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López Obrador y los espacios “vacíos” de poder

Ignacio Anaya

Ignacio Anaya

Dicen que en política los espacios vacíos se ocupan. A un mes de haber ganado la elección presidencial, Andrés Manuel López Obrador nos hace pensar en esa premisa porque después de su contundente triunfo electoral, y aún sin recibir el acta de pre­sidente electo, parecería que ya está gobernando.

Lo anterior, ¿es percepción o en realidad ya está dictando los contenidos de la agenda nacio­nal? ¿De verdad está dirigiendo la ruta de la eco­nomía? La mejoría bursátil del peso y la confianza de las últimas semanas, ¿son expresión de algún gobierno paralelo? ¿Pueden atribuirse a AMLO? Estas preguntas son pertinentes y deben formular­se, porque eso es lo que parece estar sucediendo e incluso eso es lo que no pocos analistas refieren.

Pero que López Obrador ocupe tantos espacios informativos incluso más que el propio presidente Enrique Peña Nieto, definitivamente, no supone que el segundo haya dejado de gobernar. Nada de eso, el actual mandatario sigue en activo, tie­ne una agenda intensa de actividades y asumió el compromiso de convertirse en garante de la transición hacia la nueva administración a la que va a heredar el mando para que dirija el rumbo nacional del 2018 al 2024.

Por lo anterior resulta inevitable cuestionar: ¿entonces? ¿por qué se percibe que López Obra­dor empezó a gobernar desde la misma noche de su triunfo? Quizá una respuesta es que “parece” gobernar porque está respondiendo a esa urgen­cia en la opinión pública por observar los cambios ofrecidos durante su campaña. Que el fundador de Morena marque la pauta informativa puede entenderse porque generó muchas expectativas. No es poca cosa el respaldo de 30 millones de ciudadanos. Es un dato fuerte y algunas encues­tas confirman que los medios de comunicación no se estarían equivocando al otorgar prioridad noticiosa al futuro Ejecutivo ya que, después de los comicios, la población efectivamente quiere saber más y sobre todo detalles del rumbo que tomará la república. Esto tiene sentido.

Sin embargo, estamos frente a un fenómeno sociológico que obliga a matizar. AMLO con segu­ridad seguirá ocupando primeras planas y titulares en noticieros electrónicos los próximos meses, más eso no es nuevo; ya lo venía haciendo desde antes del proceso electoral. Durante las campañas también se proyectó como el principal generador de contenidos. ¿Tendría que apagarse ese potencial noticioso luego del triunfo? Observado en esta línea de tiempo, podría decirse que López Obrador no ha dejado de ser noticia desde el año pasado. Es decir, constituye un factor mediático por cuanto supone cambios estructurales para la nueva for­ma de entender y conducir el desarrollo del país.

Dicho lo anterior, no parece haber suficientes elementos que ofrezcan respuesta a la pregunta inicial respecto esa sensación de que el presidente Peña Nieto ya soltó el timón. Estos son dos esce­narios que pueden considerarse en tanto.

El primero es que ante la inobjetable realidad de que Morena se convirtió en la primera fuerza política de la república, efectivamente el próxi­mo presidente ya está imponiendo los temas de su proyecto de nación, pero en común acuerdo con la administración actual. No se olvide que en sus distintas declaraciones López Obrador ha sido muy cuidadoso al reconocer el papel del ac­tual presidente. De hecho, el tabasqueño ha sido puntualmente cuidadoso en dar certidumbre a la ceremonia institucional del 1 de diciembre cuando asuma la banda presidencial de manos de Peña Nieto. Un acto democrático que él en particular anhela.

Pero, también es verdad que el equipo que está ayudando, desde Morena, a la transición del mando sí tiene una agenda y de alguna manera la va configurando públicamente en paralelo con sus pares en el gabinete presidencial. Dos son los ámbitos en los que esto puede apreciarse: las ne­gociaciones en torno al Tratado de Libre Comer­cio con Norteamérica y las relaciones bilaterales con Estados Unidos y Canadá, y apenas la semana pasada con China. Eso no se puede negar, además de que tampoco había sucedido.

En este contexto, debe asumirse que los go­biernos extranjeros quieren acercarse a López Obrador “antes de tiempo” como expresión de modos novedosos en la globalización. Y de ma­nera particular que el pragmatismo del gobierno de Donald Trump asuma ganarle tiempo a la re­visión del Tratado de Libre Comercio en función de la agenda política norteamericana

El segundo escenario en esta proyección es que López Obrador efectivamente ya está gobernando, pero de manera virtual, únicamente en la opinión pública. Una proyección que se explica por la de­cisión de los medios de comunicación para cubrir cada una de sus actividades. Y de parte suya para ir dosificando la liberación de noticias a lo largo de las semanas. Un verdadero fenómeno mediático que estará planteándole retos en este ramo para cuando inicie formalmente su administración, porque las realidades paralelas no son propias del sistema político mexicano; se están convirtiendo en una tendencia internacional.

Quizá la pregunta inicial se responda con otra pregunta: cuándo tenga poder formal López Obra­dor, ¿cómo será el manejo de los medios hacia su gobierno? ¿Será siempre de primera plana, por encima de otros temas de la agenda nacional? Es momento para plantearnos una respuesta.

 

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