La ecuación de la economía y la ley
Los abogados, las leyes y los tribunales agregamos riqueza. La legalidad les da valor a las cosas, a las personas y a los países. Pensemos en un automóvil de gran lujo, pero sin factura; en un sabio letrado, pero sin título profesional; o un país riquísimo en recursos, ...
Los abogados, las leyes y los tribunales agregamos riqueza. La legalidad les da valor a las cosas, a las personas y a los países. Pensemos en un automóvil de gran lujo, pero sin factura; en un sabio letrado, pero sin título profesional; o un país riquísimo en recursos, pero sin Estado de derecho. Los tres valen para pura vergüenza.
Así, también, el dinero mal habido tiene que “lavarse”, el “coyote” tiene que asociarse y el estado “gánster” tiene que purgarse. Es cierto que algunas cosas valen más por ser ilegales, tal como sucede con los narcóticos. Si un día se legalizaran, su precio se desplomaría. Pero, por regla general, el valor legal y el valor económico suman la riqueza de las personas, de las empresas y de las naciones.
Cierta ocasión un gobierno sudamericano se decidió a vender la telefónica del Estado y le practicaron un avalúo que resultó en 106 millones de dólares. Se trataba de una empresa ahogada en el batidillo jurídico en el que se encuentran muchas de las paraestatales latinoamericanas. Porque sucede que en estas empresas del Estado no se han pagado ni las tenencias ni las verificaciones, los edificios no tienen escrituras, los adeudos fiscales son un revoltijo, las concesiones son de palabra, las licencias se las toman por su cuenta y los contratos son atípicos.
La pusieron en orden mediante ingeniería jurídica. El resultado fue que la compañía se cotizó y se vendió en 5,000 millones de dólares. No se le cambiaron las alfombras. No se modernizó su equipamiento. No se remodelaron sus edificios. Tan sólo con normalizar su legalidad se capitalizó en 50 veces su valor inicial, porque con ello ya valía para todos y no tan sólo para un gobierno alcahuete.
Pensemos en la economía informal mexicana, formada por un enorme caudal de operaciones ilícitas relacionadas con el ambulantaje, el contrabando, la evasión fiscal, la falsificación, la piratería y otros especímenes similares. Es un enorme capital muerto que suma 30 veces la inversión extranjera directa, 25 veces la inversión pública federal y casi 10 veces el valor de Pemex.
México es un país de fuerte economía y de enorme futuro. Pero su vida jurídica se ha deteriorado peligrosamente. Menciono 20 razones, para no mencionar 50.
1. Fragilidad constitucional con reformas sin sensatez, sin sentido y sin reflexión.
2. Reforma judicial que introdujo desconfianza, así resulten buenos o malos los nuevos juzgadores.
3. Reforma de amparo que protege al gobierno y no al ciudadano, con un grave retroceso.
4. Controversias desiguales entre inversionista y Estado.
5. Barreras digitales proscritas por el T-MEC.
6. Agresividad fiscal innecesaria.
7. Protección paraestatal parcial y criticada.
8. Reguladores inexistentes.
9. Autonomías desaparecidas.
10. Delincuencia descontrolada.
11. Impunidad récord mundial de 98 por ciento.
12. Corrupción muy elevada.
13. Abogacía sin colegiación oficial y obligatoria.
14. Lenidad por indolencia y por complicidad.
15. Arbitrariedad para aplicar la ley al gusto del gobernante.
16. Ilicitud no penal con incumplimiento muy generalizado.
17. Proceso desequilibrado, lento, complicado y sobre regulado.
18. Abuso de autoridad en todos los niveles sin excepción.
19. Ineficiencia oficial muy constante y muy amplia.
20. Cultura de ilegalidad ya muy generalizada.
Estados soberanos sin soberanía y protectorados federales sin protección. Diría un clásico que no me vengan con que la ley es la ley. Pero, si arreglamos con éxito una cada año, estaremos perfecto para el 2045. Si fracasamos, habremos convertido un gran país en un desperdicio. Hasta hoy, México está en un G12 de la vida económica y en un G12 de la vida jurídica.
Metafóricamente, a partir del Estado de derecho, los humanos nos erguimos, nuestras extremidades dejaron de llamarse patas y salimos de las cavernas. Cuidado con que estos tiempos mexicanos no sean los que nos regresen de nueva cuenta a los infiernos.
