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La seguridad, la frontera y Estados Unidos

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

 

No viene la embajadora Roberta Jacobson a regañarnos como aclaró el presidente López Obrador, pero, no lo dude usted, ella y su comitiva vienen a reclamar políticas y compromisos mucho más claros de sus vecinos en la frontera sur, de México y de su política de seguridad.

Es verdad que Joe Biden está centrado, con toda razón, en la agenda interna de una nación que Donald Trump dejó lastimada y dividida como nunca desde la guerra civil. Pero también lo es que México forma parte de esa agenda interna en muchos temas, pero hoy sobre todo en dos: migración y seguridad fronteriza. No en vano el jefe del comando Norte, el general VanHerk, destacó la semana pasada ante el Comité de Asuntos Militares del Senado que los grupos del crimen organizado en México pueden ser utilizados por los adversarios de la Unión Americana, como Rusia y China, para realizar acciones en su país o para impulsar medidas desestabilizadoras.

Por supuesto que a algunos sectores del gobierno de Biden les pueden importar las acciones criminales de los grupos del crimen organizado dentro de nuestro país, pero lo que les importa es que esa situación no termine interviniendo en su propia política interna. Y eso ya está ocurriendo: la crisis migratoria que está viviendo la frontera se ha convertido en un desafío político para Biden, y está lastrando sus propuestas migratorias para, entre otras cosas, otorgar la ciudadanía a once millones de personas, hoy en la ilegalidad. Sigue creciendo el número de muertos por sobredosis de opiáceos y de este lado de la frontera lo que están observando es que la estrategia de seguridad no funciona y que, como también dijo el jefe del Comando Norte, existe un 30, 35% del territorio nacional que no está bajo control de las autoridades, sino de los grupos criminales.

La estrategia de seguridad se está readecuando sobre la marcha, tanto desde la Secretaría de Seguridad Ciudadana como desde la Guardia Nacional y de la Sedena. Pero eso no alcanza mientras no se realice un rediseño claro, abierto, de la misma, que se pueda empatar, algo que hoy todavía no sucede, con la de Estados Unidos.

Juan González, director senior del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional, encargado de América Latina y un hombre todavía joven, de origen colombiano, que vivió durante su juventud en México y que ya había sido un estrecho colaborador de Biden cuando éste fue vicepresidente de Barack Obama, hace algunas semanas habló sobre la necesidad de establecer nuevas estrategias conjuntas porque las actuales no han funcionado. Los dos países, dijo González, necesitan adaptarse a los nuevos desafíos, según reseñaron medios estadunidenses. González acompañó a Jacobson en su visita a México.

Debemos insistir en un punto. En las páginas finales del libro La nueva guerra, del Chapo al fentanilo (Grijalbo, 2020) decíamos que “no tenemos como país un destino inexorable marcado por la inseguridad hasta convertirnos en un Estado fallido, dominado por los criminales. Pero contra ese destino tiene que haber una convicción y una claridad estratégica que a veces no tenemos.

“A lo largo de estas páginas hemos visto cómo el futuro será mucho más peligroso que nuestro presente, si no se toman medidas realmente conceptuales: si no hay claridad en las funciones y objetivos de fuerzas federales y militares; si no se crea, con toda la fuerza de la ley y la Constitución, un sistema policial homogéneo, calificado, con controles de confianza para todos sus elementos y, sobre todo, para sus jefes, a nivel estatal y municipal, con los mandos y la operatividad centralizada en todo lo posible; si el Poder Judicial no tiene una profunda limpieza que evite la conspiración con los criminales, no se podrá sin fiscalías que tengan áreas mucho más especializadas y eficientes y, sobre todo, limpias de corrupción. Tampoco se podrá sin recursos: países como Colombia invierten en seguridad entre tres y cuatro veces más como porcentaje del presupuesto que México. Nada de eso se puede lograr en unos meses, pero sin empezar con toda la voluntad política que el tema exige, tendremos algo más que un sexenio perdido en seguridad.

“Pasada la pandemia de coronavirus, decíamos, tendremos una crisis de seguridad que irá de la mano con la económica y las consecuencias no resueltas de la sanitaria. Todo es importante, pero el deterioro en la seguridad puede hacer inútiles todos los esfuerzos que hagamos para recuperar la normalidad económica y social del país. El día de mañana tendremos un escenario donde habrá más grupos criminales, con más mano de obra a su disposición ante el desempleo abierto, grupos criminales con recursos para invertir en empresas, lavar dinero, imponer condiciones y acrecentar la expoliación ciudadana. Grupos criminales que incluso se benefician con los nuevos modelos de consumo, desde los encapsulados en la red para el narcomenudeo, hasta los globales, con nuevas drogas como el fentanilo”.

No hay tiempo para ajustar tranquilamente la estrategia: si no se revisa la política de seguridad y no se comienza a actuar desde ya, nos quedaremos sin opciones ni oportunidades. Serán los otros, desde fuera o desde adentro, los que nos terminarán imponiendo las condiciones, las políticas y las estrategias. A eso han venido Jacobson y su equipo.

 

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