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¿Peligra la independencia del Poder Judicial?

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Un gran debate ha generado la renuncia del ministro Eduardo Medina Mora a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). En las pasadas elecciones, López Obrador ganó la titularidad del Poder Ejecutivo por una abultada votación. Gracias a una cuestionable estrategia, también logró una mayoría de más de dos terceras partes en la Cámara de Diputados, lo cual le da la posibilidad de reformar la Constitución.
En el Senado, cuenta con mayoría simple para cambiar las leyes. Nunca, en este siglo en México, habíamos visto que una sola fuerza política controlara de esa manera los Poderes Ejecutivo y Legislativo. Sólo quedaba el Poder Judicial fuera de la esfera de influencia de AMLO.
Muchos piensan que, con la renuncia de Medina Mora, el Presidente está en el camino de también controlar a la SCJN, el órgano máximo del Poder Judicial Federal.

En este espacio he celebrado la aparición del Judicial como un poder verdadero. En el régimen autoritario priista, los ministros y magistrados estaban subordinados al Ejecutivo. Hoy ya no es así. Con decisiones relevantes como la liberación de Florence Cassez, los amparos para permitir la mariguana recreativa o la obligación de los hospitales públicos de interrumpir embarazos resultados de violación, la SCJN ha mostrado firmeza e independencia para defender los derechos humanos consagrados en nuestra Constitución.

Regreso a la pregunta: ¿esta novedosa independencia del Judicial se perderá durante este gobierno, que tiene la tendencia de concentrar todo el poder en el Presidente?

Para responder este cuestionamiento, debemos saber por qué renunció Medina Mora. La Constitución es muy clara: un ministro sólo puede hacerlo por “causas graves”. La carta de renuncia del ministro es muy escueta.
No dice nada de las causas que lo llevaron a retirarse. No obstante, el Presidente ya aceptó la renuncia. El Senado también tiene que aprobarla. Como Morena tiene mayoría, será un mero trámite: al igual que AMLO, la aceptarán.

Hace algunas semanas, El Universal dio a conocer que existían transferencias multimillonarias de Medina Mora al extranjero. El ministro publicó una larga carta explicando cada una de las transacciones negando ilegalidad alguna.
El Presidente afirma que la renuncia es porque Medina Mora quiere atender algunas denuncias que se presentaron en su contra ante la Fiscalía General de la República (FGR).
¿Está hablando de las relacionadas con esas transferencias?
El titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), Santiago Nieto, aseguró que, con sus fallos, Medina Mora protegió a miembros del gobierno de Peña e incluso a grupos del crimen organizado, por lo que la UIF presentó una denuncia en su contra en la FGR. ¿Será, entonces, por estas imputaciones?

En fin, que, al día de hoy, no queda claro por qué se va a ir Medina Mora. El asunto es importante porque, a lo mejor, sí hay motivos muy graves para que se vaya. Pero también hay razones para dudar porque, en el pasado, los presidentes utilizaron supuestas investigaciones judiciales para arruinar carreras públicas de adversarios. Peña, por ejemplo, así le dio en la torre a la campaña de Ricardo Anaya el año pasado.
Supuestamente lo estaban investigando por lavado de dinero. El candidato presidencial panista nunca se recuperó de ese golpe mediático. Días antes de abandonar la Presidencia, fue exonerado. No vaya a ser que, dentro de unos meses, nos enteremos que Medina Mora también era inocente, pero ya con un nuevo ministro nominado por AMLO. De ahí que sea tan relevante saber las causas de su renuncia.

Sería gravísimo que todo esto fuera un abuso de poder del Ejecutivo, en contubernio con el Legislativo, para quitar a un ministro incómodo.

Dice Alexander Hamilton en el Federalista 78, que el Judicial es el más débil de los Poderes.
“Nunca podrá atacar con éxito a ninguno de los otros dos; son precisas toda suerte de precauciones para capacitarlo a fin de que pueda defenderse de los ataques de aquéllos”.
El constitucionalista estadunidense consideraba que “no hay libertad si el poder de juzgar no está separado de los Poderes Ejecutivo y Legislativo”.
Como el Judicial siempre se encontraba “en peligro constante de ser dominado, atemorizado o influido” por los otros dos, su “firmeza e independencia” dependía fundamentalmente de la “estabilidad en el cargo” de los jueces. Bueno, pues he aquí un caso en que un ministro no va a terminar su encargo de 15 años y no queda claro por qué. No nos sorprenda, entonces, por qué muchos se preguntan si esto es parte de un asalto del Ejecutivo y Legislativo al poder más frágil de todos.

 

Twitter: @leozuckermann

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