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Evo Morales: de democracia y golpes (II y último)

José Luis Valdés Ugalde

José Luis Valdés Ugalde

Una vez que logremos desmitificar este asunto, podremos debatir sobre el derecho de Evo Morales (EM) a ser aceptado y recibido como asilado político en México.

Salvo al sha de Irán, no se había aceptado como asilado en México a ningún actor que tuviera pendientes con la justicia de su país. Al sha lo derrocó la Revolución Islámica el 11 de febrero de 1979 y a instancias de Henry Kissinger, el gobierno de López Portillo lo asiló en Cuernavaca, polémica incluida. A EM se le recibe en México hace un mes, después de renunciar a la presidencia, acusado de fraude electoral y presionado por la élite militar para lograr evitar un derramamiento de sangre y levantamientos en diversos territorios de Bolivia. Lo importante de estudiar el caso de este nuevo asilado y protegido en nuestro país es si era procedente el ofrecimiento de asilo dado su cuestionado antecedente político legal.

¿Qué fue exactamente lo que pasó en Bolivia a partir del 20 de octubre en que se celebraron elecciones generales? En un reporte reciente la OEA entregó un informe creíble y bien documentado de 100 páginas. Informe que el mismo EM habría solicitado para esclarecer los elementos del fraude electoral. La carta compromiso entre las partes inicia así su acuerdo para realizar su informe: “que el gobierno del Estado plurinacional de Bolivia, envió una comunicación por medio de la nota GM-Cs-386-2019, fechada el 22 de octubre de 2019, dirigida al secretario General de Ia Organización de los Estados Americanos mediante la cual solicitó una Auditoria Electoral al Cómputo Oficial de los votos de las Elecciones generales del 20 de octubre de 2019; y que en fecha 22 de octubre de 2019, mediante nota OSG-3 43-l9, la SG/OEA aceptó realizar un Análisis de Integridad Electoral”. Este acuerdo fue firmado por el secretario general de la OEA, Luis Almagro, y por Diego Pary Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores de Morales. Dicho preámbulo dio como resultado el informe final, Análisis de Integridad Electoral. Elecciones Generales en el Estado Plurinacional de Bolivia, el cual da cuenta de algunos elementos muy relevantes. El primero de ellos “establece que el gobierno del expresidente EM recurrió a mentiras, manipulación y fraude para asegurar su victoria”. Es decir, se hace constar que EM estuvo al tanto o fraguó de principio a fin el fraudulento proceso electoral, mismo que lo llevó a renunciar. El informe continúa diciendo que ocurrieron “un conjunto de operaciones maliciosas encaminadas a alterar la voluntad de los votantes”. Se señala que en general hubo una mezcla “deliberada” de malas acciones combinadas con una serie de errores e irregularidades en el conteo de los votos que hicieron imposible validar los resultados. El propio EM, al llamar a la OEA como mediadora, no sólo la reconoció como actor legítimo, sino que también tuvo como propósito atemperar los caldeados ánimos que este resultado anómalo provocó entre amplios sectores del pueblo boliviano, toda vez que la caída del sistema de dos días levantó las obvias sospechas de que ésa había sido una elección alterada por EM y sus colaboradores. Los 36 auditores de la OEA detectaron que las autoridades electorales habían montado “un esquema tecnológico paralelo” con servidores ocultos que permitieron la alteración de los resultados y la falsificación de firmas de los observadores electorales. Así, para cuando EM se propuso declarar su victoria, a pesar de las acusaciones de fraude, el caos generalizado y el levantamiento de amplios sectores sociales ya eran imposibles de contener. Aquí fue donde perdieron la vida más de 30 personas.

Lo siguiente ya se conoce: el 10 de noviembre vino el empujón de la élite militar que condujo a la renuncia de EM. Un gobierno provisional ha hecho un llamado a elecciones extraordinarias, lo cual ha sido aprobado por unanimidad en las dos cámaras bolivianas, con los votos de los congresistas del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido político de Morales. En este mismo acuerdo legislativo se prohíbe la participación en la contienda presidencial de EM y su exvicepresidente, Álvaro García Linera. Ante la saga descrita, la pregunta que reclama nuestra atención es: ¿se merecía nuestro asilo un mapache electoral, encarnado por EM, quien se las arregló para permanecer catorce años en el poder en contra de la Constitución boliviana? Un gobierno como el de Andrés Manuel, cuyo reclamo en contra del fraude electoral significa su esencia principal, ¿no traiciona su credo al hacerse cómplice de un líder fraudulento, al cual se le piensa pagar un salario superior al del Presidente? Ésta es la pregunta central. Lo demás es demagogia populista.

 

 

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