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Vida

Joselo

Joselo

CrockNICAS MARCIANAS

No vale nada la vida, la vida no vale nada, cantaba José Alfredo Jiménez al son de los mariachis, y muchos de nosotros lo acompañamos cantando tantas veces en esas cantinas que no cerraban nunca. La vida no vale nada, dicen, pero si de repente enfermamos de algo un poco más grave que una gripa, nos entra un amor por la vida que no vieras, hacemos hasta lo imposible por salir de esa enfermedad y volver a estar bien. La vida cambia de valor si el que se está muriendo es un ser querido o, peor, cuando éste ya se nos fue, ahí la vida vale mucho, deseamos que sea eterna, o más larga al menos, para tenerlos un poquito más de tiempo con nosotros. 

La semana pasada, The Rolling Stones dieron el aviso de que pospondrían el tour No Filter que tenían planeado hacer en Estados Unidos y Canadá del 20 de abril a finales de junio. La razón, que Mick Jagger estaba mal de salud. Al principio no dijeron qué tenía. Keith Richards publicó en Instagram buenos deseos a su compañero, qué bonito detalle, aunque el mito que a la gente le gusta preservar es el de que los Glimmer Twins no se hablan y se odian a muerte, pero aquí se demostró lo contrario. Resultó que a Mick lo operaron del corazón y, sin tener que abrirle el tórax, los médicos lograron reemplazar la válvula defectuosa. Como todo salió bien, auguran que se pondrá de moda la marca de válvula cardiaca que usaron. ¡Hágame usted el favor!

Mick Jagger posteó un mensaje a sus fans en Instagram diciéndoles que haría lo posible por recuperarse, para estar muy pronto de vuelta en los escenarios. No lo dudo ni tantito: Jagger estará listo para el verano.

Desde que los Stones empezaron a rodar, por allá a principios de los 60, Jagger estaba en buena forma. Siendo su padre maestro de educación física, no sólo recomendaba a su hijo hacer ejercicio, sino que lo obligaba a hacerlo. Y pobrecito de él si no lo hacía. Un icono de rebeldía, pero ante su padre, Basil Joe Jagger, se cuadraba.

Hasta antes de la operación, Mick Jagger corría 12 kilómetros diarios, nadaba una hora o hacía kickboxing y ciclismo. También ballet, yoga y pilates para tonificar sus músculos. Dicen que se estaba cuidando mucho, pues hace dos años tuvo un hijo, al que desea ver crecer y, para eso, obviamente, necesita estar vivo. Supongo que lo logrará: su padre murió a los 93 años y Mick Jagger apenas tiene 75.

Quien también empezó a “cuidarse” es Keith Richards. Y, claro, lo pongo entre comillas porque la noticia que corrió por todo el mundo hace unos meses fue que el guitarrista había dejado el alcohol, pero ya leyendo bien el reportaje uno se entera que no lo dejó completamente, se toma sus cervecitas de vez en cuando. Eso es trampa, Keith, así no se vale.

Pero, bueno, yo qué, la verdad es que le funciona, y le funciona bien. No lo van a operar de nada, no le van a poner un hígado nuevo ni están consiguiéndole un riñón. Será que, otra vez remitiéndonos a los papás, heredó la fortaleza de su padre ante el alcohol. El de Keith era un bebedor de ron que aguantaba más que ningún otro. En su biografía, Vida (que debería llamarse Jugándose la vida), cuenta que se reconcilió con su padre cuando éste ya era mayor y se lo llevó de gira. Junto con sus músicos y entourage jugaban dominó durante días y noches enteras, bebiendo, por supuesto, y dejaba a todos tirados.

Pero la vida se puede ir en un segundo, nos cuidemos o no. Ya sea por el destino (o Dios o la Madre Naturaleza) o por decisión propia. La vida no vale nada, canta mi tocayo José Alfredo Jiménez, y yo le contesto que vale mucho, que queremos seguir aquí creando, cambiando el mundo, luchando contra lo que no nos parece y, ¿por qué no?, disfrutando al máximo. Así como dice mi compañero y hermano Rubén Albarrán cada noche que tocamos juntos:  ¡Qué viva la vida!

 

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