Las palabras importan

Los trastornos de salud mental serán la primera causa de discapacidad en el mundo en 2030

La forma es fondo. La manera en la que históricamente nos hemos referido como sociedad a las cosas, les otorga una carga particular que pueden convertir un tema en tabú o platicarse tranquilamente en el café de sobremesa de un domingo familiar.

Aunque las enfermedades mentales son más comunes de lo que se cree —ya que afectan a aproximadamente a 25% de la población en el mundo— y la salud mental y la salud física están estrechamente vinculadas, lamentablemente existen creencias erróneas y prejuicios que ha llevado a la estigmatización y discriminación de quienes las padecen, lo que genera barreras adicionales para su atención, afectando su calidad de vida e integración social.

Algunas de esas ideas erradas incluyen la tendencia a minimizar o ignorar la importancia de estas enfermedades, creer que son signo de debilidad o falta de voluntad y que las personas que las padecen son peligrosas o impredecibles. Las consecuencias: falta de conciencia sobre la importancia de cuidar la salud mental e importantes brechas de acceso a la atención integral y los tratamientos.

El problema no es menor, pues la Organización Mundial de la Salud estima que los trastornos de salud mental serán la primera causa de discapacidad en el mundo en 2030. Por eso quiero compartirles desde este Arco la iniciativa ¡Las palabras importan!, de la Asociación Argentina de Psiquiatras con el apoyo de la farmacéutica Viatris, que busca sensibilizar sobre el poder transformador de las palabras en torno de la salud mental y promover una comunicación más asertiva que derrumbe tabúes y estigmas.

Mediante un sencillo manual dirigido a comunicadores, esta iniciativa ofrece recomendaciones que todos deberíamos adoptar, aclarando mitos con explicaciones claras para referirnos a los problemas más frecuentes: ansiedad, depresión, trastorno bipolar, de neurodesarrollo, esquizofrenia, demencias, adicciones y suicidio.

Les comparto cinco de estos valiosos elementos:

1. Eliminemos de nuestro lenguaje cotidiano las palabras loco, demente, desequilibrado, lunático, adicto, entre otros, dado que tienen un impacto descalificatorio y peyorativo. En su lugar se recomienda el uso de la expresión “personas con problemas de” salud mental y/o con esquizofrenia, trastorno bipolar, ansiedad, etcétera.

2. La ansiedad es el más común de los trastornos mentales y se caracteriza por miedo irracional o preocupación intensa y excesiva que se prolonga por semanas. Evitemos usar frases que simplifican esos sentimientos, como: “respira”, “tranquilo”o “no va a pasar nada”.

3. La depresión es mucho más que tristeza: se trata de un trastorno mental frecuente caracterizado por sentimientos de vacío, desesperanza y pérdida del interés en diversas actividades, que no es modificable por la voluntad, de la misma forma en la que tampoco lo es bajar los niveles de glucosa en sangre para un diabético.

4. Los psicofármacos o medicamentos utilizados para la atención de los diversos problemas de salud mental son seguros siempre que se administren bajo supervisión médica. Banalizar o discriminar a las personas que consumen estos medicamentos puede afectar la adherencia a los tratamientos y, por lo tanto, su salud en el largo plazo.

5. Así como las palabras, las imágenes también importan, dejemos de ilustrar la salud mental con El Grito de Edvard Münch y ayudemos a visualizar pacientes estables, compensados e incorporados a la sociedad.

Todos podemos hacer parte de las soluciones. Empecemos por cuidar nuestras expresiones.

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