Comunicación estratégica: acto de significación o guerra de lenguajes
La realidad tiene que expresarse, crear conjuntos de enunciados con anotaciones, comentarios, ejemplos, referencias, para compartirlas en discursos o documentos, pero al alejarse del mundo científico o académico que obliga a rigurosos procedimientos, se explota la “creación de realidadesa modo” de cooperación interpretativa: quien dice - quien escucha versus quien señala - quien lo cree.
La presencia discursiva del Ejecutivo federal es un referente de la administración actual, actividad autodefinida como “ejercicio circular de comunicación", fenómeno único en el mundo por su temporalidad (diaria y sin duración establecida), forma (organización) y fondo (temas), características que, de una muy temprana conferencia de prensa pasó a representar pieza clave en la bóveda política-administrativa de México por su comunicación estratégica.
La realidad tiene que expresarse, crear conjuntos de enunciados con anotaciones, comentarios, ejemplos, referencias, para compartirlas en discursos o documentos, pero al alejarse del mundo científico o académico que obliga a rigurosos procedimientos, se explota la “creación de realidades a modo” de cooperación interpretativa: quien dice - quien escucha versus quien señala - quien lo cree.
El objetivo es crear un repertorio de referentes culturales cuyo significado se construye y renueva mediante estrategias de cooperación (organización para la gobernabilidad) y convicción (de la certeza a la fe). Ejemplos directos son las frases de gobierno como “unidos para progresar”, “bienestar para tu familia”, etcétera.
Pero cuando la meta es estructurar un nuevo andamiaje, incluso culturalmente, ya no pueden ser “simples” frases de propaganda, son constructos de pensamiento-acción. Un ejemplo actual es lo referente a la reforma del sector eléctrico, cuyas menciones desde el Ejecutivo fueron diversas y reiteradas, en el Legislativo total apego al guion sin moverle una sola coma; pero en el Judicial, vigencia del Estado de derecho en cumplimiento a los marcos legales. Y sigue siendo tema en desarrollo.
Así, todo el “saber” del político dirigente o círculo en el poder se transfiere a la sociedad al tiempo que finca un sistema de valores, sus valores (cartilla moral), una estrategia de persuasión permanente, aunque para otros sea de confrontación; perspectiva que permite aludir la nula reacción de los partidos de oposición en México —no hay ni acciones ni discursos, no hay estrategia— por lo que ha sido necesario crear “contrincantes” para realimentar el proceso apelando al activo en inventario: el pasado, políticos, empresarios, líderes sociales, periodistas, lo que permita fijar un referente funcional, un punto focal temático para la sociedad.
Lo anterior no es automático, para que el sistema funcione se requiere de situaciones concretas y con arreglo a finalidades específicas. Para el primer caso (situaciones concretas), si se trata de corrupción, recurren a nombres y lugares —obviamente del pasado—, excluyendo toda aproximación contextual de algún integrante del grupo u omitiendo correlaciones. En el segundo caso (finalidades específicas), si la perorata implica logros, siempre será la misma lista, las directrices dadas porque no hay ni habrá más.
Para el australiano lingüista, filósofo y pedagogo Michael Halliday, “mediante los actos de significación la realidad social se crea, se mantiene un orden adecuado y se conforma y modifica continuamente”. Para los mexicanos, la mañanera es el anclaje de un corpus lingüístico que determina orden social con actores, quienes sí y quienes no deben incluirse en su narrativa (Excélsior, “La 4T y el pacto de ficción”, 11 octubre 2020), se presentan las líneas de gobierno con la constante corrección inmediata y pública a los integrantes del gabinete, y se reinventan trayectorias personales toda vez que la preparación no cuenta tanto como la obediencia.
La mañanera no se clasifica como conferencia en estricto sentido del idioma por no ser la disertación de un especialista disciplinario o expositor de un solo tema; tampoco es la reunión de autoridades políticas (en plural) o intelectuales para tratar un tema importante (infinidad de temas y ocurrencias), y no es periodística porque no siempre es trascendente o para el registro inmediato de las acciones en su contexto social.
La mañanera funciona, parafraseando al francés filósofo, teórico literario, ensayista y semiólogo Roland Barthes, en una sociedad dividida, donde hasta el mismo uso del lenguaje produce división, una guerra de lenguajes, que desde el poder despliega discursos que excluyen y sancionan las verdades textuales, afines u opuestas, que ponen en tela de juicio una visión armoniosa del orden social.
