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Aranceles, migrantes y narcóticos

José Elías Romero Apis

José Elías Romero Apis

Los mexicanos estamos viviendo varias crisis y varias lisis, de manera simultánea. En la medicina, la lisis es la desaparición lenta y progresiva de una enfermedad. La crisis es el cambio brusco en el curso de una enfermedad. En la política hemos adoptado y adaptado esos vocablos médicos.

En el asunto de los aranceles partimos de una posición incuestionable. Para el presidente Trump, Estados Unidos es antes que todo. Para el presidente López Obrador, México es antes que todo. Ambos tienen razón. Esto no tiene vuelta de hoja ni tiene por qué tenerla.

Pero, luego, es donde aparece el problema de nuestras relaciones comerciales y arancelarias. López Obrador afirma que, para México, es muy valiosa la amistad de nuestros vecinos. Donald Trump considera que México es un mal amigo. Aquí es donde las cosas empiezan a descarrilarse.

Se nos reprocha nuestro comportamiento en materia de tráfico de narcóticos y de migrantes. En realidad, el discurso mexicano en materia de narcóticos es muy solidario con Estados Unidos.

Proscripción y prohibición de las drogas. Penalización de los traficantes. Censura a los cárteles. Colaboración jurídica. Y la promesa de irrevocabilidad de nuestra política de estupefacientes, en amistad con Estados Unidos.

Pero, en los hechos, las acciones no han sido tan solidarias a través de los años. Altos niveles de corrupción y de corrosión en el combate a los narcóticos. Desinterés institucional, presupuestario y funcional. Apatía gubernamental y ciudadana. Impunidad y ausencia de investigación policial. Se dice que casi toda la investigación mexicana está a cargo de nuestras fuerzas militares y de las agencias estadunidenses de investigación.

Por otra parte, en materia de migración, tanto los discursos como las acciones mexicanas me resultarían inaceptables, si yo fuera estadunidense.

No puedo aceptar la idea de la libre migración, no obstante que mi rama materna llegó inmigrante a México.

No puedo aceptar la inexistencia de fronteras con el pretexto de las libertades.

No puedo aceptar un humanismo tan despistado que ponga en riesgo al nacionalismo sensato. Precisamente, por ser mexicano y, por lo tanto, vecino de Estados Unidos, es por lo que me interesan mucho las fronteras respetadas e inviolables, así como los territorios exclusivos y excluyentes.

Cierto día, una jovencita austriaca me preguntó si nunca nos había dado miedo vivir junto a Estados Unidos. No quise reconocer que sí y, tampoco, quise mentir que no.

Por eso, le contesté con otra pregunta. Que si a ellos nunca les había dado miedo vivir junto a Alemania.

Recordó la historia de su país y me contestó que les daba mucho miedo. Recordé la historia de mi país y pensé, en silencio, que a nosotros también.

Pero Donald Trump sólo ve la paja o quizá la viga de nuestro ojo y se olvida de la propia. Porque si existen los tráficos de drogas y de migrantes es porque sus paisanos, y no sólo los nuestros, los propician y los solapan. Su volumen de consumo de narcóticos ilegales es, quizá, el más grande del mundo. En eso tienen que ver sus paisanos distribuidores y consumidores. Su volumen de contratación de migrantes ilegales es, quizá, el más grande del mundo. En eso tienen que ver sus paisanos enganchadores y empleadores. En ambos fenómenos tienen que ver sus agentes corruptos y alcahuetes.

Al escribir esto, ya las intimidaciones produjeron que actuáramos como ellos querían. Pero, se decida lo que se decida, todo esto no se resuelve con aranceles.

Los aranceles no le hacen nada a los narcóticos ni a los migrantes ni a la corrupción. Los traficantes, los corruptos, los consumidores y los empleadores se están carcajeando de las amenazas estadunidenses y de las negociaciones mexicanas.

A ellos, ni Donald Trump ni López Obrador les van a quitar ni un solo gramo de droga ni un solo peón extranjero.

De todo eso, estoy muy seguro. De lo que no estoy tan seguro es si estas enfermedades son lísicas o críticas. Si son de las que se curan solas o de las que nos matan solas.

 

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