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Transición acelerada (II)

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Esta situación no es inédita, varios mandatarios de México lo vivieron: Los presidentes Echeverría y López Portillo por sus políticas nacionalistas y su apoyo a Nicaragua y Cuba. Recuerdo una entrevista a Miguel de la Madrid en la que el periodista le preguntó cuál había sido el reto más grande de su gobierno, sin pensarlo un minuto, el Presidente contestó: “Sin duda, la relación con Estados Unidos”: La renegociación de la deuda y Contadora. Zedillo sufrió una enorme humillación por la traición del general Gutiérrez Rebollo, “zar contra las drogas”, quien en realidad protegía a uno de los cárteles del narcotráfico. Fox perdió toda credibilidad al negarles su apoyo en Naciones Unidas, al abstenerse de votar en favor de la guerra contra Irak. Calderón desgastó su relación al no tener respuesta a su legítimo reclamo por no detener el flujo de armas y dinero en efectivo a México. Con Peña Nieto las cosas llegaron al extremo de no hablar con el ocupante de la Casa Blanca. De Salinas no se conoce diferendos, tal vez por proponer el Tratado de Libre Comercio, deportar a Félix Gallardo y al Doctor Zuno, inculpados de la muerte del agente de la DEA, Kiki Camarena.

Cabe hoy recordar lo dicho en 1959 por el poderoso secretario de Estado del presidente Eisenhower, John Foster Dulles: “Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses”. Trump ha llevado a extremos nunca vistos el sentido de esta frase. En los 18 meses que lleva al frente de la política exterior de su país, ha desconcertado, ofendido y desconocido a sus aliados naturales, Canadá, Francia, Reino Unido, Alemania, y cerrado filas con los enemigos históricos: Rusia, China y Corea del Norte. Con dictadores impresentables como el de Filipinas o Turquía. ¿Por qué? ¿Cómo explicarlo? Más importante: ¿Qué podemos esperar nosotros?

Tenemos hoy un primer ejemplo: Su respuesta al texto enviado por López Obrador orientado a “iniciar una nueva etapa en la relación entre México y Estados Unidos basada en el respeto mutuo y la identificación de áreas de entendimiento e intereses comunes”. De manera velada en algunos temas y explícita en otros, Trump confirma lo que se puede esperar de él y cuál es su único interés. Deja claro que lo único que lo mueve es mantener la lealtad de su electorado, no perder el control de su Congreso en diciembre y reelegirse en 2020.

Por eso, la negociación del Tratado de Libre Comercio sólo será posible si se logra un entendimiento “a la brevedad”, o de lo contrario, lo denunciará, ya que lo presentó en su campaña como el “peor acuerdo comercial de la historia”. Dice estar dispuesto a trabajar en el desarrollo de Centroamérica, pero, por lo pronto, México debe colaborar más en contener los flujos de migrantes provenientes de esa región.

Hay dos riesgos en sus palabras: Presionar a México para llegar a un acuerdo bilateral con Estados Unidos, con o sin Canadá, a la vez que ceder en aquellos puntos que le redituarán más beneficios; en el caso de los centroamericanos, buscará que el gobierno entrante en México acepte firmar el llamado “tercer país seguro”, por el cual nos obligaríamos a aceptar en nuestro territorio a los solicitantes de asilo de esa región que hoy llegan a la frontera norte, ya sea que sean rechazados o tengan que esperar el tiempo que les tome a las autoridades correspondientes en ese país decidir si los aceptan o no.

En su misiva, López Obrador bien plantea: “Hacer un esfuerzo para avanzar integralmente en las áreas sustantivas en las que está la esencia de la relación bilateral: comercio, la migración, desarrollo y seguridad”.

México siempre ha buscado establecer una relación bilateral equitativa que responda a los intereses de ambas partes; se ha optado por segmentar el tratamiento de los temas para no “contaminarlos” o bien “integrarlos” en una agenda (para decirlo de manera coloquial: Dando y dando, tuit volando). ¿Qué política seguirá el próximo canciller Ebrard?

Trump no acusa recibo al último de los temas mencionados por el virtual Presidente electo: La seguridad. Hay que recordar que durante la campaña ofendió a nuestras Fuerzas Armadas al decir que no sabían combatir a los narcotraficantes y que él podría mandar a sus tropas a hacerlo, como se ha hecho en Colombia. Es muy probable que plantee una política de cooperación agresiva bajo el argumento de la crisis de los opioides que hoy sufre su población.

Pero: ¿Estará dispuesto a contener el contrabando de armas hacia México y el flujo del dinero en efectivo obtenido por los cárteles mexicanos de la venta de drogas en ese país? ¿Si le regatea el apoyo económico a la OTAN, se lo dará a Centroamérica?, de ser el caso, ¿a cambio de qué?, ¿apoyarán la anunciada política de “pacificación”?

Reitero que tomar la iniciativa y poner la agenda en la mesa fue un acierto del lado mexicano, más allá de ciertas comparaciones que no ayudan y se prestan a ser cuestionadas, los temas son los correctos, ahora lo que sigue debe guiarse con la máxima de Augusto, el emperador romano: “Caminad lentamente si quieres llegar más pronto a un trabajo bien hecho”.

*Con la colaboración de Antonio Ramírez Acevedo.

 

Director del Grupo Atalaya

Twitter: @GustavoMohar

 

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