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Premio ¿Víctor? Hugo

Joselo

Joselo

CrockNICAS MARCIANAS

En mi primera novela, Los Desesperados, la ciencia ficción juega un papel muy importante. Los puristas dirán que no es ciencia ficción en estricto y, por supuesto, tienen razón. Pero yo no soy purista en nada, ni en la música ni en la literatura ni tampoco en la religión. Considero que puedo jugar a mi antojo con diversos géneros. No pasa nada, ¿o sí? Y en lo religioso, bueno, tal vez me vaya al infierno.

Amo la ciencia ficción, fue el primer género que comencé a leer, o debería decirlo al revés: comencé a leer gracias a la ciencia ficción. Este género me hizo lector y le tengo mucho aprecio. Me cambió la vida. Será por eso que sigo leyendo autores en este género que no escriben muy bien, pero que tienen grandes ideas, cuentos que son malos, malísimos, pero me generan un cortocircuito en el cerebro haciéndome meditar sobre cosas a las que no llegaría solito. Además, leer ciencia ficción me divierte, eso debe ser lo más importante a la hora de escoger un libro en el que vas a invertir varias horas de tu vida.

Así que en las entrevistas sobre Los Desesperados hablo mucho sobre ciencia ficción. Los autores que me gustan: Philip K. Dick, J. G. Ballard, Neal Stephenson; las novelas que me han marcado: Matadero cinco, de Kurt Vonnegut; Estación de tránsito, de Clifford D. Simak; los libros nuevos que descubro que ocupan ya un lugar entre mis favoritos: The Power, de Naomi Alderman; Redshirts, de John Scalzi.

Del año pasado para acá me he dado a la tarea de leer todas las novelas que hayan recibido el Premio Hugo a la mejor novela. Hice una lista de las que ya tengo y de las que me faltan. He leído bastantes, pero, claro, me faltan muchísimas todavía. Además, cada año hay un nuevo título que debo leer. Esto no se acaba nunca.

En una entrevista de radio que tuve, la locutora cometió un error: en vez de decir Premio Hugo, dijo Premio Víctor Hugo. Quizá fue algo que le salió sin darse cuenta. O tal vez ella cree que el premio se llama así, que el Hugo que se menciona viene del gran escritor francés. No lo sé. No la corregí al aire y tampoco le pregunté al finalizar el programa. Me dio risa, pero no por burlarme de ella, sino porque, con una palabra (un nombre), elevó a la ciencia ficción y la puso al nivel de la literatura clásica, un lugar en el que no está y, según muchos, no estará jamás.

El nombre del Premio Hugo viene de Hugo Gernsback, quien acuñó el término Science

Fiction para aquellos relatos que publicaba en su revista Amazing Stories, allá por el año de 1930. La literatura de ciencia ficción se desarrolló en los pulps, revistas que olían mucho a tinta, las cuales se vendían por género: policiaco, misterio, terror, wéstern y del espacio. Hay autores que crecen en este elemento, pero que, por alguna razón, se salen, o los sacan, y obtienen el éxito de la crítica literaria: Ray Bradbury, Kurt Vonnegut y Ursula K.Le Guin son un ejemplo. Philip K. Dick siempre quiso salirse del gueto de la ciencia ficción, pero nunca lo logró. Tiene varias novelas serias, que recuerdan mucho a las del autor de Revolutionary Road, Richard Yates. No son malas, retratan muy bien la forma de vida del estadunidense de la costa oeste a mediados del siglo pasado, sólo falta que un autor serio las valide. Qué ironía. Philip K. Dick vivía frustrado por no ser reconocido como escritor serio, pero estoy seguro de que pasará a la historia igual que Dickens y Víctor Hugo, por la ciencia ficción, claro, no por esas novelas que él consideraba serias.

La historia se reescribe cada día. El pasado es percibido de manera distinta conforme nos movemos en el tiempo. Autores caen en el olvido y aquellos que estaban olvidados resurgen, son leídos con otros ojos, con otra mentalidad. Hoy que se habla de contenidos (para series de TV, películas, noticias), la literatura de ciencia ficción los suministra todos. Tal vez sea hora de que se le dé el valor que merece.

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