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Migrantes, chivos expiatorios

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

“¿Se consolidará en los próximos 12 meses el sentimiento antiinmigrante a tal grado que se reemplacen gobiernos? ¿Entrará la Unión Europea en una crisis de supervivencia o al menos de retrocesos en su afán de alcanzar una unión política? Por primera vez en Estados Unidos el tema de la política migratoria formará parte de la campaña presidencial”.

El sorpresivo resultado del ingenuo e irresponsable referéndum que promovió el ahora exprimer ministro David Cameron por el cual Inglaterra dejará la Unión Europea (UE) y tal vez desate el fin del Reino Unido, dejó perplejos a expertos, analistas, políticos y medios internacionales. Si bien las encuestas previas proyectaban una ligera ventaja al voto por permanecer en la UE, fue en el ámbito de las apuestas (vicio de muchos ingleses) donde se preveía lo que al final resultó. Por una diferencia de 3.8% de los votos, Inglaterra se retira de la UE y con ello dará un paso que deja en el tintero múltiples preguntas sin respuesta y una gran ansiedad.

Hoy sabemos que en el triunfo del Brexit la migración fue uno de los temas decisivos. Basta ver las entrevistas en la televisión inglesa para escuchar al ciudadano común hablar de “la amenaza de los extranjeros”, de la “necesidad de recuperar el control de las fronteras” y de un no tan disimulado recelo xenofóbico contra la población musulmana llegada de Oriente Medio, África o países de Europa Oriental.

Datos duros del propio gobierno inglés desmienten todo ello: en Inglaterra viven hoy sólo 3.3 millones de migrantes, es decir, 6% de su población total. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) demostró que la mitad del crecimiento económico de ese país se debe a la fuerza laboral de los migrantes, que han creado más de dos millones de empleos, que no hay evidencia de que su presencia deprima los salarios y ellos no tienen nada que ver con la precaria situación de la economía de las regiones que votaron en contra de permanecer en la UE.

En Estados Unidos la situación es semejante con una dimensión mayor: hoy radican en ese país 42 millones 391 mil 800 migrantes, de una población total cercana a los 300 millones, es decir, cerca de 14% del total de sus habitantes nació en otro país. Cada año se admite o legaliza a cerca de un millón de personas. Pero no hay que olvidar que, desde su fundación, nuestro vecino del norte es producto de oleadas de migrantes que llegaron de Europa y con los años han seguido recibiendo de manera generosa e interesada a nacionales de otras latitudes, entre ellos, 11 millones de mexicanos. La contribución de los migrantes a la prosperidad de ese país es hoy innegable, la Casa Blanca reconoce que 18% de las pequeñas empresas es propiedad de migrantes que proporcionan 4.7 millones de empleos directos y generan ingresos de ¡776 mil millones de dólares anuales!

En la campaña presidencial de EU la migración ha tenido por primera vez un lugar preponderante. Mucho se ha escrito ya sobre la visión de Trump —demagogo y mentiroso— y de Hillary Clinton, quien ha propuesto apoyar una profunda Reforma Migratoria. Obama también lo ofreció, pero no quiso apostar capital político en el momento apropiado y en cambio deportó más migrantes que ningún otro presidente.

Lo notable es que en Europa y en EU los políticos utilizan a discreción el tema de los migrantes según convenga a sus cálculos electorales, sin importar las evidencias con base en datos duros. Ellos manipulan la verdad, crean percepciones negativas, apelan a sentimientos de miedo a lo desconocido y rechazos raciales de la peor estirpe.

Ese discurso ya llevó a Inglaterra a un camino lleno de incertidumbre, con pocas posibilidades de terminar bien. Provocó un retroceso en lo que es inevitable: una integración mayor de las economías y de las sociedades. Por eso me parece atinado pensar que el debate político de los próximos años no será tanto de “izquierdas o derechas”, sino de “internacionalización o nacionalismos”.

México tiene presencia minúscula de extranjeros en su territorio: sólo 0.3 % de los que residen en nuestro país son originarios de otra nación. ¿Ha pensado usted, estimado lector, cuántas veces se ha topado con un africano, ruso, chino o inclusive centroamericano como vecino, mesero, profesionista? ¿Conoce parejas de mexicanos (as) casadas con algún ucraniano, libio, turco o sudafricano? Entendemos la migración como la salida y permanencia de nuestros paisanos al norte, pero el debate global es otro, en muchos de los países europeos y en EU la multiplicidad racial es patente.

Vivimos tiempos de sorpresas, de incertidumbre, de nuevas expresiones sociales, de agotamiento de sistemas políticos, de manifestaciones de terror y violencia antes nunca vistos. En México no estamos exentos de vernos impactados por todos estos cambios. Así como la decisión de 1.3 millones de votantes ingleses que dio el triunfo al Brexit afectará a 57 millones de sus compatriotas y de paso, en mayor o menor medida, a un proyecto de 500 millones de europeos; si Trump gana la elección en noviembre, lo cual hoy parece poco probable, pero posible, no sólo será una amenaza para nuestros paisanos que residen en ese país, sino también para sus familiares que viven en nuestra tierra y para los empresarios nacionales que comercian con sus contrapartes y los trabajadores que ellos tienen contratados. En suma, estamos en el umbral de nuevos escenarios globales, cuyos desenlaces hoy no podemos prever.

gustavo.mohar@gmail.com          Twitter: @GustavoMohar

 

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