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La hora cero de la Guardia Nacional

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Una de las pocas cosas que podrá festejar hoy el presidente López Obrador con motivo del primer aniversario de su triunfo electoral, es la creación de la Guardia Nacional, que se presentó ayer en Campo Marte.

Sacar adelante una nueva institución de seguridad de esa magnitud no es una tarea sencilla, mucho más cuando debe comenzar a operar en un momento en el que se han perdido la mayoría de los controles en el terreno de la seguridad pública con un aumento de los índices de prácticamente todos los delitos.

Ha habido aciertos y errores en la conformación de la Guardia Nacional, pero desde hoy estará en las calles y estará, también, a prueba una estrategia de seguridad en la que no quedan claros muchos, demasiados, capítulos. Pareciera que integrada la Guardia Nacional, el gobierno se encomienda a ella para que solucione una problemática que en realidad la trasciende. Y la estrategia llega exclusivamente hasta allí.

La Guardia Nacional nace con 70 mil hombres que provienen en su enorme mayoría de las policías militar y naval, más un grupo de la policía federal en un proceso de integración que ha resultado difícil y tortuoso. Operativamente no creo que la GN tenga hoy más de 50 mil elementos, ni que todos estén plenamente entrenados. No es humanamente posible hacerlo en un lapso tan corto de tiempo.

De esos elementos, hay 26 mil desplegados ya en las fronteras norte y sur, cumpliendo tareas que no son las que originalmente les correspondían. Reemplazarlos por elementos del Instituto Nacional de Migración será por lo menos, complejo, primero porque han sido removidos la mayoría de los agentes que operaban en las fronteras, acusados de corrupción. Segundo, porque la integración de elementos de la Policía Federal que se propuso no será fácil comenzando por la forma en que el nuevo responsable del Instituto se ha referido a ellos. Lo cierto es que esa integración tardará, y los miles de elementos de la GN tendrán que estar muchos meses aún en la frontera.

Los demás se distribuirán en 155 zonas del país. El caso de la Ciudad de México muestra la potencialidad y los problemas que debe enfrentar esta estrategia. Se desplazarán tres mil elementos de la GN a la capital, una ciudad que cuenta con la policía estatal con un mando único, más amplia y mejor equipada del país. Pero los errores cometidos en los últimos meses por la Secretaría de Seguridad Ciudadana la han convertido en una institución inoperante.

La GN no podrá reemplazar a los 80 mil elementos de la policía capitalina. Debe trabajar con ellos y me imagino que de alguna forma intervenir en la toma de decisiones para poder transformar las cosas. Se han hecho modificaciones que serán positivas en la capital del país.

La designación de Omar García Harfuch en la Policía Investigadora va más allá de ese nombramiento. Primero, porque el área de investigación de la fiscalía capitalina
era sencillamente una zona de desastre, desde los equi-
pos hasta las instalaciones pasando por buena parte del personal. A García Harfuch se le ha encargado también el área de inteligencia, con el pequeño detalle de que en los hechos no existe. No está mal, a veces es más sencillo construir que remendar.

También, el hijo menor de Javier García Paniagua tiene la coordinación de la reunión de seguridad matutina de la jefa de gobierno. Con un plus que no tenían sus antecesores: por formación e historia tiene una sólida relación con los mandos militares. Si se puede dar esa comunicación eficiente entre fuerzas policiales y de investigación locales, con los mandos militares y con los de la Guardia Nacional se puede ser optimista y pensar que la seguridad podrá mejorar sustancialmente en la capital del país.

Ese es el modelo que se debe replicar en las zonas en donde operará la GN. El problema es que no en todos existe personal calificado para realizarlo, incluso en más de una región los hombres y mujeres de las GN se encontrarán con que simplemente les dejarán a ellos la responsabilidad mientras las fuerzas locales se desentienden de su labor. Es lo que ha sucedido en los últimos 15 años en muchas zonas del país con las fuerzas de seguridad locales cuando eran desplegados militares para atender la seguridad.

Hay que desearle lo mejor a la GN, pero hay que ser conscientes de que faltan estructuras por debajo de ella para recuperar plenamente la seguridad. Hace falta una estrategia integral, que incorpore a las policías locales y estatales, que se creen y desplieguen áreas de investigación realmente operativas, y que haya personal comprometido con esa tarea. Sólo así tendrá éxito la GN. Ojalá así sea.

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