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La ira del norte

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

 

 El nuevo embajador de Estados Unidos ante México, Sr. Christopher Landau, expuso al Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadunidense cuáles serán sus prioridades al llegar a nuestro país:  la migración, el narcotráfico y el “comercio justo”. Confirma así lo único que le interesa de nosotros a su jefe, el presidente Trump.

En este espacio he tratado de ejemplificar cómo Trump gobierna a base de amenazas y producir miedo. Tanto en el campo de su policía doméstica como en su política internacional ha roto múltiples protocolos, principios y límites. Envalentonado por la impresionante fortaleza de la economía, más la inalterable popularidad con su base electoral, busca ahora reelegirse en 2020 por cuatro años más con base en radicalizar sus decisiones en los temas que más le aportarán votos, destacadamente la migración.

En las últimas semanas, Trump ha tomado una serie de medidas adicionales contra migrantes, no sólo contra los indocumentados, sino también contra aquellos que ya viven legalmente en Estados Unidos.

Según su nueva política, los extranjeros que reciban asistencia pública de algún programa social dejarán de ser elegibles para la residencia permanente, lo cual afectará a más de 10 millones de personas pobres (muchos de ellos mexicanos) que no han obtenido su ciudadanía plena. 

No le es suficiente haber impuesto a México la obligación de desplegar un costoso operativo de disuasión, contención y deportación de centroamericanos, anunció, además, la deportación de “un millón de ilegales”, lo cual concretó con una redada masiva en centros de trabajo en el estado de Misisipi.

En las redes sociales pudimos ver escenas de gente aterrorizada corriendo de la temida “migra”, niños desolados por saber que sus padres fueron detenidos y no saber a dónde dirigirse.

En una fotografía icónica de su narcisismo, el Presidente sale sonriente con su dedo levantado en señal de triunfo, junto a su esposa, quien carga un bebé, cuando el pasado 9 de agosto visitó la ciudad de El Paso, Texas.

La visita tenía como objetivo manifestar su rechazo a la masacre perpetrada en un centro comercial por un racista que quería “matar mexicanos”; lo malo es que ese bebé había quedado huérfano de padre y madre, balaceados por dicho asesino alentado por el lenguaje antimexicano de su Presidente.

El día anterior, es decir el 8 de agosto, Trump amenazó a México diciendo que de no cumplir en un plazo de un año con una reducción drástica del flujo de drogas hacia su país, seremos “descertificados” y, por ende, sujetos a sanciones económicas y comerciales.

No es descartable que en su campaña presidencial use este tema para ganar votos, ataque al gobierno mexicano y lo amenace con la imposición de tarifas arancelarias.

Pero su ira no es sólo con los mexicanos, en un acto sin precedente, solicitó al gobierno de Israel prohibir el acceso a su territorio a dos mujeres Representantes en el Congreso, acusándolas de boicotear a ese país.

Se trata de Ihan Omar y Rashida Talib, de piel morena, musulmanas, ¡nacidas en Estados Unidos! con quienes ha sostenido una campaña cargada de racismo y machismo.

Por último, pero no por ello menos grave, en un esclarecedor artículo que recomiendo:  Trump’s assault on the Global Trading System, sus autores, Chad P. Brown y Douglas A. Irwin, advierten que la agresiva, errática y caprichosa “guerra comercial” seguida por Trump contra sus aliados, México entre ellos, como con su gran rival, la República Popular de China, no sólo es irracional y contraria a los intereses de su país, sino que en caso de ser reelecto y continuar con ella, podría ser la muerte del sistema de comercio internacional “con catastróficas consecuencias”.

¡Qué peligro que millones de seres humanos puedan sufrir las consecuencias de la irritabilidad, capricho y prejuicios de un individuo!

 

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