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Joselo

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CrockNICAS MARCIANAS

Estaba sumergido en la lectura de La uruguaya (Emecé Editores, 2017), novela del escritor argentino Pedro Mairal, cuando de repente la página que le seguía a la 96 era la página 65. Estaba tan enfrascado en la lectura que durante un rato no supe qué estaba pasando. La uruguaya es una novela absorbente, puedes leerla de un tirón; es tan divertida y emocionante —como un thriller, pero sin los lugares comunes— que no quieres que termine, dan ganas de retrasar su final.

Yo no tuve que hacer nada para detener la lectura, las páginas del libro me frenaron completamente. Es un error de imprenta, pensé, de seguro están repetidas unas cuantas páginas y después seguirá el orden normal. Pero no. Continué con la lectura y al llegar otra vez a la 96, en vez de pasar a la 97 seguía la 130. No pude evitar leer un poquito de esa página, pero no entendí nada, y por suerte dejé de leer.

Yo solito me estaba spoileando la historia que tanto me gustaba. Me dio rabia, pero, cosa rara, me entró una especie de nostalgia, una tristeza. Me quedé pensando que así es la vida: hay partes de la historia de un ser amado que jamás sabremos sobre ellas; lagunas mentales o situaciones que se nos van olvidando y no recuperaremos jamás, como las páginas que le faltan a mi libro.

Hacía muy poco me había pasado algo parecido con otra novela: El libro de las cosas nunca vistas, de Michel Faber. Las 13 páginas entre la 354 y 367 no estaban en ningún lado. Desaparecidas completamente. En ese caso seguí leyendo esperando que en esas 13 páginas no hubiese pasado algo sumamente importante. Trece páginas de un libro de 500 no son muchas. Con La uruguaya no podía hacer lo mismo, porque es un libro de 167 páginas y que le falten 34 es un porcentaje mucho mayor. Y bueno, en cada página hay información trascendental, una nueva pieza del rompecabezas.

La uruguaya está contada en primera persona por un escritor argentino en quiebra, que va a Uruguay para sacar dólares del banco y llevarlos de contrabando a su país, Argentina, el cual sufre una situación económica muy especial, donde los dólares tienen distinto valor dependiendo en dónde los compres o cambies. Durante el viaje va rememorando un encuentro del verano pasado con una mujer, una joven uruguaya, a quien tiene intenciones de volver a ver, si es que algo no interrumpe sus planes. Pasan muchas cosas, las cuales no sabré hasta conseguir un libro con las páginas completas.

Publiqué en mi cuenta de Instagram (@Joselo.oso.rangel) lo que me había pasado. Incluso puse fotos de los libros, para que se viera el salto de los números de página, como una prueba del crimen, como si necesitara testigos. Así descubrí que muchos amigos ya la habían leído y les había encantado. Una joya, decían. ¿Por qué no me la habían recomendado? Claro, la novela tiene varios años, es de 2017, yo la tenía ahí en mi librero desde que la compré en un viaje a Argentina, esperando a que me decidiera leerla. Varios amigos se ofrecieron a prestármela para que la terminara de leer. Pero fue Gabriel Sandoval quien me hizo llegar una copia de regalo con una nota: “ésta sí tiene las páginas completas, ya la revisé. Cuando Pedro Mairal esté en México, te lo presento, es un tipazo, y nos vamos a cenar juntos”.

¿Para qué esperar? En este viaje que acabamos de hacer a Argentina lo invité al Teatro Colón para vernos tocar con la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires. Tenía ganas de hacerle muchas preguntas: ¿Cómo es que escribió una novela tan buena? ¿Es autobiográfica? Por suerte no pude hacerle esa última, que es lo peor que le puedes preguntar a un escritor. No obstante, quedó pendiente la cena y las preguntas me las hizo él a mí. Pedro Mairal tiene un programa de radio, Táchame el Nobel, donde entrevista a creadores en distintas ramas del arte.

La próxima vez que a uno de mis libros le haga falta páginas me aguantaré la rabia y la nostalgia que pueda provocarme. Si por unas páginas perdidas pude conocer a un escritor que admiro, guardo la esperanza de que me vuelva a suceder.

 

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