Logo de Excélsior                                                        

La rebeldía en Estados Unidos

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

La pandemia del coronavirus sigue provocando sorpresas, retando a los gobiernos de todo el mundo que se ven rebasados ante la rápida expansión del virus, la ausencia de un tratamiento médico eficaz, la insuficiencia de los servicios de salud, los enormes daños económicos y, por supuesto, el fallecimiento creciente de cientos de miles de personas y millones de infectados.

Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, tiene el mayor número de casos de infección: 1.9 millones han sido confirmados, 440 mil recuperados y 110,000 han muerto. Son dramáticas las escenas de las largas filas de carrozas fúnebres esperando su turno para entregar los cuerpos de los fallecidos a los centros de cremación.

A esta emergencia sanitaria se sumó el asesinato de George Floyd por policías de Minnesota. Con la difusión en las redes sociales de la muerte producida a este hombre afroamericano de 46 años, por un policía que, literalmente, lo asfixió durante 8 minutos al presionar su cuello con su rodilla, a pesar de que Floyd le suplicaba que lo dejara respirar, se disparó la enorme tensión racial subyacente en ese país.

Es cierto que Estados Unidos es un país multirracial formado por  migrantes que, hasta la fecha, siguen llegando con la esperanza de una mejor vida, pero a la vez no ha resuelto la integración y equidad entre los “blancos” y las minorías raciales, en especial los “negros”.

A pesar de avances constitucionales, legales, políticos y sociales, que hoy prohíben o al menos limitan las expresiones racistas como el siniestro Ku Klux Klan, en la realidad de la vida cotidiana ser de piel oscura sigue siendo objeto de un trato desigual, de discriminación que en la mayoría de los casos les impide mejorar su situación económica. No es casualidad que la mitad de los presos en las cárceles de ese país sean negros cuando son apenas el 12% de la población total en ese país.

El presidente Trump quiso minimizar el impacto del virus, se tardó semanas críticas en alertar a su población de los graves riesgos que se venían, se desentendió del problema cuando éste hizo crisis y delegó en los gobernadores la responsabilidad de atender, lo que ya era entonces una pandemia sin igual en más de un siglo.

Hace unos días quiso compensar su lenta e insuficiente respuesta al  caminar desde la Casa Blanca hacia una iglesia cercana, ubicada a unas cuadras; al llegar, posó en la puerta de la misma con una Biblia, no habló, no mandó un mensaje a su país, se sacó la foto y regresó a su búnker. Minutos antes de ese acto obvio y simplón, policías y miembros de la Guardia Nacional alejaron con violencia a un grupo de manifestantes pacíficos, que protestaban por la discriminación que sufre la comunidad afroamericana y los abusos que las policías de varias ciudades han ejercido contra ella. 

Le recomiendo, estimado lector, el artículo titulado America’s battered moral standing, publicado en el periódico Financial Times): “El hecho que el presidente Trump describa a los que participaron en la pacífica marcha de protesta como “matones, asesinos, terroristas domésticos” hace un daño incalculable”.

Nuestro vecino del norte atraviesa por un momento que puede trastocar su admirable sistema democrático. Como declaró el prestigiado general retirado James Mattis, designado por el mismo Trump como secretario de Defensa, cargo al que renunció por no estar de acuerdo con las políticas de su jefe en Siria: “nunca en mi vida como militar hubiera imaginado que tendríamos un presidente que sería capaz de dividir a los americanos como lo hace Trump. Menos en un momento en que enfrentamos una crisis sin precedente”.

Tiempos definitorios sin duda en el futuro de la política norteamericana, en el resultado de sus próximas elecciones, en su tejido social, en su economía. Entender su alcance y reverberaciones nos importa a todos. De ser cierto que el presidente López Obrador desea reunirse con su homólogo Trump vale la pena preguntarnos:¿Cuál es la agenda que le interesa presentar? Trump querrá capitalizar este encuentro para sus fines de reelección, ¿cómo lo tomará el candidato demócrata, Joe Biden, probable próximo presidente?

Comparte en Redes Sociales

Más de Gustavo Mohar