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A separar el trigo de la cizaña

Ignacio Anaya

Ignacio Anaya

 

Como presidente electo, Andrés Manuel López Obrador está expuesto al acecho de los personajes o sectores contra los que dirigió su discurso electoral. Y no son pocos quienes, cual aves de rapiña, esperan la primera oportunidad para incrustarse en la nueva administración.

Difícil saber si el olfato político de AMLO le permitirá distinguir entre quienes efectivamente buscan sumarse para servir frente a quienes, expertos en los malabares del oportunismo, tratan de ganarse un hueso, particularmente aquellos que lo vilipendiaron durante toda la campaña pero que en pocas horas se han disfrazado de patriotas para “servir” al país.

El candidato vencedor, ante la dura confrontación política que este proceso dejó, está obligado -ese es el verbo correcto- a encabezar una operación cicatriz bajo la premisa obvia de que va a gobernar no sólo para quienes lo llevaron al triunfo sino para todos, porque también forman parte de México quienes no votaron por él, quienes lo desacreditaron e incluso quienes le orquestaron guerra sucia. De ese tamaño será su reto inmediato.

Sin embargo, López Obrador deberá separar el trigo de la cizaña tras la formidable cosecha político-electoral del pasado 1 de julio.

Al momento, se desconoce la trayectoria de la mayoría de actores emergentes que deberán impulsar la transformación propuesta por el Movimiento de Regeneración Nacional en los tres niveles de gobierno de la República.

Pero también se conocen trayectorias políticas cinceladas en pasados turbios y oscuros que poco importaron en la coyuntura electoral que hizo a Morena aceptar un mosaico de personajes sobre los que ahora, sin duda, más de uno de los dirigentes se preguntará el valor de haberlos integrado como expresión de cambio.

Por ese motivo, Morena deberá realizar un proceso paralelo de depuración territorial. Agarrar parejo al momento de sumar voluntades en el propósito superior de ganar la contienda tiene sus consecuencias.

Difícil será ahora conocer si podían ganar la presidencia cuidando mejor la incorporación de actores de dudosa procedencia.

Lo cierto es que López Obrador se situó 30 puntos arriba de la coalición Por México al Frente, integrada con los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano. ¿Podrá Yeidckol Polevnsky concretar una operación cirugía que permita contener a los oportunistas?

Porque, de que se colaron personajes indeseables se colaron, incluso algunos llegarán al Congreso o a varios de los distintos cargos disputados a lo largo del país.

En este sentido, es deseable que Morena pueda desmarcarse del futuro presidente y trazar los procesos que le permitan buscar su consolidación como primera fuerza electoral porque el sufragio en México es muy volátil.

Separar el trigo de la cizaña conlleva sensatez pero firmeza, de manera particular ante el imperativo de que el cambio de banda presidencial se concrete en un ambiente terso, para lo cual además será necesario incorporar a la plataforma de desarrollo del siguiente sexenio las propuestas o iniciativas viables generadas abanderada a través de los candidatos perdedores.

Gobernar con las aportaciones de los adversarios es condición de gobernabilidad y así deberá comprenderlo el nuevo titular del Ejecutivo.

Son cinco los meses efectivos de transición, de recibir y preparar el cambio de administración. Tiempo suficiente para que el nuevo presidente dimensione qué fue lo que le hizo ganar y cuáles son las condiciones que harán viable concretar sus planes de gobierno.

En esta reflexión deberá ponderarse la conformación del Congreso de la Unión, la distribución de fuerzas y la posibilidad de alianzas legislativas. Igual proyección habrá de realizarse hacia el resto de la república: la filiación política de los gobiernos estatales, el equilibrio de fuerza en los congresos locales y de manera puntual la independencia ya alcanzada por el tercer poder, el Judicial.

Todo lo anterior requiere tomarse en cuenta pensando en gobernabilidad.

En el mismo sentido deberá contemplarse la fuerza y el peso de los poderes fácticos vinculados al crimen organizado.

La estabilizad bursátil y el manejo de la política exterior, así como la atención del creciente reto migratorio son temas colaterales que van conformando la realidad a la que se enfrentará el candidato ganador junto a su equipo.

En esta dinámica de traslación del cargo resulta necesario insistir: no puede haber cabida en la nueva administración para los corruptos ni tampoco para los oportunistas. Se trata de una medida ética que AMLO tiene en su cancha.

De la misma manera su partido está obligado. Y es que si para obtener el triunfo Morena incluyó, para conservar el poder deberá excluir todo aquello que no es ni quiere ser. Se trata de una operación obligada, básica.

Morena ya ganó, pero deberá pulirse.

Este es el mejor momento para que se anime a hacerlo.

 

 

 

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