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Mirar al sur (I)

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Por su parte, Costa Rica se mantiene como una democracia estable, sólo asediada por el asentamiento en su territorio de cientos de miles de migrantes nicaragüenses. Panamá también goza de un crecimiento sostenido desde hace años, pero empieza a resentir los efectos de la desestabilización de Venezuela con la llegada de refugiados de ese país. Belice, nuestro vecino desconocido, se mantiene en su apacible ritmo de vida mientras ve con admiración a México que lo desdeña y menosprecia.

En este año la renegociación del Tratado de Libre Comercio, los ataques constantes del presidente Trump a los migrantes y su obsesión con “el muro” en la frontera con México ocuparon la atención de nuestra diplomacia, de los medios de comunicación, del debate político y de la academia. Entiendo bien que su importancia lo amerita, sin duda la relación de México con Estados Unidos es la más relevante en términos económicos, sociales, históricos y culturales. Siempre ha sido y seguirá siéndolo en el futuro previsible. No sé qué tan viable es buscar diversificar nuestras relaciones hacia otros países y regiones, pero no tengo duda de que es necesario empezar por hacerlo.

Sin embargo, la elección de Trump deja cada día más claro que estamos en presencia de un reacomodo sistémico en ese país. Trump ha desatado la polarización de la sociedad estadunidense que se expresa con el surgimiento de una callada resistencia xenófoba, proteccionista en lo económico y radical en su ideología de derecha.

 No es improbable que después de Trump la democracia de su país quede alterada por un largo periodo. Para México no son menores las consecuencias de esto. Pondrán a prueba nuestra manera de relacionarnos con ese país en el campo de la migración, la cooperación en materia de seguridad, el intercambio comercial, las inversiones, así como nuestras posiciones en los foros regionales y multilaterales.

Señalo lo anterior para delinear el contexto en que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tendrá que definir su política hacia Estados Unidos y hacia Centroamérica. En la carta que dirigió a Trump, le plantea:

“También, como se lo manifesté en nuestra conversación telefónica, considero que debe atenderse de manera integral y de fondo el problema migratorio, mediante un plan de desarrollo que incluya a los países centroamericanos, donde millones de habitantes no tienen oportunidades de trabajo y se ven obligados a salir de sus pueblos para buscarse la vida y mitigar su hambre y su pobreza.

Le comparto que mi gobierno está dispuesto a presentar a nuestro Congreso de la Unión la iniciativa y propuesta presupuestal para contribuir con recursos económicos y experiencia propias en este esfuerzo conjunto. Si en este plan participamos Estados Unidos y México e incluimos a los países centroamericanos, aportando cada uno de acuerdo a la dimensión de su economía, podríamos reunir una considerable cantidad de recursos para el desarrollo de la región, los cuales se destinarían en 75 por ciento a financiar proyectos para crear empleos y combatir la pobreza, y el restante 25 por ciento, al control fronterizo y a la seguridad. De esta manera, reitero, estaríamos atendiendo las causas que originan el fenómeno migratorio. Al mismo tiempo, cada gobierno, desde Panamá hasta el río Bravo, trabajaría para hacer económicamente innecesaria la migración de sus ciudadanos y cuidar sus fronteras para evitar el tránsito ilegal de mercancías, armas y tráfico de drogas, lo cual, consideramos, sería la forma más humana y eficaz de garantizar la paz, la tranquilidad y la seguridad de nuestros pueblos y naciones.”

En su respuesta, del 20 de julio pasado, el ocupante de la Casa Blanca le dice: Así “Estamos preparados para atender el tema del desarrollo económico, así como aquellos relacionados a la seguridad, que empujan la migración de América Central, pero también debemos incrementar la cooperación para proteger el Estado de derecho y la soberanía de ambos nuestros países, así como los migrantes vulnerables que son victimizados por las organizaciones criminales violentas”.

La iniciativa mexicana es ambiciosa y pone en la mesa una carta negociadora que en ocasiones previas no ha dado buenos resultados; Estados Unidos se ha negado en más de una ocasión a vincular la asistencia económica con el desarrollo regional, pues han tenido una visión limitada a privilegiar un enfoque de contención y combate a la delincuencia. ¿tendrá la administración Trump la capacidad para entender el alcance de la propuesta planteada por López Obrador? ¿Qué hacer si no es aceptada y subsiste la actitud unilateral de contención y rechazo a los migrantes económicos y a los necesitados de refugio?

 

Director de Grupo Atalaya

Twitter: @GustavoMohar

 

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