Monumento a la Revolución, testigo de estafeta generacional

La tercera referencia, “queremos un México unido…” pareciera un indicativo social para las próximas elecciones de 2024, el factor de decisión que puede orientar libre preferencia debe ser el compromiso y proyecto de unidad nacional, fortaleza social, soberanía respetuosa, libertades garantizadas, paz materializada, respeto de los cauces democráticos...

El Monumento a la Revolución fue concebido en el marco de la conmemoración del Centenario de la Independencia como recinto del Palacio Legislativo federal. Con 14 mil metros cuadrados, más allá de su historia de edificación, es espejo de la “tradición" mexicana: el gobierno proyectó y no cumplió, proceso de creación envuelto en situaciones irregulares, como concurso “sin ganador" y asignación directa cuestionable, cambio de finalidad para su uso y mucho trabajo de mano de obra (tres mil obreros al mismo tiempo) que construyeron lo más increíble en su momento, hasta elevador curvo en la cúpula.

Sin intención, también el Monumento a la Revolución se ha convertido en un epicentro lúgubre, funesto, de aquello que va “muriendo”. Por ejemplo, en las cuatro columnas (Independencia, Ley Agraria, Ley Obrera, Reforma) se encuentran los restos de Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles y Francisco Villa; cuyas directrices institucionales —lo primero— y principios de lucha —los segundos— han evolucionado, cambiado o desaparecido.

En el Monumento a la Revolución, el 6 de marzo de 1994, el candidato presidencial priista, Luis Donaldo Colosio Murrieta, pronunció un discurso del cual, con rigor periodístico de no descontextualizar, se citan tres frases: “La modernización económica sólo cobra verdadero sentido cuando se traduce en mayor bienestar para las familias mexicanas y para que sea perdurable debe acompañarse con el fortalecimiento de nuestra democracia”; “Yo veo un México con hambre y sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla…”; “Queremos un México unido… fuerte… soberano… de libertades… con paz, porque son amplios los cauces de la democracia y la justicia”.

La primera referencia la retomó el candidato-relevo y posterior presidente 1994-2000 Ernesto Zedillo Ponce de León desde el lema de campaña “Bienestar para tu familia”. Ya como titular del Ejecutivo transformó instituciones, le tocó el primer Congreso legislativo, cuyo partido no tendría la mayoría, instrumentó el andamiaje del Poder Judicial que ahora se tiene, e incluso le tocó la gran polémica por el candidato de origen tabasqueño —Manuel López—, señalado por no tener temporalidad domiciliaria en el entonces Distrito Federal, impedimento de candidatura a jefe de Gobierno, sin embargo, ganó y tuvo el puesto del 5 del diciembre de 2000 al 29 de julio de 2005.

La segunda referencia, “veo un México con hambre y sed de justicia…”, paradójicamente, se materializó en el Monumento a la Revolución el 13 de noviembre de 2022. Los asistentes tenían un común denominador que, después de 28 años, parece vaticinio: “gente agraviada por distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla”. Todo lo anterior resumido en una frase: “El INE no se toca”. Y como el propio Colosio lo describió “mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades…”. Acción que tuvo como respuesta otra manifestación, primero, “a favor de la modificación al INE” y, días después, “en apoyo al cuarto informe de gobierno”; en cualquier caso, parecería —como el mismo Colosio completara la frase— por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Cabe recordar que ahora es público que la sugerencia de reacción política gubernamental fue del recientemente fallecido (13 diciembre 2022) gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta.

La tercera referencia, “queremos un México unido…” pareciera un indicativo social para las próximas elecciones de 2024, el factor de decisión que puede orientar libre preferencia debe ser el compromiso y proyecto de unidad nacional, fortaleza social, soberanía respetuosa, libertades garantizadas, paz materializada, respeto de los cauces democráticos y marco con absoluto cumplimiento del gigantesco concepto “justicia”.

Y en torno al Monumento a la Revolución hay un testigo-protagonista que marcha en su propio camino con los tiempos históricos. Luis Donaldo Colosio Riojas, a los ocho años, escuchó el discurso de su padre aquel 6 de marzo de 1994; debió escuchar mucho en voz de su abuelo sobre la “Revolución” durante la infancia; y ahora (2022) atestiguó la expresión social del 13 de noviembre, tanto en la Ciudad de México como en muchas otras urbes del país. Incipiente político que de diputado local en Nuevo León (2018-2021) pasó a presidente municipal de Monterrey (2021-2024), que convenientemente debería ejercer un cargo de mayor envergadura estatal (gobernador de Nuevo León) o de paradigma federal (senador) en una ruta que lo lleva a tomar una estafeta que, al menos en el discurso (ideas y posibilidades), ya se le registra.

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