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Gobernar

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Al publicarse esta columna, el presidente López Obrador presentará al Congreso y a la sociedad en su conjunto los resultados de su gestión en los primeros meses de gobierno, sus avances, sus planes y su valoración del estado que guarda el país. Dará cumplimiento a lo previsto en el artículo 69 de la Constitución, como un ejercicio democrático propio de un sistema de balance de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo.

Al igual que en gobiernos anteriores, han aparecido spots televisivos donde el Presidente anticipa lo que piensa que se ha logrado y lo que se propone hacer. Tal vez es la manera de asegurar que más mexicanos se informen, pues las encuestas hechas durante el sexenio de Enrique Peña Nieto indicaban que sólo un 23% de la población manifestaba interés en el informe presidencial. No es muy diferente a lo que sucede en otros países, por ejemplo, en Estados Unidos, en enero de cada año, los mandatarios rinden su reporte en una sesión conjunta de su Congreso, el llamado “Estado de la nación”, mismo que es visto por no más del 31% del electorado.

Será interesante saber si este domingo hay un cambio. López Obrador es un Presidente controvertido, como hace muchos años no teníamos en México. Su estilo de gobernar, sus iniciativas de política pública, su forma personal de comportarse, sus mañaneras, su presencia en las redes sociales, pero, sobre todo, su idea de “cambiar el régimen” ha generado incertidumbres, miedos, rechazos y apoyos. ¿Su mensaje traerá claridad sobre la estrategia a seguir en la economía, la seguridad y la democracia? ¿Reconocerá avances, pero también errores y voluntad de corregir?

Basta una rápida lectura en las redes sociales, en los medios de comunicación o mejor aún, en las pláticas cotidianas con nuestras familias, amigos y colegas de trabajo, para confirmar que su gobierno genera pasiones, polariza los sentimientos: desde los agoreros de la debacle, hasta los ilusionados triunfalistas. No ubicarse en uno de esos extremos es visto con sospecha o desdén. No obstante, la encuesta publicada en El Universal, el 27 de agosto pasado, confirma el abrumador apoyo que mantiene el Presidente: 69% de los encuestados aprueba su gestión, 5% más que el 64.6% que tenía al iniciar su gobierno; 60% confía que México mejorará durante su sexenio, 53.9% considera que es prematuro evaluar el gobierno, 44% cree que ya es tiempo de hacerlo. Los programas sociales son valorados de manera positiva por el 25% de la población, lo que contrasta con sólo el 8% que cree que hay avances contra la corrupción. En suma, subsiste una enorme expectativa sobre los beneficios que traerá su gobierno, lo que trae aparejado, como espejo, una enorme responsabilidad.

En política siempre es útil recurrir a la historia, a la experiencia y a la sabiduría que nos heredaron grandes mentes a lo largo del tiempo. Nos enseña que los retos derivados del ejercicio del poder son similares, siempre ha puesto a prueba la astucia, la ambición, la habilidad, el carisma, el discurso de los líderes y de manera inevitable responder en los hechos, con las expectativas de sus gobernados.

Por ello creí oportuno recuperar algunas frases de Cicerón escritas como una guía para futuros líderes políticos. Las tomé de un libro que recomiendo: Cómo gobernar un país. Una antigua guía para los líderes modernos. Cicerón nació en el año 106 antes de Cristo, de origen humilde, fue soldado por un corto periodo, abogado, actividad en la que destacó por su inobjetable y apasionada capacidad retórica, electo cónsul, autoridad máxima en los tiempos turbulentos por los que atravesaba la república romana, es considerado como uno de los grandes pensadores políticos de la historia. Cito:

“La mejor forma de gobierno se basa en el balance entre poderes. Hasta el más noble de los reyes se convertirá en tirano si su gobierno no es vigilado; lo mismo sucede con la democracia, se pervierte cuando al poder electo lo guían las masas.

• “Ten cuidado del líder que hace a un lado el orden constitucional argumentando la necesidad de la seguridad y la eficiencia.

• “Los verdaderos líderes anteponen los intereses de la nación a los personales.

• “La inteligencia no es mala palabra. Aquellos que gobiernan un país deben ser los mejores y más brillantes.

• “En política es irresponsable aferrase a una posición cuando las circunstancias siempre son cambiantes. Hay tiempos en que hay que mantener lo ofrecido, pero negarse de manera sistemática a corregir/conceder es una señal de debilidad, no de fortaleza.

• “La corrupción no es sólo un mal moral, es una amenaza real que no sólo genera desilusión en los ciudadanos, puede llegar a sembrar odios y venganzas hasta culminar en una revolución”.

Lo escrito por Cicerón hace más de 2000 años parece obvio, sencillo, natural, sin embargo, qué difícil parece ser aplicarlo.

 

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