Logo de Excélsior                                                        

AMLO, el INE y las mañaneras

Humberto Musacchio

Humberto Musacchio

La República de las letras

Por pleitos no paramos. El Instituto Nacional Electoral, como parte de sus funciones, advirtió que los servidores públicos, del Presidente de la República para abajo, no deben intervenir en el proceso electoral, pues se los impide la Constitución. Más aún: el INE ordenó al Ejecutivo que “se abstenga de continuar realizando manifestaciones de naturaleza electoral”, conducta que, en su caso, ha sido “reiterativa”.

A lo anterior, el mandatario respondió que no le pueden coartar “su” libertad de expresión, pero cabe recordar que para lanzar sus mensajes, condenas y bendiciones emplea recursos que son del Estado, no personales, hecho que implica una severa e inaceptable discriminación para el ciudadano común, que no cuenta con todo ese andamiaje para expresar sus puntos de vista. Por eso cabe recordar que, en tanto funcionario, no tiene derechos, sino atribuciones.

El INE también pidió información sobre pagos a reporteros que intervienen en las mañaneras, en las que un pequeño grupo de paleros hacen preguntas a modo. Jesús Ramírez Cuevas, vocero presidencial, de inmediato brincó y, en lugar de responder lo que le preguntaban, optó por acusar al citado instituto de no investigar lo ocurrido en otros sexenios, cuando, indebidamente, se pagaba a “conductores y propagandistas de televisión y radio con dinero público”, por “entrevistas y notas a modo o infomerciales”.

Sí, en efecto, el INE nunca mostró mayor preocupación por tales asuntos. Pero lo anterior, que es plenamente cierto y comprobable, no exime al actual gobierno de responsabilidad en el otorgamiento de favores a periodistas y empresas de comunicación. Un diario de la Ciudad de México señaló el caso de uno de los reporteros que hacen preguntas a modo, Miguel Ángel Arzate Ramírez, quien cobra quincenalmente 16 mil pesos en el canal 14, emisora que pertenece al Estado y que pagan los contribuyentes.

Hechos como los citados forman parte del cuantioso inventario de problemas creados por la sobreexposición presidencial, por el afán de estar en todo y, por lo visto, contra todos. El principal foro de esa rijosidad cotidiana son las llamadas mañaneras, las conferencias de dos a tres horas diarias en las que el Presidente descalifica a sus críticos, ataca a sus adversarios y aborda cualquier asunto sin tener la necesaria preparación en el tema.

El resultado de ese inagotable afán de ganar enemigos y problemas cada día es que, hasta ahora —le dijo Alfredo López Austin a Elena Poniatowska— “no ha habido diálogo”, lo que el eminente científico social atribuye a “una forma de gobierno unipersonal”. Para un auténtico diálogo, agrega el sabio juarense, es condición “el respeto al que no opina como yo. Es lo primero que hay que reivindicar, respetar al adversario, darle su lugar como ser humano digno, no descalificarlo, no insultarlo, no tratarlo como niño; oír sus razones y responderlas o discutirlas racionalmente. Eso es lo que quiero yo para México”.

De ahí que López Austin concluya: “Me he sentido decepcionado con el régimen actual. Cuando uno lucha toda la vida y siempre está uno en el lado perdedor, y cuando llega uno a viejo y cree que ya ganó y se da cuenta de que no fue así, se siente uno triste y decepcionado. Me preocupa que quisimos llegar a una democracia y no lo hemos logrado”.

En otra entrevista (machetazo a caballo de espadas), realizada por Edmundo Cázarez a la propia Poniatowska para la publicación de internet Cadena Política (19/I/21), dice la bienamada Elena: “Las mañaneras son innecesarias y hasta contraproducentes. Estoy plenamente convencida de que es un exceso del presidente López Obrador con tantas mañaneras, es un abuso del poder presidencial obligar a los periodistas a que vayan todas las madrugadas a hacer preguntas a modo…”.

El reportero le pregunta a su entrevistada: “¿Si pudiera hablar con él (con AMLO), qué le diría o aconsejaría? Y ella responde con la claridad que la caracteriza: “Le diría: señor Presidente, ya párele con las mañaneras. ¿Acaso no se da cuenta que hay un hartazgo nacional?”.

López Austin y la Poniatowska son gente que toda la vida se la ha jugado por las mejores causas. Hartos de las trapacerías del viejo régimen, votaron por el candidato de Morena. Por lo menos ellos deberían ser escuchados.

Comparte en Redes Sociales