Del laboratorio a la startup

En el sector salud, la innovación es la clave para superar desafíos y mejorar la calidad de vida de las personas. Tradicionalmente, la brecha entre la investigación científica y su aplicación práctica ha sido un obstáculo significativo, especialmente en países en ...

En el sector salud, la innovación es la clave para superar desafíos y mejorar la calidad de vida de las personas. Tradicionalmente, la brecha entre la investigación científica y su aplicación práctica ha sido un obstáculo significativo, especialmente en países en vías de desarrollo. Sin embargo, organizaciones como ITE Salud están demostrando que, al unir la visión de los investigadores con el dinamismo de los emprendedores, es posible forjar un ecosistema que revolucione la atención médica.

Esta iniciativa, que hoy es una organización sin ánimo de lucro y que tengo el honor de presidir, fue ideada por el hoy secretario de Salud, el doctor David Kershenobich, quien, después de una larga trayectoria como investigador y su paso como director del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán —una de las instituciones emblemáticas en investigación—, quería impulsar que los investigadores pudieran salir del laboratorio para convertir sus proyectos en soluciones a los retos del sector salud a partir de la creación de startups de base científica o bien, de la transferencia tecnológica a otras empresas.

El propósito de ITE Salud es claro y ambicioso: fomentar un ecosistema de innovación y emprendimiento para que la tecnología clínica generada y patentada en México se convierta en bienes y servicios que mejoren la salud. Esto no es sólo una declaración de intenciones, sino un modelo de operación que reconoce el inmenso valor del trabajo académico y busca darle un camino para llegar al mercado.

La respuesta a este enfoque es contundente. El Curso de Innovación y Emprendimiento en Salud ha visto un crecimiento exponencial en la participación, pasando de 220 participantes en 2023 a 440 para 2025. Este aumento de 100% en sólo dos años es una señal inequívoca del creciente interés por traducir el conocimiento científico en emprendimientos viables. Además, el 56.8% tiene un proyecto en curso, lo que subraya la madurez del ecosistema y la necesidad de plataformas que catalicen su desarrollo.

El puente crucial entre la idea y el negocio es el Programa de Incubación de Emprendimientos Científicos en Salud (PIECS), la segunda fase de formación diseñada específicamente para equipos que ya han validado sus ideas y necesitan un modelo de negocio sólido. A través de una estructura híbrida que combina clases magistrales, mentoría y sesiones de trabajo, se busca asegurar que los proyectos no sólo sean científicamente prometedores, sino también comercialmente sostenibles.

Los primeros resultados de esta sinergia demuestran el enorme potencial de los científicos mexicanos y de sus proyectos que realmente pueden cambiar la vida de millones de personas. Ejemplos como BIOWIT —la primera startup acelerada por ITE Salud—, fundada por la doctora Tatiana Fiordelisio, investigadora de la UNAM, que desarrolló un dispositivo point of care para la detección molecular de VPH en 45 minutos, compatible con autotoma de muestra y cuya tecnología permite la detección de otras biomoléculas, que en 2024 anunció una inversión de origen canadiense por más de 3 millones de dólares; HEPATOFIBROSOL-24, una computadora molecular que interfiere la fibrosis hepática y, por tanto, previene la cirrosis, evitando el trasplante de hígado, desarrollada por Ricardo Strausz, doctor en ciencias y matemáticas, también de la UNAM. Otros proyectos notables incluyen el Sistema de Alerta y Monitoreo Remoto para la cadena de frío de vacunas, diagnósticos moleculares para embarazadas y un sistema de navegación multiespectral para cirujanos.

En un mundo donde la salud enfrenta desafíos constantes, el modelo de ITE Salud y su enfoque en nutrir las ideas desde la academia hasta el mercado es un faro de esperanza. México tiene el potencial de convertirse en un hub de innovación y el talento de los científicos mexicanos es, sin duda, la piedra angular.

Temas: