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Eficacia sorora

Laura Rojas

Laura Rojas

Agora

En septiembre del año pasado, cuando asumí la presidencia de la Cámara de Diputados, muchas mujeres celebraron el hecho de que la llamada Legislatura de la Paridad tuviera una presidenta. Por primera vez en la historia de nuestro país, y tras décadas de lucha, las mujeres estamos representadas de manera igualitaria que los hombres en ambas Cámaras del Congreso de la Unión y dos mujeres al frente de éstas es un gran mensaje. Sin embargo, el ocupar esa silla, para mí, debía ser más que un mensaje simbólico: debía hacer una diferencia para los millones de mujeres y niñas a quienes representamos, porque si bien el solo hecho de que las mujeres podamos ejercer plenamente nuestros derechos políticos es un logro en sí mismo, esto debe traducirse en avanzar hacia una sociedad auténticamente igualitaria y libre de violencias.

Con esa idea en mente, propuse la creación de un grupo de trabajo integrado por diputadas de todos los grupos parlamentarios y por las presidentas de comisiones relacionadas con la agenda de igualdad sustantiva entre mujeres y hombres a fin de priorizar la dictaminación de los asuntos relacionados con dicha agenda y de entablar una serie de diálogos con actores tanto del gobierno como de la sociedad civil y la academia, con quienes podríamos hacer sinergia. Nos fijamos como objetivos trabajar en contra de las violencias y el feminicidio; a favor de que las mujeres ocupemos la mitad de los espacios de toma de decisiones a lo largo y ancho del sector público; en eliminar la brecha salarial entre mujeres y hombres, y en fiscalizar el ejercicio del presupuesto público asignado para los programas proigualdad.

El resultado de este esfuerzo fue una mezcla de eficacia y sororidad digno de ser compartido como una de las mejores prácticas parlamentarias que yo haya conocido. Sin sustituir, pero impulsando los trabajos de las comisiones durante este año legislativo, dictaminamos dos reformas de lo más relevantes: la de paridad total y la de violencia política en razón de género, así como un paquete de reformas secundarias a más de 80 leyes en materia de paridad; incluimos como nuevos tipos de violencias la digital y la obstétrica, y ampliamos la pena de prisión para el delito de violencia familiar de entre seis meses y cuatro años, a entre tres y siete años.

Uno de los principales problemas para atender adecuadamente el problema de los feminicidios en el país es que en cada estado se entiende por éstos algo distinto, pero después de meses de trabajo con la Fiscalía General de la República para construir un nuevo tipo penal, la semana pasada presentamos a los congresos locales una propuesta a fin de que este delito sea el mismo y uno solo en todo el territorio nacional.

En un país donde aún existen diferencias entre lo que se paga a las mujeres y a los hombres por el mismo trabajo realizado, iniciar la discusión sobre la solución a este problema fue muy relevante, y en cuanto al seguimiento del ejercicio del presupuesto asignado a los programas proigualdad entre mujeres y hombres, defendimos la no reducción de recursos en una época en que una austeridad a rajatabla amenaza por momentos con terminar con todo.

Mi aprecio, reconocimiento y gratitud a mis compañeras Verónica Juárez, Wendy Briceño, Pilar Ortega, Rocío Barrera, Aleida Alavés, Patricia Terrazas, Lorena Villavicencio, Verónica Sobrado, Erika Sánchez, Karina Rojo, Marta Dekker, Martha Tagle, Nayeli Fernández, Olga Sosa y Guadalupe Almaguer, por demostrar, una vez más, que cuando las mujeres estamos a cargo, lo único que puede esperarse son resultados.

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