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Tragedia recurrente, ¿hasta cuándo?

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Las escenas son terribles y dolorosas. Decenas de cadáveres cubiertos por sábanas y un mayor número de lesionados, física y emocionalmente al voltearse un camión que transportaba migrantes indocumentados por una carretera de Chiapas.

Difícil imaginar las secuelas que dejará esta experiencia en los niños y niñas que viajaban con sus padres, seguramente con miedo, pero con la ingenuidad de ir hacia una mejor vida, distante y confusa, pero mejor que la pobreza y violencia que han enfrentado en sus pueblos.

En este espacio he descrito la difícil realidad que viven nuestros vecinos al sur de la frontera. Países que han sufrido durante décadas golpes militares, represión, violencia delictiva, narcotráfico y una oligarquía política y económica en su mayoría depredadora, abusiva y corrupta.

Honduras y Guatemala han sido clasificados como de los países más pobres del planeta, con la peor distribución del ingreso; El Salvador no anda tan lejos, pero cuenta con una clase empresarial enjundiosa, que con sus negocios mitigan un poco la miseria en que vive la mayoría. No en balde tuvo una larga guerra civil impulsada por grupos guerrilleros formados por jóvenes rebeldes que no estaban dispuestos a quedarse pasivos ante esa injusta realidad. Recomiendo buscar en la revista Nexos, los escritos de Joaquín Villalobos, uno de sus más ilustrados líderes, hoy analista y asesor de la ONU en la resolución de conflictos internacionales.

Como México, Centroamérica ha sido expulsor de sus habitantes hacia Estados Unidos. Igual que para nosotros, “ir al Norte” es una ilusión de muchos jóvenes, que confían cruzar por nuestro territorio, ignorando los riesgos y abusos que les esperan como es el tráfico de personas; pocos delitos tan deleznables con el que lucran bandas criminales de la peor clase.

El accidente materia de esta entrega ocupó la atención por unos días de los medios de comunicación y de los gobiernos involucrados, para después pasar al olvido colectivo… salvo en las familias de los fallecidos. ¿Se Imagina usted el dolor de la madre, esposa, hijos, que recibieron los cuerpos de sus parientes?

Sabemos ahora que el camión cruzó por varias garitas de control carretero donde se supone que agentes migratorios y aduaneros inspeccionan los vehículos con el objetivo de prevenir, el cruce ilegal de mercancías o de personas, como es el caso. ¿Nadie vio lo que venía en este camión? ¿De qué sirven, entonces, los costosos instrumentos de rayos X que permiten ver el contenido de cada uno de ellos?

Tuve la oportunidad de presenciar el funcionamiento de estos instrumentos que delinean con precisión y claridad lo que está en cada uno de los contenedores inspeccionados, ¿en este caso, hay un responsable? ¿La anunciada investigación que se ha iniciado, fincará responsabilidades?

No soy ingenuo, suponiendo que en este caso se identifique y castigue al chofer, a los traficantes, sus ayudantes y con suerte, a las autoridades corruptas que participaron, me temo que al escribir estas líneas otros delincuentes preparan una nueva incursión, con otras potenciales víctimas, sobre todo a otros menores de edad que tendrán un fin de año amargo.

No me cansaré de reiterar que mientras no tomemos la decisión de crear una política migratoria integral, que cubra todas las facetas de este fenómeno social, seguiremos reaccionado tardíamente, con excusas y verdades a medias. El actual gobierno dice que quiere acabar con la impunidad que caracterizó a los pasados regímenes, en este tema tiene una buena oportunidad de pasar de los dichos, a los hechos.

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