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Cambio climático y migración

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

El presidente López Obrador ha dejado claro que lo suyo es la política interna, la operación cotidiana para impulsar su idea de “transformar a México”. No hay otro caso en el mundo en que el jefe de Estado aparezca diario a hablar de todo tipo de asuntos, algunos propios de su responsabilidad y otros nimios, anecdóticos, superficiales, que no abonan a lo que él proclama como su convencimiento de respetar la “investidura presidencial”. Muy raras veces habla de su política exterior.

Lo anterior es obvio, sólo viajó a Estados Unidos, a un encuentro inevitable, con Trump, de triste memoria; el comentado desencuentro con Pedro Sánchez, presidente de España, y el viaje a la frontera con Guatemala para reunirse con su homólogo. Ha recibido en Palacio Nacional a varios mandatarios y líderes políticos, destacando Kamala Harris y el poderoso secretario de Estado Antony Blinken. Anfitrión pasivo en el encuentro de la Celac, donde cedió a su canciller Marcelo Ebrard el liderazgo para coordinar a los presidentes y primeros ministros, fuera de los protocolos oficiales.

En los próximos días viajará a Nueva York a presidir una sesión del Consejo de Seguridad (puesto rotativo que ahora le corresponde a México) donde adelantó que hará una denuncia sobre la corrupción como uno de los retos principales que enfrenta la humanidad.

El cambio climático es hoy un reto de sobrevivencia para la especie humana. El secretario general de las Naciones Unidas, el portugués António Guterres, lo expresó con claridad y dramatismo: “Estamos cavando nuestra propia tumba… nuestra adicción a los combustibles fósiles está empujando a la humanidad hacia un abismo, tenemos por delante una difícil decisión: o acabamos con ella o acaba con nosotros”. Más claro, ni el agua.

Por su lado, la joven activista sueca Greta Thunberg, encabezó una marcha con más de 25 mil participantes, denunciando que la reunión fue un fracaso: “Es obvio que no resolveremos esta crisis con el mismo blablablá; necesitamos hacer recortes drásticos de emisiones nunca antes vistos”.

Según la Organización Internacional de las Migraciones, “los migrantes, por motivos ambientales, son personas o grupos de personas que por un cambio repentino o progresivo en el medio ambiente, se ven obligados a abandonar su lugar habitual de residencia, ya sea de manera temporal o permanente, desplazándose dentro de su país o hacia el extranjero”.

Esta organización estima que en el año 2020 alrededor de siete millones de personas de 104 países emigraron fuera de su territorio como resultado de desastres naturales. Los cinco países más afectados son Afganistán, India, Pakistán, Etiopía y Sudán. A ello se suman desplazamientos domésticos como son los casos en China, con 5 millones; India, 3 millones, y en el mismo Estados Unidos, 1.2 millones de personas (!).

La gravedad del cambio climático fue el tema de la reciente reunión celebrada en Glasgow, Escocia, a la que asistieron 105 jefes de Estado. Miles de delegados oficiales y organizaciones ambientales compartieron sus preocupaciones, experiencias y sugerencias sobre posibles caminos a seguir.

López Obrador no asistió y una vez más delegó su representación en el secretario de Relaciones Exteriores. Otra oportunidad perdida para que el Presidente pudiera escuchar lo que se piensa hoy en el mundo sobre este tema, conversar con otros líderes y entender que México no puede abstraerse de adoptar políticas públicas emergentes para cooperar en este esfuerzo inédito. ¿Qué razones tendrá para no aprovechar este foro? ¿Entenderá que el riesgo de una crisis sin precedente es real?

En este espacio he sostenido que en el mundo de hoy, los asuntos públicos tienen un carácter “interméstico”, concepto que reconoce la fusión de lo internacional con lo doméstico. Se ha construido una especie de fiscalidad trasnacional, donde lo que sucede en cualquier país es difundido en unos cuantos segundos o en el mismo momento en que tiene lugar. Gobiernos, políticos y funcionarios son responsabilizados de sus actos u omisiones como nunca antes. ¿Seguiremos negando lo obvio?

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