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La prosperidad en Norteamérica

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Tuve el privilegio de coadyuvar en la elaboración del citado reporte, junto con respetados y queridos amigos y colegas. Aborda de manera concisa, pero suficiente, los principales temas de la agenda bilateral: comercio, seguridad, frontera, migración, consulados y comunicación. Parte de la premisa que “la relación con Estados Unidos ha pasado de una correlación amplia y profunda que ha servido a los intereses económicos y de seguridad nacional de ambos países, a una inquietante interrogante sobre los verdaderos objetivos del nuevo gobierno de Donald Trump frente a México”.

El texto contiene una visión integral del tema. Demuestra con datos duros, con argumentos sólidos e imaginativos que, a pesar de lo que diga o piense el hoy ocupante de la Casa Blanca, México y Estados Unidos comparten un “destino común”; la geografía nos mantendrá siempre unidos, a pesar de nuestra difícil y en no pocas ocasiones turbulenta relación que nos ha alejado y acercado a lo largo de muchas décadas. Hay situaciones que pueden ser paradójicas cuando se habla de vecindad, un amigo me comentó: “Ustedes dicen pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos, en Israel decimos pobre Israel, tan cerca de Dios y tan lejos de Estados Unidos”.

Como queda claro en varias de las acciones y declaraciones que Trump ha hecho con relación a México, ignora que nuestras economías, nuestras sociedades, han desarrollado lazos profundos que no podrá romper, pero sí lesionar, por lo que es crítico que seamos capaces de sortear su paso por el poder para mitigar el daño que pueda causarnos. Se aplica, para darnos ánimo, aquello de que no hay mal que dure cien años…

Este tipo de instituciones conocidas en inglés como think tanks, (tanques de pensamiento, en el sentido literal) son foros que enriquecen el entendimiento de asuntos que por su naturaleza son complejos, abren espacios para un intercambio de ideas entre especialistas e interesados en un tema determinado, apoyan a los funcionarios de gobiernos y legisladores a fundamentar mejor sus decisiones; en suma, coadyuvan en un sentido más amplio a enriquecer la vida democrática de las sociedades donde operan.

En Estados Unidos hay una larga tradición de generar think tanks. En 1910 el magnate acerero, Andrew Carnegie, donó su fortuna para crear la Carnegie Endowment for International Peace, que a la fecha es valorado como un prestigiado e influyente centro de estudios con oficinas en Rusia, China, Europa, Oriente Medio e India.

La proliferación de institutos, fideicomisos, centros de investigación privados y públicos, forma una extensa red de enorme influencia en ese país y en el mundo. En una rápida revisión en internet encontré una lista de 49 instituciones especializadas en seguridad y asuntos internacionales, 11 en migraciones internacionales y 15 trabajan de manera exclusiva en el estudio de la relación entre México y Estados Unidos.

Cito lo anterior para destacar que en México necesitamos impulsar la creación de este tipo de centros de estudio. El sector privado debe destinar más recursos que los que hoy canaliza a este tipo de fundaciones para que surjan nuevos foros en los que se estudie y propongan políticas públicas en materias clave para el desarrollo del país, como son el comercio internacional, la informática, la migración, la seguridad, el Estado de derecho, la salud pública, el crecimiento económico, el medio ambiente y un largo etcétera.

Con esto no quiero desconocer la investigación que se realiza en nuestras universidades, tecnológicos, colegios y centros de investigación, muchos de ellos de gran calidad y rigor profesional; contamos también con expertos y académicos de primer nivel en los temas que arriba cité. Por ejemplo, salvo el Centro de Investigación sobre América del Norte (CISAN), de la UNAM, no contamos con otra institución dedicada de manera exclusiva a estudiar la relación con Estados Unidos, su economía, política, estrategias de seguridad, clase política, grupos de interés, influencia real de la comunidad mexicanoamericana, entre muchos otros temas.

En suma, la coyuntura nos obliga a enfrentar al gobierno de Trump con habilidad diplomática, imaginación, rigor técnico y dignidad. Esperemos que de su parte haya sensatez y pragmatismo. Su llegada a la Presidencia es una señal de alerta de que el mundo cambia, que tenemos que entenderlo para definir qué futuro queremos y qué retos enfrentarán nuestros jóvenes frente a una economía global que se transforma a un ritmo nunca experimentado por la humanidad.

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