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El espionaje (IV y último)

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

 

Los ciudadanos tendemos a concentrar nuestra atención en enfrentar y tratar de resolver nuestra vida cotidiana, en aspectos de la economía familiar, ambiente de trabajo, vida social e incluso entender el entorno político que afecta nuestros intereses.

Por ello, cuando se habla de conceptos abstractos como son “asuntos de Estado, soberanía nacional, defensa legítima del Estado mexicano respecto de otros estados, protección frente a las amenazas y riesgos que enfrenta nuestro país”, es difícil esperar que se genere un interés colectivo o al menos una comprensión básica de lo que estos términos significan.

Al igual que en otros campos de nuestro régimen jurídico, existe una legislación vasta en materia de seguridad nacional, en la cual se definen con mayor o menor precisión lo que significa dicho concepto, qué implica para México y para los que vivimos en él y quiénes son las autoridades responsables. Las atribuciones del Cisen están previstas en la Ley de Seguridad Nacional, el Reglamento para la Coordinación de Acciones Ejecutivas en Materia de Seguridad Nacional y su Estatuto Laboral. En este marco jurídico se identifican qué “amenazas o riesgos” enfrenta México, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. A quien le interese el tema le sugiero leer el Programa para la Seguridad Nacional 2014-2018, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30 de abril de 2014.

Se trata de un documento que define los conceptos básicos en esta materia, de una manera comprensiva y clara. Perfila los componentes de la política de seguridad nacional de México, los desafíos que enfrenta el país en el ámbito internacional y los retos de la seguridad interior; incluye los objetivos estratégicos y un apartado especial denominado “Una agenda para el futuro: los retos del Estado mexicano en materia de seguridad nacional”. Por el espacio propio de esta columna me limitaré a comentar este último tema a la luz de lo que me parece que será el escenario internacional que enfrentará el país en los próximos años.

Ello no se desliga de los retos internos, al contrario, en el mundo globalizado de hoy son pocos los temas que no tienen un componente mixto, esta dualidad está implícita en el concepto “interméstico”, mezcla de lo internacional y lo doméstico. En México, la lista de retos es larga y éstos son complejos; apunto algunos de los que considero ineludibles:

El primero es enfrentar el reto que representan las organizaciones criminales del narcotráfico y de otros delitos. Si bien la seguridad pública no siempre es parte de la seguridad nacional, los niveles de violencia que sufre la población, la capacidad de fuego de éstas, la corrupción que conlleva y su influencia en algunas regiones del país, sin duda ameritarán una atención prioritaria. Controlar y abatir la impunidad, y el combate a la corrupción y la violencia, son, sin duda, prioridades nacionales.

La naturaleza transnacional intrínseca del narcotráfico, el tráfico y trata de personas y el lavado de dinero implican cooperar con otros gobiernos, en especial con el de Estados Unidos. Dada la forma peculiar de gobernar del presidente Trump, establecer un diálogo constructivo, mutuamente benéfico, que privilegie la institucionalidad y la responsabilidad compartida como eje ordenador de la cooperación, adquiere hoy una importancia estratégica.

La región centroamericana sufre hoy un nivel de deterioro social, económico y político que ya empieza a expandirse a nuestro territorio. La estabilidad de los países limítrofes es una condición necesaria para la estabilidad interna. Así como un México en paz, estable, con una democracia efectiva y un desarrollo económico sustentable debiera ser la verdadera prioridad de Estados Unidos, así el futuro del desarrollo económico y social de nuestros vecinos al sur lo debe ser para nosotros.

Las amenazas a la ciberseguridad son, sin duda, de las grandes amenazas a la estabilidad global. Los ataques cibernéticos para apropiarse de información sensible o personal, los embates internos que buscan alterar el funcionamiento digital con el que operan hoy la mayoría de las instalaciones estratégicas públicas y privadas, el uso de las redes sociales como instrumento de desinformación o manipulación mediante la injerencia en los procesos políticos; son realidades de las cuales México no está exento. Se requiere desarrollar la cultura, las reglas y los protocolos para protegernos de estas amenazas por el gran potencial de daño desestabilizador que pueden provocar.

El Programa de Seguridad Nacional antes citado no se limita a los asuntos de criminalidad o violencia, maneja “una visión que privilegia un enfoque multidimensional que trasciende las aproximaciones tradicionales de seguridad nacional… considera una serie de fenómenos y problemáticas sociales, económicas, ambientales, tecnológicas y de salud en función de su impacto sobre los intereses nacionales...”. Por ello, será relevante entender y anticipar el nuevo acomodo geopolítico que tendrá lugar en el mundo, sus consecuencias para la inserción de nuestros jóvenes en el nuevo mercado laboral, la competencia por las inversiones, la revolución tecnológica y el surgimiento de nacionalismos radicales.

Hay un consenso entre la comunidad científica y los organismos internacionales acerca de que el cambio climático es la gran amenaza para la sobrevivencia de la humanidad; sólo el ocupante de la Casa Blanca y los intereses que lo rodean lo niegan. México requiere con urgencia proteger su medio ambiente, racionalizar el consumo de agua, detener la deforestación salvaje, la degradación del suelo y la contaminación de nuestros ríos y lagos, éstos son temas de seguridad nacional.

Concluyo. Estoy consciente de que en los cambios de administración pública los nuevos responsables tienden a desestimar lo hecho por sus antecesores. En el caso de la política de seguridad nacional, esto no debiera suceder, pues se trata de asuntos estratégicos y estructurales que requieren decisiones de Estado, no del gobierno en turno.

 

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