La 4T y el pacto de ficción

Cada Presidente de México parecería haber cimentado su visión-acción de trascendencia, voluntaria o circunstancial, desde una predominancia.

La evidencia laboral de un Mandatario varía según su propio ejercicio del poder,  liderazgo político y social, y generación estratégica de cambio estructural, organizacional, incluso cultural. Son concepciones del pensamiento, la preparación y los contextos que los presientes en México han manifestado a través de sus proyectos de trabajo, visión de país, plan de desarrollo y posible trascendencia.

José López Portillo se caracterizaría por manifestar correlaciones pasado-futuro, pretendiendo sustentar en las raíces culturales precolombinas una proyección cosmogónica mexicana; Miguel de la Madrid Hurtado renovaría moralmente a los conciudadanos; Carlos Salinas de Gortari incrustaría al país en el concierto internacional a través del desarrollo económico y la participación comercial; Ernesto Zedillo Ponce de León atendería la desarmonía nacional (política, económica, social) y aplicó las indicaciones teóricas y pragmáticas ante una actividad que, fortuitamente, le correspondió con seis años de adelanto; Vicente Fox Quezada sacaría al PRI de Los Pinos y administró el changarro; Felipe Calderón Hinojosa gestionaría los conflictos en todas los ámbitos nacionales; y Enrique Peña Nieto viabilizaría oportunidades.

Cada uno parecería haber cimentado su visión-acción de trascendencia, voluntaria o circunstancial, desde una predominancia: López Portillo en la historia, De la Madrid en la moral, Salinas de Gortari en la economía, Zedillo en las finanzas, Fox en la administración, Calderón en  la coyuntura, y Peña Nieto en la oportunidad. Y, a más de 20 meses de administración, Andrés Manual López Obrador ha perfilado su vórtice: la literatura.

A partir de construir una narrativa diferente, López Obrador intenta comunicar sus ideas, intenciones, aspiraciones, capacidades y posibilidades, todo referenciado en “la 4T, la cuarta transformación”. Una trama de acciones, personajes y circunstancias que, mientras los  protagonistas dicen tener claro en un libreto con  acotaciones, escenas y didascalias, para otros es ficción y no corresponde con la realidad de la audiencia (mexicanos), al menos para parte de los espectadores o intérpretes de otras representaciones.

En la literatura, los relatos son sucesos fingidos, inventados, producto de la imaginación y un factor de aceptación es la verosimilitud como verdad simulada, verdad simultánea (entre lo que  “pasa” en el texto y lo que vive el lector del texto). La ficción es presentar como cierto lo que no es verdad a través de palabras, gestos y acciones, y aunque a veces las obras parten de hechos históricos o verídicos, no son reales.

La verosimilitud desarrollada cada mañana, en cada discurso, en cada presentación, para un grupo creciente de la audiencia nacional e internacional es el reflejo de la “verdad no objetiva”, que va desde la creatividad hasta la no comprobación científica, mientras que en la base dura, en los espectadores fieles, se refuerza el “pacto de ficción”: un acuerdo en el que el seguidor acepta como real todo aquello que el autor presente, aunque forme parte del mundo imaginario, aunque todas las alusiones sean irreales y subjetivas.

Una de las vertientes resultantes es la mímesis, una imitación que, originalmente, es un puente entre la naturaleza y el arte, pero que en el contexto nacional se presenta como imitación del habla (referencias, expresiones, frases), gestos y ademanes del personaje principal, por parte de sus seguidores cercanos y público afín… ¿evidencias? en cada casa, centro laboral, espacio público, ciberespacio.

De tal forma, el México del 2020 se desenvuelve entre dos narrativas, la de los autores desde el mandato y la de la audiencia mandatada desde su sobrevivencia.

No obstante, hay otra acepción de literatura: acumulación de saberes para escribir y leer de modo correcto, perspectiva que representa la creación de teoría, conceptos y presentación de definiciones temáticas y metodologías de aplicación; una verdadera oportunidad para aportar desde lo pregonado: economía moral, el nuevo modelo educativo, moralmente derrotados, entre otros, eso sí… con todo respeto.

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