Démosle voz al aborto… ¿cómo, cuándo y por qué?
Es una de las decisiones más difíciles de una mujer.
Por Ma. Patricia Herrera Gamboa
Según el diccionario de la RAE, el aborto se define como la interrupción voluntaria o involuntaria del embarazo antes de que el embrión esté en condiciones de vivir fuera del vientre materno; para la OMS es la interrupción antes de la viabilidad fetal con los medios adecuados, sin definir si el producto está vivo o muerto.
El aborto se presenta por diversas manifestaciones: espontáneo, inducido, médico o voluntario, y puede deberse a múltiples causas, desde defectos físicos del aparato reproductivo, enfermedades hereditarias, crónicas o adquiridas en el proceso de crecimiento hasta por algún accidente, incluso no existir ninguna razón científica y, finalmente, está la decisión de interrumpirlo, pero lo que debe resaltarse es el riesgo real, tanto físico como psicológico, incluyendo la pérdida de la vida.
Desde tiempos inmemoriales, los abortos se han practicado, sea a una adolescente inexperta, una madre en la miseria, prostitutas o absurdamente por el “prestigio” de una familia y mayormente en la clandestinidad, por comadronas o personal “médico” sin escrúpulos en lugares insalubres, abusando de la desesperación de las mujeres. Miles han muerto en horribles circunstancias o quedan imposibilitadas para procrear.
Debido a los riesgos, es una de las decisiones más difíciles que enfrenta una mujer, ya que anímicamente genera dudas, miedo, culpa, presión social, religiosa, influencia de otras personas, entorno familiar, laboral, económico o simplemente porque no está preparada para ser madre, ya tiene otros hijos o es producto de una violación, justo en ese momento ejerce su derecho individual de decisión.
Pero más allá de definiciones, métodos, legislaciones o motivos, nadie tiene derecho a prohibir la decisión, mucho menos juzgar, pues en este afán el tema del aborto, increíblemente, se ha convertido en una lucha sin cuartel entre grupos extremistas, leyes y sociedades —mayormente de varones— contra las mujeres, que a su vez exigen se respete el derecho de decidir sobre su vida sexual y reproductiva, alzan la voz en contra de la criminalización y la falta de acceso al aborto legal y seguro.
Por necedad y negligencia de autoridades gubernamentales, de cualquier nivel, lo condicionan y es inverosímil que, a más de 20 años del inicio del nuevo milenio, aún no sea posible que sea legal. Por el contrario, se ha convertido en una “guerra” que se “gana” con pequeñas batallas cuando es legal en México o en algún otro país latinoamericano, o bien, se “pierde” como en Estados Unidos, con un retroceso de 50 años que liberó a cada estado la decisión de su legalización o prohibición.
En este estira y afloja, el aborto sigue practicándose, las mujeres continúan muriendo y tiene que darse la lucha día a día, contra todo y todos, incluso ahora contra prejuicios médicos por la Ley de Objeción de Conciencia en instancias hospitalarias, donde supuestamente ya es legal.
No debemos perder de vista que el aborto sea legal no significa que se practique más o menos, sólo que haya menos madres muertas. Las mujeres seguiremos levantando la voz en sororidad exigiendo este derecho, sin saber cuándo se logrará, pero convencidas que serán las nuevas generaciones de mujeres libres, empoderadas y seguras las que lo consigan. Sería bueno que instituciones como la SCJN, CNDH, Inmujeres y la Secretaría de Salud las respalden para lograr ¡ya! la despenalización del aborto en todo nuestro país.
Twitter @herrera_pat
