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México en Washington

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Washington para reunirse con sus homólogos de Estados Unidos y Canadá mereció las primeras planas de los periódicos mexicanos, de los principales noticieros en la televisión y la radio. En Estados Unidos, ningún medio le dio importancia al evento, algunos lo reseñaron en sus páginas internas y en CNN hubo un breve comentario. ¿Cómo explicar lo anterior?

No es un caso inusual, a la capital de Estados Unidos llegan con mucha frecuencia mandatarios de todo el mundo (lo mismo sucedió con la visita del presidente francés, Emmanuel Macron).

Es la visita obligada de todo nuevo mandatario para establecer contacto con el presidente en turno, con los legisladores relevantes, los medios de comunicación de influencia global; para reunirse con los influyentes centros de pensamiento (think tanks) especializados en analizar el país en cuestión o en los temas que ocupan la agenda mundial.

¿Qué impacto real tiene el acercamiento con estos foros? ¿Cómo se puede influir en los temas de interés para un gobierno extranjero?

Es obvio que ésa es la tarea primordial de los embajadores acreditados ante el Departamento de Estado y la Casa Blanca, pero los laberintos burocráticos y políticos del Distrito de Columbia (nombre oficial de la capital estadunidense) son extraordinariamente complejos. En ocasiones no basta con la labor diplomática, se recurre a mecanismos de influencia y cabildeo político no sólo en Washington, sino en los estados y congresos estatales, en las organizaciones empresariales y en las organizaciones de la sociedad civil.

Los gobiernos extranjeros hacen esa tarea a través de firmas privadas formadas por exlegisladores y políticos que utilizan sus contactos para promover los intereses de sus clientes. México utilizó con éxito este medio para lograr la aprobación del Tratado de Libre Comercio y años después para evitar que prosperaran iniciativas de senadores y representantes que querían “descertificar” a nuestro país por considerar que no hacíamos lo suficiente para combatir al narcotráfico.

Hoy, este tipo de labor se antoja indispensable. Para que el Congreso apruebe una reforma migratoria que beneficie a millones de connacionales, deberá construirse una ofensiva orientada a construir una coalición de grupos de presión que no sólo abarque al Ejecutivo, sino, sobre todo, al Poder Legislativo. Es una línea fina que habrá que cuidar para no dar pauta a que los que están opuestos a este proyecto, acusen a México de interferir en sus procesos internos.

Como me comentó hace ya varios años una alta funcionaria de migración encargada de la relación con México, al cuestionarla por la falta de apoyo para dar una solución en favor de los mexicanos indocumentados residentes en ese país: “Diario recibo quejas similares por parte de muchos otros países, ¿te imaginas qué pasaría si le damos a México una respuesta positiva? ¿Qué estarían ustedes dispuestos a darnos a cambio? ¿Por qué no la comunidad mexicano-estadunidense no hace el mismo trabajo que la comunidad judía, mucho menor que la de ustedes?

Es decir, el tema migratorio tiene una enorme relevancia en el debate político interno, no es un asunto que se regule con una óptica de política exterior.

Más allá de si el presidente Biden quisiera dar una respuesta favorable a la legítima petición del presidente mexicano, es natural que sus cálculos estén basados en los impactos que ello tendría en su imagen y popularidad frente al electorado de su país y de su propio partido.

Desde 1986 no se ha legislado una reforma migratoria de calado que corrija las claras disfuncionalidades de las leyes actuales. Es uno de los asuntos más controversiales. Para que ello sucediera, el presidente Biden, su partido y sus legisladores afines tendrían que invertir buena parte de su ya de por sí demeritado capital político, lamento creer que no estarán dispuestos a hacerlo.

Veremos qué suerte corre el siguiente comentario del presidente López Obrador en su reciente estancia en ese país: “Por ello es de celebrar que haya (Biden) enviado al Congreso la iniciativa para regularizar migrantes y que ojalá los legisladores de los dos partidos ayuden, porque es justo, ya que es gente muy trabajadora, honrada, que vive en Estados Unidos desde hace mucho tiempo… vamos a estar observando el proceso de esa iniciativa… que aplaudimos mucho”.

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