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Incertidumbres (II)

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

En estas dos semanas el país vivió dos eventos que sorprendieron a la mayoría y cuyas repercusiones conoceremos en los próximos meses:

La visita de Donald Trump a México y el relevo del titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Se ha escrito mucho respecto al primer tema y ha quedado claro que hubo un error de cálculo sobre los riesgos que implicaba invitar a este personaje indescifrable. Fiel a su peculiar estilo de soberbia y patanería, Trump rompió el acuerdo que había hecho antes de viajar a México, de no recibir preguntas en la conferencia de prensa. Regresó a Arizona exaltado y triunfante, lanzando el más drástico de sus discursos en contra de los migrantes y, por supuesto, reiterando que “construirá una muralla en la frontera con México y que nosotros pagaremos por ella”.

Las reacciones internacionales y nacionales fueron una mezcla de sorpresa e indignación. La candidata demócrata, Hillary Clinton, cuidó las formas, pero hizo llegar un mensaje claro: ésta fue una mala decisión del gobierno mexicano, no la entendemos, no se puede justificar. En un momento tan álgido del proceso electoral, la candidata no vio manera de poder aceptar la invitación para reunirse con el presidente Peña Nieto después de la visita de su arrogante contendiente.

¿Influirá este evento en los resultados de la elección del próximo 8 de noviembre? De ganar Trump, ¿en verdad tendrá una actitud más sensata, madura y seria hacia México? ¿Construirá una muralla e inventará un esquema para salvar la cara y mantener su postura de que México la va a pagar?

De ganar Hillary, es probable que su experiencia internacional la oriente a no olvidar, pero sí a mantener una relación cercana y cautelosa con el gobierno mexicano. Clinton no ha sido simpatizante de México y este acto es probable que haya ratificado su visión de que los mexicanos no somos confiables. ¿Qué política tendrá hacia nuestro país? ¿Qué política le conviene a nuestro país replantear con Estados Unidos?

Tal vez sin calcular esta enorme ola de descrédito y sorpresa, México se metió en medio de una de las batallas electorales más álgidas, sucias y hasta ahora inciertas en su resultado. Contrario por completo a la tesis que se había sostenido hasta ahora, que el debate migratorio en ese país era un tema “doméstico” y por ende, no correspondía protestar por las deportaciones masivas de paisanos o influir en las discusiones sobre el tema en el Congreso norteamericano o en las decisiones ejecutivas del presidente Obama.

El error de cálculo de esta visita contradijo esta postura. ¿No es tiempo ya de hacer un esfuerzo inmediato, de trabajar escenarios posibles sobre el debate migratorio en Estados Unidos, gane quien gane, ya que sin lugar a dudas será uno de los temas prioritarios que tendrá que atender quien llegue a la Casa Blanca?

La renuncia del secretario Luis Videgaray también sorprendió, pues siempre se reconoció su cercanía e influencia con el presidente Peña Nieto. Suponemos que su salida se debió a las diferencias que produjo el que él impulsara la visita de Trump y Clinton, pues en el anuncio de su reemplazo se reconoció su labor al frente de esa dependencia, lo cual debemos interpretar que lo estaba haciendo bien. Surge la pregunta, ¿entonces por qué se fue? También vale preguntarse si las pugnas entre los miembros del gabinete se salieron del control del Presidente, quien no tuvo otro remedio que prescindir de su amigo y colaborador de tantos años.

Por ser nombrado el doctor José Antonio Meade como sustituto, los mercados no reaccionaron mal, como suele suceder cuando se da un relevo en esta dependencia. Meade ya estuvo a cargo de esta Secretaría, y además es respetado tanto en México como en el extranjero, por sus capacidades técnicas y negociadoras.

De ganar Trump, se especula que puede haber una reacción mundial de alarma y preocupación que afecte por lo menos de manera temporal los mercados financieros. En las relaciones internacionales podrían surgir tensiones políticas, desconcierto y preocupación por conocer si en verdad su plan de trabajo se basará en las propuestas absurdas que ha reiterado a lo largo de su campaña.

Lo único bueno es que esta incertidumbre tiene plazo. El 8 de noviembre sabremos si el mundo entero — y México en particular— estará frente a una realidad inédita, como sería tener a un hombre irracional, agresivo, narcisista y resentido, en la oficina más poderosa del mundo. O bien, por primera vez ocupará la Casa Blanca una mujer muy controvertida, rechazada por un alto porcentaje de la sociedad de su país, no simpatizante de México; pero es innegable, que es una política madura y experimentada.

Twitter: @GustavoMohar

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