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Liquits

Joselo

Joselo

CrockNICAS MARCIANAS

La segunda vez que vi tocar en vivo a los Liquits hubo redada. Fue en el Rockotitlán, el original que estaba en Insurgentes, por ahí, por la Plaza de toros. Iba con mi entonces pareja, Julieta Venegas. Le dije a Julieta: tienes que venir a ver a esta banda, ¡están locos! No sé si esa noche tocaron con ellos Nudo o Corte Malibú, todos eran amigos, algunos estudiaban en Fermatta, que era una escuela de música muy nueva. 

En la primera alineación que le vi a los Liquits aún no estaba Ro. Él tocaba la guitarra en Corte Malibú, donde una chava, Liz, cantaba. Los Liquits eran Teo en la batería, Edi en el bajo, Diego Berruecos en la guitarra y Facundo Gómez en la voz. En varias de las canciones aparecía un invitado especial, el Peli (Pablo Fulgueira), quien se disfrazaba de karateca en Kurasaibo y lanzaba patadas y estrellas ninja al público, que las esquivaba. En K-Man salía de superhéroe con un martillo. Luego se disfrazaba de Patito de Hule, para la canción del mismo nombre. Varias de sus amigas subían a bailar esa misma canción (la última del show), con una toalla amarrada, cubriéndoles el pecho, pero dejando sus brazos y piernas desnudos. Era un final apoteósico. Algunas canciones se perdieron con el tiempo. Recuerdo una que se llamaba Supérame ésta, un funk donde Facundo hacía unos pasos de baile y señalaba a alguien del público, retándolo a superarlo. El señalado subía al escenario y hacía sus pasos de baile y el público lo ovacionaba. Facundo lo hacía dos o tres veces más antes de terminar la canción.

Como les digo, esa noche hubo redada. Llegaron policías y no dejaron salir a nadie, prendieron las luces del antro. Lo que le revisaban a cada uno de los ahí presentes era que fueran mayores de edad. La mayoría no tenía ni siquiera 16 años. Yo tenía 28, Julieta, 24, más o menos. Así que no teníamos nada que temer, mostramos nuestras identificaciones y ya. Pero los demás, puros chavitos, estaban aterrados. Eso era lo que más me sorprendía de los Liquits, que estaban muy, muy jóvenes, y su público era de su misma edad o menos. Todos se vestían muy parecido y tenían un lenguaje propio, inventado por ellos mismos. Muchas de las canciones de los Liquits eran en español, pero había en inglés y en ese idioma inventado que yo no entendía.

Me gustaba eso, no entender nada, no saber de dónde habían salido esos jóvenes tan talentosos. Café Tacvba estaba de gira con el Avalancha de Éxitos, y luego haríamos el Revés. En ese entonces yo vivía solo en la colonia Tizapán, San Ángel, y casi, casi, adopté a los Liquits y a todos sus amigos. ¿O ellos me adoptaron a mí? Hacíamos unas fiestas descomunales en mi pequeño departamento (perdón, exvecinos); escuchábamos a Molotov, Plastilina Mosh y Zurdok a todo volumen; les prestaba libros de Charles Bukowski y Paul Auster; les prestaba mis guitarras y amplificadores, todo para que siguieran haciendo música tan interesante como la que ya hacían. Cuando grabaron su primer disco, la alineación de los Liquits ya había cambiado. Entró Ro a la guitarra y voz, y Facundo se fue a hacer programas de televisión y radio, Diego Berruecos comenzó a hacer fotografía y arte. Los dos son muy conocidos en sus áreas de trabajo.

Durante todos estos años que tienen como banda he tenido la oportunidad de tocar con ellos muchas veces. Me acompañaron en la grabación de mi primer disco solista, Oso, y salieron de gira conmigo. Me invitaron a colaborar en la composición de una de sus canciones más conocidas, Desde que. He estado acompañándolos por lo menos 23 años de los 26 que ya llevan juntos.

Mañana sábado los Liquits se despiden como banda en el Vive Latino. Me están invitando a subir a tocar con ellos. Si era sorpresa, ya no lo es, pues se los estoy contando. ¿Cómo no iba a estar en su última tocada? Si me ven una lágrima no es que esté triste, no es mi llanto, es el humo del cigarrillo que me hace llorar.

 

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