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La cara oscura de la migración

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

El asesinato de dos israelitas en un elegante centro comercial del sur de la Ciudad de México generó sorpresas, preocupación y muchas interrogantes.

Por un lado, se sumó a una preocupante tendencia alcista de homicidios violentos en la capital de la República que tienen lugar en zonas de ésta que se suponían seguras. El asesinato fue planeado con tiempo y cuidado. Por un lado, se distrae a los policías con armas de fuego de alto poder, la presunta homicida entra a un restaurante de lujo, se dirige a la mesa donde se encontraban los señores, Alon Azulay y Benjamín Yeshurun, los ejecuta a balazos. Esperanza Gutiérrez sale del lugar a reunirse con sus cómplices y escapar, algo sale mal, y es arrestada por un policía.

Los medios cubren el incidente con profusión, en las redes sociales de dan todo tipo de especulaciones y rumores, las autoridades declaran que se trató de un “crimen pasional”, luego corrigen y reconocen que es un “ajuste de cuentas” entre grupos de la delincuencia organizada. Este tipo de ejecuciones no son tan infrecuentes en barrios marginales de esta ciudad y de otras ciudades en el interior del país, ¿pero en el Pedregal de San Ángel? ¿en un mall de alto consumo? ¿en un restaurante exclusivo? Mucha gente se pregunta ¿qué está pasando? Las dos personas asesinadas resultaron tener un serio antecedente delictivo, eran parte de una banda internacional criminal, probablemente relacionada con el tráfico de drogas, ¿cómo pudieron internarse en México ¿trabajan para un cártel mexicano?

En otra zona del país, en la Riviera Maya, los índices delictivos no dejan de crecer. Según el SESNSP, la tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes en enero 2019 fue de 9.81, mientras que la tasa nacional cerró en 2.81. Esto significa un aumento sustancial considerando que en enero de 2018 y enero 2017 esa tasa fue de 4.22 y de 1.74 respectivamente. Es de conocimiento público por los residentes en esa región que proliferan bandas de colombianos y rusos, a los que hay que agregar miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación y de los Zetas. Sin embargo, los primeros dos grupos han ido ganado el control de los delitos que allí se cometen: tráfico de drogas, de personas, extorsión a negocios, lavado de dinero, trata de mujeres y niños. La violencia criminal tiene lugar en las colonias periféricas, marginales, pero ya llegó también al centro de Cancún, Tulum y Playa del Carmen. Hay historias de terror: un joven de 22 años fue captado por una cámara cuando entraba a un centro nocturno, pero no cuando salió; su cuerpo no ha sido encontrado y a decir de un residente de esa ciudad, “los narcos desmiembran los cuerpos y los tiran en una laguna cercana donde hay cocodrilos para que no queden restos”. ¿Cómo se explica la presencia de extranjeros de alto riesgo en una zona crítica para el turismo que nos visita?

Hace unos años se eliminó el requisito de visa para ciudadanos colombianos que viajen a nuestro país como parte de los acuerdos de la llamada Alianza para el Pacífico, esquema de cooperación comercial y de integración económica entre México, Colombia, Chile y Perú. Con el objetivo de estimular el turismo y facilitar el movimiento de hombres de negocios, se abrió una vulnerabilidad de seguridad. Grupos y bandas delictivas de ese país lo han aprovechado para viajar a México, cometer sus atracos, regresar a su país a vender el producto de sus delitos, y vuelven de nuevo con absoluta libertad.

No es nuevo que en esa zona opera la mafia rusa, hay que recordar el caso de Aleksei Makeev, casi linchado por los pobladores de la colonia donde vivía, arrestado y finalmente condenado a 37 años de cárcel el pasado 17 de julio. Por ley, esta responsabilidad es del Instituto Nacional de Migración, ¿tiene las capacidades para aplicarla con eficiencia y solidez? ¿Qué mecanismos de control y verificación se aplican? ¿Sabemos cuántos extranjeros de este perfil viven y operan en México? El riesgo es alto y puede llegar a ser un tema de seguridad nacional.

En la misma región, hay una notable presencia de centroamericanos. Han sido contratados por los hoteleros de la Riviera Maya para levantar el sargazo que llega a sus playas; laboran de ocho a diez horas, les pagan 2 mil 500 a la quincena, viven hacinados en casas abandonadas del Infonavit; no tarda que la delincuencia vea en ellos un negocio de extorsión y abuso. ¿Las autoridades vigilan sus condiciones laborales?, ¿se está consciente de los riesgos que corren?, ¿se han tomado algún tipo de medidas preventivas?

La migración internacional tiene una cara oscura que no se puede descuidar.

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