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Los Papeles de Panamá y la '3de3'

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

A Juan Pardinas y su equipo.

 

En la filtración de información más grande de la historia del periodismo, once y medio millones de documentos fueron obtenidos de manera ilegal y puestos a disposición de un periódico alemán y de un consorcio internacional de más de 190 periodistas de investigación provenientes de 65 países, cuya especialidad es difundir temas de crimen transfronterizo, corrupción y rendición de cuentas.

Cada día se conocen nombres de algunos de los más poderosos líderes políticos, artistas, intelectuales, deportistas y, sobre todo, empresarios de países muy diversos: Ucrania, Arabia Saudita, Estados Unidos (hasta ahora son los menos, dato que se presta a especulaciones), China, Islandia, México, Rusia, Reino Unido y  Argentina.

Es curiosa la manera en que han reaccionado algunos de los personajes cuyos nombres han sido revelados. Al escribir esta colaboración ya renunció un primer ministro; el inglés Cameron  reconoció que su padre se benefició del célebre despacho y Macri, de Argentina, también; ambos son hoy llamados a cuentas por sus respectivos Congresos; otros sólo desmintieron la noticia y los más han guardado un conspicuo silencio.

Este nuevo escándalo se suma a otros que sacudieron en el pasado a las agencias militares, de inteligencia y diplomáticas. La primera fue originada por el australiano Julian Assange con su plataforma conocida como WikiLeaks. Este controvertido personaje alega que su misión es acabar con la secrecía y oscurantismo de gobiernos que actúan subrepticiamente y violan las leyes. Publicó en su sitio en internet decenas de miles de cables diplomáticos que obtuvo de una fuente anónima. Sus acciones lo han llevado a una estancia forzada como refugiado en la embajada de Ecuador en Londres por más de cuatro años.

Le siguió otro caso que expuso y ridiculizó a la temida inteligencia militar de Estados Unidos. Un cabo introvertido y bien entrenado pudo violar las medidas de seguridad que protegían enormes bases de datos con información muy sensible sobre operaciones secretas en Irak y Pakistán. Filtró un video que mostró con claridad el ataque de un helicóptero estadunidense a un grupo de civiles desarmados en Irak. En el proceso judicial que enfrenta, declaró su decisión por cambiar de sexo y nombre.

Poco tiempo después, otro americano, Edward Snowden, analista y consultor experto en informática, filtró mapas de cientos de miles de documentos secretos de inteligencia, en especial de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) y expuso grabaciones satelitales de los principales jefes de Estado del mundo, incluyendo al expresidente de México Felipe Calderón.

Hoy los llamados Papeles de Panamá se suman a esta lista. Es prematuro decir qué repercusiones tendrán, pero el presidente Obama lo describió de manera impecable: “Es legal, por eso es un problema”.

¿Y cómo se relacionan todos estos eventos con la iniciativa surgida  en nuestro país contra la corrupción, conocida como 3de3?  Sus promotores han planteado un reto a la clase política mexicana para que los funcionarios públicos presenten su declaración fiscal, su patrimonio y la ausencia de conflictos de interés con el puesto al que aspiren, es decir, que hagan una muestra de compromiso con la sociedad de apego a la ley, de honestidad en la manera en que desarrollaron su patrimonio y de congruencia al no tener intereses previos con las responsabilidades que van a asumir.

En un ejemplo de organización, capacidad de convocatoria, trabajo constante y, sobre todo, de claridad de propósito, en un tiempo récord consiguieron 634 mil 143 firmas de apoyo a la iniciativa de ley en la que plasman los principios a los que me referí arriba. Hoy el Congreso está obligado a dar curso a esta iniciativa ciudadana.

El acceso y difusión de información sensible presenta riesgos: lesionar actividades legítimas para la seguridad nacional, ser manipulada y usada para desacreditar a inocentes, hacerlo con un propósito ilegal, pero legítimo, como es exponer delitos y abusos de los poderosos, de los que forman opinión y marcan rumbos.

A pesar de los riesgos que puede tener el acceso a esa información,  siempre será mejor que la secrecía que ampara la falsa honestidad o los intereses creados por los políticos y servidores públicos con terceros; engañan así a los que están obligados a servir, ya sea por haber sido electos o designados para trabajar por el bienestar común, no para lucrar con ello.

Twitter: @GustavoMohar

 

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