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Estados Unidos y su democracia (II)

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

 

Donald Trump pasará a la historia de su país como el único presidente electo que al perder su reelección se niega a reconocer su derrota y, en un alarde inmadurez, arrogancia e irresponsabilidad, al escribir estas líneas sigue sin dar su apoyo al presidente electo Joe Biden.

Es patético ver las fotos de Donald Trump jugando golf, alejado de los periodistas que lo buscan, negándose a dar la cara y a decir qué es lo que quiere, cómo explica su absurda actuación. Es a través de sus allegados que se comunica, en especial de Rudolph Giuliani, otro personaje patético que parece haber perdido el sentido del mínimo decoro y sigue argumentandMOo, sin ninguna prueba, que la elección presidencial fue fraudulenta y le robaron el triunfo a su cliente.

Giuliani, quien como alcalde de Nueva York, cuando sucedieron los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, se ganó el respeto del mundo entero al reaccionar con sensatez e inteligencia para ordenar el caos que sufría esa ciudad ante el pavor de ver las Torres Gemelas derrumbarse con miles de personas en ellas.

Desde hace tiempo, los académicos, analistas y expertos en Estados Unidos habían venido anunciando que su país enfrentaba una degradación de sus valores, de su cohesión social, de su democracia. La sociedad daba claras señales de estar polarizada, con crecientes sectores marginados que expresaban su frustración cada vez de manera más violenta.

Se perdió, entonces, la confianza de pertenecer al país de la oportunidad y la esperanza, donde el esfuerzo y el trabajo serían recompensados con una movilidad social y un bienestar material difícil de alcanzar en cualquier otro país del mundo.

La confianza en sus instituciones, en los partidos políticos, en los líderes de ambos, se erosionó y cada día se alejaba la sinergia entre ciudadanos y autoridades que durante años les permitió construir un ambiente de seguridad, de legalidad.

La inequidad y la ausencia de una equilibrada distribución de la riqueza ocasionó que una clase minoritaria (se calcula el uno por ciento del total) se volviera inmensamente rica, mientras que la clase media veía cómo se desvanecían sus aspiraciones de escalar en su condición económica y, en contraste, muchos de sus miembros volvieron a niveles de pobreza que pensaban ya haber dejado atrás.

Es en parte por ello que Trump fue electo hace cuatro años. Apeló a ese grupo de millones de votantes decepcionados y resentidos, mismos a los que hoy llama a rebelarse y a no aceptar el triunfo de Biden. Gente de escasa cultura, con claras tendencias xenófobas, radicales (muchos de ellos armados) y que hoy son un riesgo inédito para la estabilidad de nuestro vecino del norte.

Quedan dos largos meses para que Joe Biden tome formalmente el poder presidencial Mucho tiempo para que Trump y sus seguidores lastimen seriamente la estabilidad y el Estado de derecho en ese país. Siempre se ha pensado que Trump es un hombre inculto, irracional y narcisista, cuya única motivación es él mismo; que no cree en seguir las reglas establecidas y mucho menos en las leyes. Su ambición desaforada, alimentada hoy por lo que parece ser un estado mental de negación de la realidad, lo hace un peligro real. ¿Será capaz de impulsar una revuelta social? ¿Sus colegas del Partido Republicano podrán influir en él y hacerlo entrar en razón? ¿No reconocerá su derrota y obstruirá la transición entre su gobierno y el de Biden? ¿Asistirá a la toma de posesión de éste último el 20 de enero próximo o será el primer presidente saliente en la historia de su país que no lo hace?

 

 

  •  Por lo anterior, es inexplicable el formalismo aludido por el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador para negarse a felicitar al presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden. Aludir a lo que considera el fraude que sufrió él en 2006 no sólo es un error, es una muestra de su pequeña visión de la historia y de la política. Es hoy Presidente de México. ¿No es suficiente para dejar ese episodio atrás y demostrar ahora que puede ser un buen líder?

 

 

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