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Pasarelas y destapes

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

 

No importa qué más esté en la agenda, el tema sucesorio domina los intereses y el discurso del mundo político, impulsado desde la propia Presidencia de la República. No recuerdo otro proceso de sucesión que se haya abierto con tanta transparencia tanto tiempo antes de los comicios y, como tendremos candidato o candidata de Morena a más tardar en septiembre, vienen meses de proselitismo apenas disfrazado en el oficialismo, mientras que la oposición sigue actuando como si faltara aún demasiado para el 2024 y tuviera mucho tiempo para establecer una alianza firme y construir una candidatura, dos falacias evidentes.

El desfile de los precandidatos de Morena en la plenaria de diputados exhibe bastante bien las cartas que están jugando los cuatro aspirantes. Adán Augusto López, el secretario de Gobernación, con las dos caras que exhibe en público: la bonhomía en el trato y, al mismo tiempo, el discurso duro y directo. Adán Augusto le puede pedir a los diputados que hagan política, que en el contexto sonó como proselitismo, al mismo tiempo que arremete contra el INE, respalda el plan B y dice que los únicos que van a perder el empleo son Lorenzo Córdova y Ciro Murayama (cuando, según el plan B, se despedirá a miles de personas del servicio electoral del INE). Adán está jugando esa doble carta, buen trato formal y dureza, y eso le está haciendo ganar bonos en la contienda interna. No sé cómo resultará aun hacia fuera de Morena.

Siento a Claudia Sheinbaum demasiado a la defensiva. Haber dedicado tanto de su intervención a la supuesta conjura en el Metro (lejos aún de haber sido comprobada) y poniendo el acento en que “todo compañero que sea calumniado debe ser defendido”, no le ayuda. Queda claro que Claudia está apostando a ganar la interna con base en la continuidad y la confianza presidencial, pero estar a la defensiva y victimizarse no le aporta, como tampoco no adquirir un discurso propio, que aún con matices sí intentan enarbolar sus opositores internos. Nadie duda que Claudia sigue siendo hoy la opción preferida por Palacio Nacional, pero a eso debe agregar algún plus que blinde una candidatura que aún no está tan decidida, como algunos creen.

Ebrard juega sus cartas como una suerte de candidato alterno dentro del esquema de Morena, pero con un discurso en el contexto del lopezobradorismo, tratando de convertirse en el candidato de alguna forma inevitable, aunque no sea el preferido. Por eso, más importante que sus dichos son algunas acciones, como la construcción de sus comités de apoyo en todo el país o, ayer, el apoyo de lo que se hizo llamar Plataforma Verde, un grupo con la mayoría de los diputados del partido Verde, encabezados por Javier López Casarín, para impulsar su candidatura y para enviar un mensaje doble: por una parte a sus aliados oficialistas y, por la otra, a la siempre complicada interna del propio partido Verde, donde coexisten posiciones encontradas de cara al próximo proceso electoral.

Ricardo Monreal, quien finalmente fue invitado a una pasarela en la que originalmente lo habían dejado fuera, parece haber reconsiderado su insinuación de que podría dejar el partido, parece también ir convergiendo con Ebrard y puso un margen diferenciador mayor con el ala dura del partido, con algo que debería ser obvio, pero en Morena no lo es: “pensar distinto no es estar en contra de López Obrador”, además de una advertencia de que el plan B electoral no sólo no será difícil de terminar de transitar, sino que también muy probablemente se topará, tarde o temprano, con la Suprema Corte.

En la oposición, mientras tanto, se toman su tiempo, demasiado, e incluso iniciativas interesantes, como la de ayer de Colectivo por México, con la convergencia de importantes personalidades, no terminan de tener la significación que deberían porque no se capitalizan en beneficio de ninguna candidatura, o por lo menos de un grupo de ellas. Insistimos, en el actual contexto, cada día se les hace más tarde. Y poniéndose sólo a la defensiva terminarán ganando poco.

 

GARCÍA LUNA: DÍA IV

Este lunes, el juicio de Genaro García Luna en la Corte de Brooklyn continuó sin que la fiscalía se apartara un milímetro de su estrategia. Otro narcotraficante arrepentido, en este caso otro de los más violentos que hemos tenido en muchos años, Óscar Nava Valencia, El Lobo, uno de los creadores del Cártel del Milenio, que luego de haber estado aliado con el grupo de Nacho Coronel se terminó convirtiendo en el principal antecedente de Los Cuinis y el Cártel Jalisco Nueva Generación. El Lobo fue detenido en 2009, precisamente en el periodo en el que dice que pagaba por sus servicios a García Luna y fue deportado a Estados Unidos en 2011, todavía durante la administración de Calderón.

Desde entonces no se sabía de él, pero ahora apareció en el juicio asegurando que había entregado 10 millones de dólares a García Luna y que Arturo Beltrán Leyva y La Barbie le pidieron dos millones y medio de dólares para hacer un fondo para pagarle al entonces secretario de Seguridad Pública por su protección, aunque, poco después, los Beltrán y el Cártel de Sinaloa rompieron, Arturo murió en un enfrentamiento, La Barbie fue detenido y deportado, y Nava también cayó en el mismo 2009. Todos fueron detenidos por los funcionarios a los que ahora acusan de haberlos protegido y fueron extraditados a la Unión Americana también durante esa misma administración. Por cierto, El Lobo, quien reconoce haber matado a unas cien personas, es otro testigo protegido que dice ahora que saldrá en libertad en 2025. Y siguen sin aparecer pruebas materiales que vayan más allá de los dichos de estos personajes.

 

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