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El Fonden y el volcán

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Tenemos catástrofes políticas, pero también naturales. Como si la semana pasada no hubiera sido suficiente con el enfrentamiento del Ejecutivo y Morena contra la Suprema Corte; con el bochornoso mitin organizado por el gobernador Cuitláhuac García frente a las oficinas de la propia SCJN; con la toma militar (expropiación apenas disfrazada) de las vías férreas de Ferrosur en el Istmo; con las inconcebibles declaraciones de Ana Gabriela Guevara contra las deportistas que cometieron el terrible pecado de luchar por competir y ganar medallas en el Mundial de Natación sin apoyo del gobierno, ahora también el Popocatépetl, que entró en erupción y ha cubierto de miedos y cenizas varios puntos del centro del país, sobre todo Puebla y Tlaxcala, ha generado un caos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y, con ello, en el espacio aéreo de buena parte del país y ha vuelto a mostrar el grave error que fue desaparecer (y engullirse los recursos) del Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden).

El Fonden fue creado originalmente como un programa dentro del Ramo 23 del Presupuesto de Egresos de la Federación de 1996, y comenzó a funcionar plenamente en 1999, cuando se emitieron sus primeras Reglas de Operación. Apoyaba a estados y municipios afectados por desastres naturales casi en forma inmediata, con el suministro de comida o medicamentos, cubría, además, tareas de reconstrucción en viviendas y servicios públicos dañados por un siniestro, porque tenía recursos permanentes para hacerlo.

El Fonden funcionó con reconocida eficacia, casi siempre de la mano con el Plan DN-III, hasta que en 2020 se decretó su desaparición. Desde entonces, salvo el DN-III y en algunas zonas el Plan Marina, no hay ninguna política oficial para un apoyo pronto y expedito a estados y municipios en caso de desastres naturales. Lo estamos viendo ahora con un Popo en alerta amarilla fase 3, con comunidades que están en el límite de la evacuación, pero también con muchas otras que ya son gravemente afectadas con la expulsión de cenizas del volcán.

El gobierno federal decidió que desapareciera el fondo y que cada dependencia federal, con su propia capacidad operativa y presupuestal, se hiciera cargo de las tareas relacionadas con su actividad ante los desastres. O sea, regresar a como estaban las cosas hasta que se creó el Fonden, precisamente para solucionar esos conflictos. Como dijimos cuando se tomó esa decisión, lo que ocurriría sería inevitable: más allá de la buena o mala voluntad política, las tramas burocráticas dificultarían la llegada de ayuda y cada dependencia regatearía sus recursos. El gran mérito del Fonden era que desde allí se distribuían los recursos y la ayuda en forma centralizada e inmediata.

El presidente López Obrador dijo que el Fonden fue desaparecido porque era un nido de corrupción. Puede ser, pero entonces lo que había que hacer era investigar la corrupción y, si existía, denunciarla y castigarla, y permitir que una instancia que había demostrado su necesidad y eficacia siguiera funcionando.

Que sepamos, no hay un solo funcionario del pasado procesado por haber manejado mal los recursos del Fonden, que sí llegaban a tiempo a las zonas de desastres. Lo que sabemos es que, desde 2020, la ayuda no llega a los afectados por desastres naturales. Nos ha tocado cubrir varios de ellos y, salvo la presencia del Ejército, la ayuda puede tardar hasta semanas en llegar. Lo vimos en Tabasco, incluso en la propia tierra del Presidente, Macuspana, cuando fuimos un mes después del inicio de las inundaciones de 2020, acompañando a elementos del Ejército mexicano: la gente nos decía que, más allá de la ayuda militar y del gobierno estatal, los recursos y apoyos que en el pasado se les daban vía el Fonden, esa vez ya no les habían llegado.

Hay que insistir en un tema: si hubo corrupción en el Fonden, lo correcto era denunciarla y acabar con ella. Hay muchos programas en la actualidad en los que hay corrupción o sospechas de ella, por ejemplo, en los de apoyo social, que distribuyen miles de millones de pesos, pero que no tienen todavía un padrón certificado de sus millones de usuarios, no sabemos con exactitud cuánto se entrega y a quién se le entregan esos apoyos. Pero no por eso deben desaparecer. El Fonden es evidente que debería haber sido preservado.

Claro que en caso de desastre siempre llega el Ejército o, cuando hay cortes de energía, la CFE, muy eficiente en este tipo de servicios, pero la ayuda para la gente o los recursos para que los estados y municipios comiencen a atender los daños, no. Pareciera que lo que se quiere es que quede claro que esa ayuda  viene del gobierno federal y de sus distintas dependencias, no de municipios y estados, aunque para eso tarde mucho más en llegar.

Ahora está pasando lo mismo, pese a que el Popo no ha generado aún la crisis que podría causar una erupción mayor. Pero para prever los daños y actuar con rapidez se necesitan instrumentos que vayan más allá de la ayuda que pueden dar las instituciones militares y para eso se necesitan recursos centralizados y operados en forma efectiva y eficiente. Desde que desapareció el Fonden eso también ha desaparecido.

 

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