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Agujeros negros en la relación con Trump

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Si la comparamos con la situación de hace 45 días, hay que decir que la relación con Estados Unidos ha entrado en una lógica de cierta normalidad, pero cuando se comienza a observar con mayor detalle se puede ver que existen muchos agujeros negros en esa relación que no sabemos qué nos pueden deparar, sobre todo porque la administración Trump parece que encontró, con el tema migratorio y la amenaza de aranceles, el recurso para poder extorsionar políticamente a México.

Comencemos con la migración. El gobierno federal hizo lo que tenía que hacer con el tema migratorio: la política de puertas abiertas era un sinsentido que generó un ingreso incontrolado al país de cientos de miles de personas en pocas semanas. Decidir llevarlos, o facilitar su viaje, a la frontera con Estados Unidos aumentaba los riesgos y se constituía casi en una provocación. La administración Trump utilizó esa situación en su beneficio, pero debemos ser conscientes de que pudo hacerlo por los errores cometidos al inicio del año y hasta el encontronazo de hace dos meses. El gobierno federal actuó por la presión estadunidense, pero también por una necesidad de seguridad nacional. E hizo bien. La pregunta es hasta dónde se puede estirar esta política sin daños graves para el propio país. Estados Unidos no abrirá sus puertas para esas decenas de miles de refugiados que están esperando en la frontera y la mayoría de ellos no quiere quedarse en México, tampoco las comunidades en que se están asentando los aceptarán si la estadía se alarga. Mientras tanto, el acoso contra nuestros paisanos, con papeles o no, continúa en el discurso y la acción dentro de la Unión Americana.

Hablaron Mike Pompeo y Marcelo Ebrard del dinero de El Chapo. Como dijimos ayer, ni remotamente ambos gobiernos, que no han logrado en todos estos años decomisar ni un dólar de El Chapo (ni de la mayoría de los grandes narcotraficantes), podrán encontrar una suma tan desmesurada como 12 mil 500 millones de dólares. Pero si en el tema de narcotráfico no hay golpes importantes, si sigue creciendo el ingreso de drogas de México a Estados Unidos y también el número de muertos por consumo de opiáceos y, sobre todo, de fentanilo en la propia Unión Americana, Trump puede resucitar el tema de los dineros de El Chapo, de la misma forma que el muro, y exigir que, de alguna manera, México lo pague, aunque sea con aranceles. Ése es un peligro latente porque la estrategia de lucha contra el crimen organizado de la actual administración no tiene ninguna claridad.

No se ha percibido medida alguna de reciprocidad en el ingreso de armas de Estados Unidos a México. Que sepamos, no hay ningún programa impulsado por la administración Trump para frenar ese flujo constante, al contrario, como se favorece la venta de armas sin control alguno, el mismo crece constantemente.

En comercio, a pesar de que no se impusieron aranceles por la migración, sí se terminaron imponiendo unilateralmente para el acero, se imponen al jitomate y a otros productos. La administración Trump utiliza los aranceles como un arma política, contra México y contra cualquier otro país, y lo hace en forma unilateral.

Son muchos los temas en los que la relación con la administración Trump demuestra una complejidad sin precedentes. Habrá que aprender de la historia reciente. Ayer se informó que México ha logrado el acuerdo de los países de América Latina y el Caribe para buscar una posición no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Está muy bien y el hecho fue celebrado por el propio presidente López Obrador, quien, paradójicamente, había criticado muy duramente el que México ingresara a esa instancia durante los primeros meses del gobierno de Vicente Fox. En aquellos años, con Bush hijo en el gobierno y con los atentados a las Torres Gemelas aún frescos, el representante de México, Adolfo Aguilar Zínser, tuvo que afrontar la decisión de apoyar o no la intervención en Irak, lo que ocasionó, entre otros daños, una ruptura grave entre Adolfo (que era partidario de la no intervención) y el canciller Jorge Castañeda (que la apoyaba, entre otras razones, porque estaba en juego también un ambicioso programa migratorio).

Finalmente, México no participó de esa fuerza multinacional ni votó a favor de ella y eso dañó la relación con Bush durante todo el resto del sexenio. Y Bush Jr., comparado con Trump, es, en términos políticos, una paloma. Ingresar al CS de la ONU es una muy buena decisión, pero habrá que asumir que también genera responsabilidades y conflictos. Y con Trump en el gobierno, esos son cotidianos.

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