Tercer round

Mis colaboraciones 
del 29 de enero y 12 
de febrero pasados 
las titulé Primer Round 
y Segundo Round, 
la primera se refirió a la afrenta que Trump sufrió cuando el gobierno mexicano manifestó su negativa a pagar su absurdo “muro” y la segunda a la suspensión dictada por un juez para que entrara en vigor su otra decisión absurda, que prohibía el acceso a Estados Unidos a todos los nacionales de siete países por considerarlos 
“un riego a la seguridad nacional”.
 

Hoy comparto con usted, estimable lector, otra derrota del Sr. Trump: el rechazo que sufrió en su Congreso la iniciativa de ley por la cual pretendía sustituir al programa de seguridad establecido por el entonces presidente Obama, conocido como Obamacare.

Durante su campaña electoral repitió una y otra vez que terminaría “de inmediato “con el programa de seguridad social de su antecesor para sustituirlo por otro “fantástico”.

Pues resulta que esto no sucedió. Al contrario, fueron los legisladores de su propio partido, sumados a la oposición de los congresistas demócratas quienes impidieron que su propuesta fuera aprobada.

Su propuesta de ley hubiera afectado a cerca de 24 millones de derechohabientes del Obamacare, quienes, de haberse aprobado la propuesta, hubieran quedado desprotegidos de atención médica. Esto resulta irónico, ya que fue ese segmento de la sociedad el que apoyó con entusiasmo su llegada a la Casa Blanca.

La reacción del hombre-naranja no se hizo esperar, recurrió a sus ya célebres (por ridículos e infantiles) tuits, para denunciar que fue una conspiración demócrata. Arremetió contra los integrantes del llamado Freedom Caucus, grupo de representantes republicanos conservadores que encontraron su propuesta “insuficiente”, ya que no limitaba de manera adecuada el subsidio gubernamental al seguro médico que se debe otorgar a personas con enfermedades ya diagnosticadas. Trump tuiteó en su contra, los responsabilizó de su fracaso.

Como ya es costumbre, es incapaz de asumir su propia responsabilidad. Su carácter iracundo, su estructura sicológica narcisista y su desmedido ego no le permiten reconocer que falló él, ya que fue incapaz de negociar para sacar adelante su iniciativa. Tiene que acusar a otros, pues él siempre tiene la razón. Confirmó su incapacidad de trabajar a conciencia un tema, dedicar horas a comprender sus complejidades y delinear una estrategia de negociación.

Trump se fastidió al no obtener una victoria rápida y fácil en materia de seguridad social y ha decido concentrarse ahora en la reforma fiscal con la que pretende una disminución sin precedente a los impuestos a las grandes empresas, gravar las importaciones y estimular las exportaciones. Todo ello con el fin de “atraer miles de millones de dólares de nueva inversión y generar millones de nuevos empleos”. Hay señales que indican que esta iniciativa también enfrentará una férrea oposición en el Congreso.

Su popularidad ha caído de manera consistente, en la actualidad sólo 40% de la población califica como aceptable su gobierno, el nivel es el más bajo que cualquiera de sus antecesores.

Todo lo anterior parece benéfico para México. El texto enviado al Congreso sobre los términos en que piensa iniciar la renegociación del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá, “el peor tratado jamás firmado”, es más benigno de lo que ha delineado en su retórica. Parece que los funcionarios responsables del tema, entienden que es en interés de su país fortalecerlo y modernizarlo. Las empresas automotrices y los agricultores han hecho saber a sus legisladores que sería un gravísimo error destruir las cadenas productivas construidas en estos años por las armadoras o afectar las exportaciones millonarias de granos a México.

Su iniciativa de construir un “bello muro” a lo largo de toda la frontera con México también se ha estrellado con: la resistencia del Congreso, que se resiste a darle los miles de millones de dólares que costaría; la oposición de grupos ambientalistas que ven en ello una amenaza a la flora y fauna fronteriza; y a los grupos indígenas que ocupan reservas territoriales históricas en esa región.

No han sido deportaciones masivas ya que las cortes en materia migratoria están saturadas por los recursos interpuestos por los afectados o por sus parientes. Los flujos de migrantes de nuestro país a EU han caído de manera drástica, lo que hace aún más absurda la idea de construir una barrera física y refuerza sólo su simbolismo ofensivo a México. ¿Nadie le habrá dicho que las drogas que consumen los estadunidenses cruzan por las garitas establecidas? ¿No sabe que mientras la demanda de drogas subsista siempre habrá una oferta que la satisfaga?

En suma, esperemos que esta tercera derrota ayude a entender a Trump que sus fantasías personales no pueden avasallar las instituciones y valores democráticos. El riesgo es que no sea capaz de aceptarlo y se vuelva aún más peligroso, como animal herido. La cautela y la firmeza demostrada por el gobierno mexicano parecen ser la mejor receta para manejar la incertidumbre de Trumworld.

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