Letra muerta

A cuatro años de distancia, ninguna autoridad se ha interesado por cumplir con la implementación de los vales de cultura.

 Ha pasado suficiente tiempo, desde que se publicó la Ley General de Cultura y Derechos Culturales con su reglamento (2017-2018), como para advertir que a ninguna autoridad le ha interesado cumplir con la implemen­tación de los vales de cultura que, en teoría, facilitarían el acceso de niñas, niños y jóve­nes de los sectores más vulnerables a expo­siciones, funciones de ópera, danza, cine y teatro, sin que sus padres sacrifiquen parte de su magro ingreso.

Si bien la titular de Cultura, Alejandra Frausto, ha intentado empujar una activi­dad semejante en sus 300 Semilleros, en festivales comunitarios, dentro del Complejo Cultural Los Pi­nos y el Proyecto Chapultepec (aún inacabado), para ampliar el acceso del público a activi­dades gratuitas, éstas sólo be­nefician a los habitantes de la capital y se ha marginado a esa franja de asalariados de todo el país que tienen la mira puesta en subsistir.

Según el artículo 8 de dicha ley, “la SC coordinará y promoverá el programa de asignación de Vales de Cultura con la par­ticipación del sector social y privado, de las entidades federativas, de los municipios y de las alcaldías de la CDMX, para incrementar el acceso a la cultura de los sectores vulnera­bles”, lo cual no se ha llevado a cabo.

Su reglamento (de noviembre de 2018) estableció que la SC convocaría a las auto­ridades de los tres órdenes de gobierno con atribuciones en materia cultural, así como a los sectores social y privado, a participar en el Programa de Asignación de Vales, confor­me a las reglas de operación que expediría la propia SC, lo que tampoco se ha realizado.

Recuerdo que Alfonso Suárez del Real (Excélsior, 03/09/2018), extitular de Cul­tura de la CDMX, ponderó la importancia del tema poco antes de asumir dicho cargo: “Para mí es clarísimo el esquema, pero te­nemos que coincidir en que federalmente lo estén viendo de la misma manera. Me parece que debemos aplicar el esquema brasileño y explicar a los empresarios que a sus trabajadores les pueden dar vales de cultura, para lo cual debemos ubicar qué vamos a facilitar; es decir, con qué editoriales, teatros, disqueras y descargas nos vamos a aliar para que reciban los vales.

“Se trata de ver las dos vertientes, la empresarial, que pueda deducir parte de los impuestos a través del otorgamiento de este beneficio; y reactivar de manera ordenada algo que estábamos perdiendo, la industria editorial mexicana, la disquera y del espectáculo, para el acceso a la cultura de los mexicanos”, explicó.

En octubre de 2018, Frausto aseguró que replantearía la aplicación de los vales, debido a que su esquema, “inspirado en el modelo brasileño, es limitado”, y tres meses después aseveró que su proyecto no podría reducirse a eso.

A cuatro años de aquellas declaraciones, los vales de cultura fueron olvidados y, hoy, la ley no es más que letra muerta. La confirmación de esto llegará durante la Conferencia Mundial de la Unesco sobre las Políticas Culturales (Mondiacult) 2022, que se realizará en Chapultepec, del 28 al 30 de septiembre, en la que el tema ni siquiera será considerado.

HUAPANGO

Nada como las redes sociales para elevar el ánimo y el espíritu de las fiestas patrias. Eso me sucedió ayer cuando vi circular el tuit de Jenaro Villamil, titular del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), quien intentó aportar el dato culto sobre el desfile del 16 de septiembre y refirió la inexistente obra Huapango de Montoya (más bien de Moncayo), una de las obras sinfónicas más conocidas dentro y fuera de nuestras fronteras, al grado de ser ubicada como el segundo himno nacional de México, título que se disputa con la Marcha de Zacatecas. Ni modo, sólo nos quedará la duda de si se trató de un desliz, la magia del cochino autocorrector o simple ignorancia.

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