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Transición acelerada (I)

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Ahora que escribo, nuestra selección ya fue eliminada del Campeonato Mundial, decepción o dosis de realidad (le recomiendo mucho la columna de Juan Villoro del 3 de julio pasado en la sección de deportes del periódico Reforma: La tristeza de ser normal). Sin embargo, el desenlace del desempeño de nuestra selección quedó opacado por el enorme interés que tuvieron las elecciones, en especial por elegir al próximo Presidente de la República. De inmediato dejaron de interesarnos la suerte de Osorio, El Chucky, Ochoa (el bueno); para muchos, fue mejor irse a curar las heridas de la derrota de la selección festejando en el Zócalo, para otros, empezar a digerir la contundencia del voto en favor del Lic. Andrés Manuel López Obrador y el significado de su llegada a la Presidencia.

El triunfo de Morena superó todas las encuestas. La gente le dio un mandato inequívoco, consideró a este partido como la mejor opción para tener un cambio que les abra oportunidades para mejorar sus vidas. Hay una enorme expectativa acompañada de incertidumbre: ¿Cuándo se podrán sentir las mejoras que ofreció AMLO como candidato? Como Presidente, ¿será el político pragmático que es o el líder social antisistema que también es?, ¿cómo se verá afectada nuestra vida cotidiana, nuestro trabajo?, ¿qué significará “el cambio” que ofreció en su largo caminar para llegar a este triunfo?, ¿podrá ser un gobierno austero, honesto y eficiente?

Por lo pronto, ratificó que no vivirá en Los Pinos, venderá la flota aérea del gobierno, no lo cuidará el Estado Mayor y se bajará el sueldo a la mitad de lo que hoy gana Peña Nieto, lo que implica bajar los ingresos de miles de burócratas, muchos de ellos honestos y especializados que sufren hoy ansiedad y miedo por no saber si van a poder mantener a sus hijos en la misma escuela, llevarlos a un médico privado, pagar la hipoteca, etcétera. Tasar a todos los servidores públicos con la misma regla generará inevitables injusticias.

No me parece sensato, realista ni responsable que como Presidente no cuente con una estructura de seguridad para su persona. Todos los jefes de Estado lo necesitan, pues su investidura trasciende a su persona. No basta que lo cuide “el pueblo”. En el periódico español El País del pasado domingo, apareció una foto del papa Francisco en la plaza del Vaticano, rodeado de sus feligreses y… de agentes de seguridad, no obstante que se supone lo cuida Dios, y es claro que no basta que lo cuiden sus fieles...

Sin importar que aún no ha sido declarado Presidente electo, como lo marca la ley, AMLO y su equipo, con un acelerado ritmo sin precedente, trabajan ya con funcionarios del gobierno actual para elaborar el Presupuesto de 2019. Buscan imprimir en éste las primeras señales de su plan de gobierno: Canalizar decenas de miles de millones para aumentar la pensión a las personas de la tercera edad; apoyo económico a cerca de 2.7 millones de jóvenes sin empleo; la eliminación de seguro médico privado a funcionarios públicos para “que vayan al ISSSTE”, lo que incluye a los expresidentes.

Se designaron coordinadores federales en cada estado para compactar y coordinar las delegaciones de las dependencias del gobierno federal en sus respectivas entidades, ¡menuda cuña para los gobernadores!

Además, han celebrado múltiples reuniones con empresarios, gobernadores, medios de comunicación y, al escribir este texto, con los principales miembros del gabinete de Donald Trump.

Sobre este último evento se sientan varios precedentes y se empieza el juego de las señales de la diplomacia y de la política internacional: ¿Qué buscaban los enviados de Trump? ¿Empezar a descifrar al nuevo líder mexicano? ¿Adelantar su agenda a fin de establecer los términos y prioridades del diálogo por iniciarse a partir del 1 de diciembre?

En un astuto movimiento, el equipo mexicano los recibió en sus oficinas de campaña y entregó una propuesta escrita para el mandatario estadunidense, en la que se plantean las ideas iniciales en materia de comercio, migración, seguridad, Centroamérica y el desarrollo económico.

La relación con Estados Unidos es uno de los retos más complejos y críticos que enfrenta el nuevo gobierno. Las tensiones derivadas de la constante agresión a México del presidente Trump llegaron al extremo de suspender su comunicación con el presidente Peña Nieto. Corresponde ahora a Trump cambiar y ofrecer un diálogo constructivo, respetuoso y, sobre todo, productivo con López Obrador. Este último tiene a su favor la legitimidad política para cambiar los términos de la agenda bilateral, será un Presidente poderoso, el único valor que Trump respeta. De esto me ocuparé en mi próxima colaboración.

 

Director del Grupo Atalaya

Twitter: @GustavoMohar

 

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