El horror. La madrugada del sábado miles de milicianos palestinos del grupo extremista islámico Hamás perpetraron un ataque sorpresivo y sin precedentes a población civil en varias ciudades en Israel: asesinando a más de doscientos jóvenes que participaban en un festival de música, paradójicamente, por la paz, y secuestrando a niños, mujeres y adultos mayores. La respuesta israelí fue inmediata atacando puntos estratégicos de Hamás en Gaza, controlada por este grupo desde 2007 y considerado territorio enemigo por Israel. Hacia la noche de ayer, domingo, medios internacionales reportaban más de mil personas muertas, tanto israelíes como palestinas, y alrededor de 2 mil 300 heridos, muchos de ellos, civiles inocentes.
Aquí algunas claves para comprender lo que está sucediendo.
Uno. El conflicto palestino-israelí ha durado casi ocho décadas, desde que en 1947, aún bajo el mandato británico sobre Palestina, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución que recomendaba la partición de Palestina en dos Estados independientes, árabe y judío, y un régimen internacional especial para la ciudad de Jerusalén. El 14 de mayo de 1948, se declaró el establecimiento del Estado de Israel, lo cual fue rechazado por el mundo árabe y detonó la llamada guerra árabe-israelí. Un año después, Israel había resultado vencedor y no sólo mantenían la zona que les fue concedida en el plan de partición de 1947, sino que la ampliaron en 5 mil 728 kilómetros cuadrados. Desde entonces las tensiones entre el Estado de Israel y grupos extremistas islámicos como Hamás no han cesado.
Dos. Tanto en Israel como en Palestina hay quienes han buscado la cooperación y la paz, pero los grupos extremistas islamistas, como Hamás y la Yihad islámica, que consideran que la guerra es un deber impuesto por dios a la comunidad musulmana para conquistar nuevas tierras y propagar el islam, han alimentado a gobiernos en Israel que durante los últimos años han ocupado por la fuerza territorio más allá de las fronteras establecidas en el acuerdo aceptado por los propios israelíes.
Tres. El ataque del sábado a la población civil israelí fue un ataque terrorista perpetrado por Hamás y la Yihad islámica, y no una guerra entre Estados. A la Autoridad Nacional Palestina, considerado el gobierno de Palestina, le fue arrebatado el control de Gaza por Hamás en 2007, por lo tanto, hay que distinguir entre el gobierno de Palestina, Hamás, un grupo extremista islamista violento, y el pueblo palestino, en general, que también sufre a causa de la violencia.
Cuatro. Los grupos extremistas violentos justifican la violencia como un método legítimo para imponer la sharia, una interpretación del Corán como ley para regir la vida, no sólo en el ámbito espiritual, sino civil y social que puede ser implementada de formas tan estrictas como el del régimen Talibán en Afganistán. Estos grupos tienen una amplia presencia en el medio oriente y Asia y consideran infieles a quienes vivimos en sociedades occidentales.
Seis. La mayoría de los países occidentales en Europa y las Américas, incluido México, condenaron el ataque y expresaron solidaridad con el pueblo israelí. Países como Alemania y los Estados Unidos han ofrecido ayuda a Israel para su defensa y el último ha enviado ya un portaaviones. Por el otro lado, Irán se ha alineado en apoyo a Palestina, mientras que China ha llamado al establecimiento de un Estado palestino independiente y Rusia se ha limitado a pedir el cese de la violencia a ambas partes. Hoy el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas abordará el tema.
Nada justifica el terror ni la violencia indiscriminada contra civiles. Los ataques de Hamás y otros grupos extremistas deben ser condenados y combatidos sin titubeos, al mismo tiempo que, sin titubeos, debe retomarse el camino de la construcción de la paz.
