Atrapados sin salida: entre Trump y Cortés
Si bien en diplomacia, existen los llamados canales traseros, lo que importa en este caso son los contenidos: ¿querían Trump y Kushner que asistieran los secretarios de Defensa y de Marina? ¿Se habló sobre el terrorismo cibernético ruso y chino?
Vivimos tiempos “líquidos”, como diría Bauman (“Modernidad líquida”). El presente, y a veces el futuro, se nos diluye entre las manos a gran velocidad. Quedaron atrás los tiempos “duros”, cuando el presente (incluso el futuro), el tiempo y el espacio tenían mayor perdurabilidad, mayor consistencia, quizá.
No obstante, para lo que no están preparados los tiempos líquidos es para el trasnochado delirio humano que todo lo desquicia en el contexto de la interacción social, pero más cuando viene del poder.
Solicito su ayuda: ¿fue cierto que el 19 de marzo Andrés Manuel López Obrador se reunió con Jared Kushner, yerno de Donald Trump, en uno de los patios traseros de una televisora mexicana?, ¿acaso fue también cierto que López Obrador exigió al rey de España, Felipe VI, y al Vaticano disculpas por los agravios de la conquista?
O si acaso fue todo esto una pesadilla, les ruego que me manden despertar con un emisario de confianza. Y si fue cierto, preparemos la terapia colectiva que requiere todo el gabinete de política exterior, quienes parecieran haber perdido la razón o haber sucumbido a lo más hondo y vulgar de la abyección humana ante el poder absoluto. El de adentro y el de afuera.
La forma actual de conducir la diplomacia mexicana es un claro ejemplo de cómo no debe de hacerse política exterior moderna.
No hacerse responsable es una salida cómoda, pero que, ya se está viendo, sólo conduce al fracaso y puede traer consecuencias graves.
En términos de opinión pública nacional e internacional, impacta no saber bien y a fondo los temas de la agenda de la improvisada reunión en la casa de un funcionario de una
televisora mexicana.
Primero, es imperativo cuestionar que un actor privado (presumiblemente el intérprete entre Andrés Manuel López Obrador y Jared Kushner), haya sido no sólo anfitrión, sino también depositario de asuntos de Estado del más alto nivel, sobre la relación exterior más importante de México.
Segundo, importa que sepamos cómo se originó esta reunión y si la agenda de Jared Kushner se superpuso a la del jefe de Estado.
Dado lo sorpresivo de este encuentro “en lo oscurito”, se antoja pensar que Presidencia no tenía contemplada esta reunión y si la tenía, ¿por qué no se nos informó y se mantuvo en secreto?
Si bien en diplomacia, existen los llamados canales traseros (backchannels), lo que importa en este caso son los contenidos: ¿querían Donald Trump y Jared Kushner que asistieran los secretarios de Defensa y de Marina? ¿Aparte de lo hecho público, se habló sobre el terrorismo cibernético ruso y chino?
Supuestamente Washington pregona, a través de información de inteligencia de la Agencia de Seguridad Nacional, que ambos países han intentado penetrar los sistemas de seguridad mexicanos y que ya han detectado agentes rusos operando en México.
Son preguntas para Andrés Manuel López Obrador, quien, ante los embates recientes de Donald Trump de cerrar la frontera ha contestado, “como dicen los jóvenes, ¡zafo!”, o sea, amilanándose socarronamente; olvidando su promesa de campaña de contestar los tuits de Trump y no aprendiendo de las respuestas firmes de estadistas de verdad como Angela Merkel, quien no lo ha dejado sobrepasarse y ha optado por una diplomacia ofensiva ante las provocaciones.
Sobre el reclamo a España y al Papa, este último ya dejó claro que no pedirá perdón de nuevo y para rematar, que no vendrá a México.
Por otro lado, es lamentable que se use la relación con España para distraernos demagógicamente de los serios temas internos.
Con estos actos delirantes, no es difícil prever que vendrán tiempos difíciles para la política exterior mexicana. Hay que sacudirse los complejos.
