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Llegó la hora

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Si la conferencia de prensa que dio hace unos días es un preludio de lo que será su forma de gobernar, tenemos malas noticias, y los que han apostado a que cambiará una vez en el puesto se habrán equivocado de manera rotunda.

Marco Provencio enriqueció en su última columna mi entrega anterior al recordarnos las características sicológicas de este pintoresco y temible personaje (Milenio, Diez rasgos de un psicópata, 13 de enero pasado), “... existe bastante literatura sobre el rol de la psicopatía en el sistema de justicia penal. Será acaso porque un buen número de psicópatas está tras las rejas y se ha podido hacer estudios al respecto. Si alguien tiene un recetario para lidiar con un individuo así, uno que está libre y que próximamente asumirá la Presidencia de su país, que lo comparta”.

No es consuelo, pero pienso que no estoy lejos de la realidad al sostener que, si bien México ha sido objeto de sus ataques, críticas y amenazas, Trump tendrá que atender antes otros temas que en realidad son de mayor peso: eliminar el programa de salud promovido por Obama, la reforma fiscal, el acomodo con Putin, la relación política y comercial con China, el terrorismo islámico y varios más.

México es, en mi opinión, una relación fundamental para EU, pero no una amenaza para su seguridad nacional. Somos, con Canadá, sus principales socios comerciales, sus vecinos. Y la presencia de millones de mexicanos en su territorio nos ha unido cada vez más, nos guste o no, a ambas sociedades.

Por ello es que, si bien ofende que vaya a construir más barreras en la frontera, continúe deportando a paisanos como ya lo hizo Obama y preocupe su ignorancia sobre los efectos negativos que tendrá para millones de trabajadores de su país afectar el Tratado de Libre Comercio, toca ahora actuar con inteligencia, firmeza, y aprovechar esta coyuntura para revisar nuestras políticas migratorias, económicas y sociales, nuestra manera de integrarnos a la globalidad, a la vecindad con EU, nuestro trato y actitudes con los migrantes centroamericanos y nuestra política hacia Centroamérica.

El gobierno debe liderar una negociación más allá de los temas que Trump planteó, la relación bilateral trasciende el tema migratorio o el intercambio comercial, es una vecindad de naturaleza geoestratégica, más importante ahora. Estamos en una etapa de cambios de paradigmas respecto de la forma en que el mundo político se organizó durante décadas los valores democráticos, la legalidad, las instituciones, la política doméstica y la internacional están puestas a prueba.

El cambio climático es una amenaza real, el terrorismo y la delincuencia organizada son graves amenazas, los flujos de refugiados y migrantes no cesan; el fantástico desarrollo tecnológico alcanzado en pocos años ha demostrado ser una poderosa arma destructiva, no en balde la llamada ciberseguridad es hoy la amenaza número uno para los estrategas de seguridad nacional de EU y las demás potencias globales.

Todavía no sabemos cómo acabarán las investigaciones de la comunidad de inteligencia sobre la intervención cibernética rusa en la reciente campaña electoral. Trump no podrá gobernar sin el apoyo y respeto de las principales agencias de seguridad de su país. A ningún líder con un mínimo sentido de realidad se le ocurriría enfrentarse con los profesionales del análisis de los riesgos y mucho menos denigrarlos en público como lo ha hecho.

México es vital para la estabilidad de EU como para nosotros lo es nuestro vecino. Hemos dado por sentado que la relación bilateral, si bien asimétrica, se daba en un marco de trato respetuoso. Si Trump crea un ambiente político inestable en su país, afectará también la situación internacional y, sin duda, el escenario mexicano.

Es cierto que el TLC ha traído enormes beneficios para México. Ha creado millones de empleos, ha modernizado sectores completos y hoy somos una potencia exportadora. No niego que, si Trump y su equipo logran imponer subsidios, impuestos o políticas restriccionistas, tendremos un fuerte impacto, pero, a la vez, nos dará la oportunidad para repensar nuestra política económica, mirar hacia el desarrollo del mercado interno, amortiguar la inequidad en la distribución del ingreso, proveer a los ciudadanos la seguridad que hoy no tienen y, en suma, recuperar la autoestima nacional.

Me explico: ha llegado la hora en que se hará indispensable discutir, analizar, negociar y encontrar nuevas fórmulas de convivencia y gobernabilidad en México. Será un error histórico no entender los riesgos que representa el cambio que se está dando en EU y en varias partes del mundo. Debemos actuar para impulsar una transición profunda hacia un México que se apegue al Estado de derecho, a la corresponsabilidad de los políticos, gobernantes, empresarios y sociedad civil. Son insostenibles los niveles de injusticia, inequidad, corrupción y simulación. Negarnos a entender, aceptar y reaccionar ante el gobierno de Trump y esta nueva etapa del desarrollo tecnológico, económico, geopolítico y social nos condenará a un rezago todavía mayor del que hoy tenemos.

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