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Secretos y misterios

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

En esta nueva edición analiza la crisis global de 2008 y hace una crítica devastadora al sistema financiero y a sus directivos por generar la quiebra económica de millones de familias, no obstante que, una vez que sucedió dicha crisis, era evidente que el mercado no podría soportar el crecimiento explosivo que tuvo en los años previos.

El título de su obra es una metáfora basada en el hallazgo en Australia de una expedición holandesa en el siglo XVII, que encontró cisnes negros cuando era una creencia generalizada que sólo existían cisnes blancos. Es decir, la frase resume por qué puede llegar a ser más importante lo que no sabemos, que lo que sí; son los eventos sorpresivos, descubrimientos inesperados, conflictos sociales que toman por sorpresa al mundo y pueden generar cambios de largo alcance que trastocan el orden establecido, por ejemplo, el desarrollo de la computadora personal y del internet; para el propósito de esta columna, los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y sus secuelas.

Desde hace varios años se han presentado ataques terroristas, pero en las últimas semanas se han vuelto cada vez más frecuentes. Lo dramático es que están dirigidos a ciudadanos inermes que destrozan con armas de alto calibre o bombas de enorme poder.

Una breve reseña: el 11 de marzo de 2004, en la estación principal de trenes de Madrid, estalla una bomba que mata a 191 personas y deja dos mil 57 heridos; en julio de 2005 en Londres, al detonarse bombas auto suicidas en el Metro y en el transporte público, mueren 56 personas y quedan heridas 700 más; en París en los meses de enero y noviembre 2015, las organizaciones radicales islámicas Al Qaeda y el Estado Islámico asesinan a 142 personas y dejan gravemente heridas a cerca de 400. También en Estados Unidos, a partir de 2015, han sucedido diversos incidentes traumáticos, como las bombas detonadas en el maratón de Boston, las masacres en un club nocturno en Orlando, Florida, y en San Bernardino, California.

El terrorismo es un fenómeno presente a lo largo de la historia. Es un método por el cual personas o grupos radicales hacen evidente su rechazo a las instituciones o a los sistemas de gobierno. Sin embargo, en la etapa que vivimos de globalización de las comunicaciones, del transporte, de las inversiones, los medios de comunicación y las redes sociales, nos enfrentamos a una terrible realidad: las autoridades responsables de prevenir estos ataques o eliminar a las organizaciones terroristas son incapaces de hacerlo ante lo imprevisible de sus actos y el anonimato en el que se esconden sus autores.

Mucho se ha escrito para explicar el origen, la estructura, los liderazgos y las formas de operar de las principales organizaciones terroristas, en especial las que han surgido a partir de los primeros años de este siglo en países de África y del Medio Oriente. Para desmantelarlas, eliminar sus refugios y sus armamentos, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN llevan a cabo enfrentamientos armados, en los que en ocasiones mueren civiles inocentes. Trasciende a esta colaboración describir la tragedia humanitaria que vive el pueblo sirio, pero queda claro que, a pesar del poderío militar de las potencias occidentales, no se puede  evitar que un fanático solitario decida inmolarse para “contribuir a la causa”, ya que no existe manera  de identificarlo con anterioridad para poder prevenirlo.

A raíz de los ataques del 11 de septiembre, el exdirector del FBI Bill Esposito declaró ante su Congreso: “Pearl Harbor fue una tragedia al igual que lo ocurrido el 11 de septiembre. Pero, ¿alguien podría predecirlo, a pesar de que todo el mundo tuviera ciertas sospechas? ¿Cuándo y cómo se llevaría a cabo y qué mecanismos emplearían? El uso de tres aviones comerciales y derribar las torres gemelas fue algo como armas de destrucción masiva, nadie lo pudo predecir”.

El terrorismo islámico ha alterado —por un periodo de tiempo impredecible— la tranquilidad, la seguridad y la calidad de vida de las principales capitales del mundo y de comunidades urbanas que sufren el desconcierto de actos de esta naturaleza. A ello se suman otros cisnes negros, como la  sorpresa del voto mayoritario de los ingleses para retirarse de la Unión Europea y la nominación de un xenófobo ignorante como Donald Trump, a la presidencia de Estados Unidos. Me pregunto si México tendrá su propio cisne negro.

Como bien reconoció el responsable de una de las mejores agencias de inteligencia del mundo: “Los movimientos sociales se pueden entender, monitorear y analizar, es posible descubrir sus secretos, pero lo que detona su radicalismo, su hartazgo y su evolución hacia un movimiento intransigente y hasta violento, eso es un misterio imposible de anticipar”.

Twitter: @GustavoMohar

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