles alarmantes. Científicos del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM, el 23 de mayo pasado, alertaron que el país experimentaría una tercera ola de calor en un lapso de entre 10 a 15 días con temperaturas elevadas jamás experimentas en su historia.

Los días han transcurrido con temperaturas realmente sofocantes. Tan sólo para este martes, el Sistema Meteorológico Nacional pronostica temperaturas que podrían rebasar los 45 grados en al menos 19 estados.

La Ciudad de México ya rompió récords dos días consecutivos. El 24 de mayo los termómetros alcanzaron 34.4 grados centígrados y, al día siguiente, 34.7. La capital del país, de acuerdo con los investigadores, podría tocar los 35 grados centígrados.

Otro dato relevante que proporcionó Jorge Zavala Hidalgo, director del ICAyCC, fue que las poblaciones en los distintos territorios enfrentarán temperaturas calientes que no habían padecido antes, por lo cual deberán tomar precauciones al respecto.

Efectivamente, México es un horno y para muchas personas está siendo difícil adaptar su organismo a estas condiciones. Ya hay 48 muertos por golpe de calor. Los animales silvestres y de compañía también están sufriendo las consecuencias.

Además, los científicos de la UNAM dijeron que el calor extremo intensifica los niveles de contaminación y la presencia de ozono. Otro pronóstico que se cumple: 2024 se encamina a ser un año de más contingencias. Van 10, de las cuales una ha sido por partículas suspendidas y nueve por ozono.

Mayo es el mes con más contingencias. El 22, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) activó la novena contingencia ambiental y el sábado 25 llegó la décima, desactivada el domingo por la tarde por la granizada que cayó en varias alcaldías.

El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU ha subrayado repetidamente que el aumento de la frecuencia y severidad de las olas de calor es un claro indicio del cambio climático. La acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, resultante de actividades humanas como la quema de combustibles fósiles y la deforestación, ha aumentado las temperaturas globales a niveles sin precedentes.

Francisco Estrada Porrúa, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático, indicó que muy probablemente 2024 sea el año más caliente del que se tengan antecedentes.

Contrario a las olas de calor están las lluvias torrenciales y granizadas severas, fenómenos que el cambio climático exacerba.

Las lluvias extremas son consecuencia del aumento de la temperatura del océano, que intensifica los ciclones y huracanes. Los científicos advierten que la frecuencia y severidad de estos eventos continuarán incrementándose si no se toman medidas drásticas para mitigar el cambio climático. Además, la falta de planificación urbana y la deforestación agravan las inundaciones, al reducir la capacidad del suelo para absorber el agua.

Lluvia, granizo y fuertes ráfagas de viento azotaron la capital de Puebla el viernes pasado. Varios sectores se inundaron con afectaciones a viviendas, comercios y automóviles, además de personas atrapadas en medio del aguacero. También se reportaron cortes de energía y caída de árboles.

El domingo, nuevamente la capital poblana fue golpeada, así como otras localidades, por tormentas, granizadas e inundaciones.

Quizás algunos digan que esto no es novedad, pues está iniciando la temporada de lluvias. Y es cierto, sin embargo, estos fenómenos hidrometeorológicos van sufriendo modificaciones conforme más se calienta el planeta.

Las inundaciones siempre dejan un rastro de destrucción. Las pérdidas económicas suelen ser cuantiosas, hay daños en infraestructura, como carreteras, puentes y alcantarillado.

Asimismo, revelan la vulnerabilidad de las zonas urbanas, como sucede con la Ciudad de México, construida sobre lagos, pues enfrenta problemas de inundación durante la temporada de lluvias. El obsoleto drenaje y la sobrepoblación agravan la situación, llevando a calles anegadas y al colapso del transporte público.

No puedo más que imaginar un escenario como de ciencia ficción para las grandes urbes del país dentro de un par de décadas si se sigue por el mismo camino sin mitigación ni adaptación al cambio climático.

Las otrora calles vibrantes de la Ciudad de México, con más de 50 grados centígrados, estarán casi desiertas durante las horas pico del Sol. Los termómetros romperán récords un día sí y el otro también. Las alertas de salud pública serán la normalidad, no sólo por golpes de calor, sino por el aire aún más contaminado del que se tenía en 2024. Las contingencias ambientales serán la regla y no la excepción. Los incendios serán incontrolables. La gente no podrá salir de su hogar sin mascarillas ni oxígeno. Y los periodos sin lluvia serán más largos.

No queda más que empezar a adaptarnos y construir resiliencia.

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