Precariedad

Lucina Jiménez, directora del INBAL, deberá ofrecer públicamente un reporte de las condiciones de las escuelas del Instituto.

El diagnóstico hecho por los alumnos de las escuelas del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) retrata un paisaje devastado que, a esta altura de su gestión, Lucina Jiménez López, titular del Instituto, tendría que atender con rapidez y ofrecer, públicamente, un reporte de las condiciones en que tiene a cada uno de esos planteles.

Y si no lo hiciera de forma voluntaria, la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados tendría la obligación de llamarla y solicitarle información sobre el tema, aunque sabemos que, desde hace tiempo, esa instancia olvidó sus deberes y se dedica más bien a la pachanga legislativa.

Uno supondría que la conocidísima “reingeniería interna” o “el rediseño institucional”, que presumió Jiménez al inicio de su gestión, tendrían ya algún efecto en el Conservatorio Nacional de Música (CNM), la Academia de la Danza Mexicana, la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, la Escuela Superior de Música (ESM), La Esmeralda o en la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT).

Sin embargo, la realidad expuesta el pasado martes por los estudiantes, afuera del Palacio de Bellas Artes, es que éstas siguen siendo el último eslabón en la cadena de prioridades.

¿Por qué entonces funcionarios como ella y Juan Carlos Bonet encabezan una ceremonia, posan para la foto y sonríen con impudor mientras entregan un galardón, como la Medalla Bellas Artes, a quienes merecen el reconocimiento de un país que se nutre con su obra?

Es un contrasentido figurar con quienes entregan su vida a México mediante su obra literaria, artística, escénica y arquitectónica mientras que en el Instituto Nacional de Bella Artes y Literatura se bajan las cortinas, se barre la basura debajo del tapete y se hace mutis cuando la cantera de violinistas, pianistas, compositores, artistas escénicos y bailarines del futuro pide a gritos recibir una educación en condiciones dignas.

¿Qué exigen los muchachos? Modernizar los planes de estudio de todas las carreras y disciplinas, así como afinar y ajustar pianos y otros instrumentos en salones y auditorios, incluso en la Sala Silvestre Revueltas; incluir inglés y técnica Alexander como materias obligatorias, en el caso del Conservatorio Nacional de Música; dar mantenimiento a las salas Angélica Morales y Silvestre Revueltas de la Escuela Superior de Música; reparar la casona del plantel Fernández Leal, entre otros espacios; recibir internet inalámbrico; regularizar los pagos a maestros; reparar duelas, espejos, goteras, instalaciones eléctricas, y dar seguimiento a los casos de violencia. Además, peticiones tan básicas como: mantenimiento de baños, restitución de sanitarios, asegurar el suministro de agua, servicio médico, psicológico y nutricional de calidad, insumos médicos e iluminación en espacios abiertos, fisioterapia especializada para músicos y artistas escénicos.

Toda esta problemática viene desde sexenios pasados, pero la actual gestión de Lucina tampoco ha intentado atenderla. El martes recibió 15 pliegos petitorios de las escuelas del INBAL y admitió que tan sólo para cubrir las necesidades del Conservatorio se requieren cerca de 50 mdp, monto que podría ser cubierto con una campaña de procuración de fondos que la Fundación INBA, A.C. (Finba) inició el pasado 10 de diciembre. Esperemos que el próximo ciclo escolar de las escuelas del INBAL inicie con mejores noticias y no con este panorama decadente.

PREMIO AL MÉRITO

Hace unos días el Senado de la República aprobó un acuerdo por el que se otorgará el Premio al Mérito Literario Rosario Castellanos a la escritora Luisa Josefina Hernández (1928), autora de obras emblemáticas como Los grandes muertos y Apocalipsis

cum figuris.

**Con motivo de las fechas decembrinas, esta columna tomará un descanso y volverá el sábado 14 de enero. ¡Felices fiestas!

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